Dirección: François Truffaut
Duración: 131 minutos
País: Francia
Elenco: Catherine Deneuve, Gérard Depardieu, Jean Poiret, Andréa Ferréol, Paulette Dubost, Jean-Louis Richard, Sabine Haudepin, Maurice Risch, Heinz Bennent, Christian Baltauss, Pierre Belot, René Dupré, Aude Loring, Alain Tasma, Rose Thiéry, Jacob Weizbluth, Jean-Pierre Klein, Rénata, entre otros.
En el París ocupado por los nazis, la actriz y empresaria Marion Steiner dirige su teatro en ausencia de su marido, el célebre director Lucas Steiner. Se cree que Lucas, quien es judío, ha escapado de la zona ocupada justo antes de la llegada de los alemanes, pero en realidad se esconde en el sótano del teatro. La compañía está ensayando la obra más reciente de Lucas y éste va pasando notas a su mujer a lo largo de los ensayos. Marion tiene mucho que aguantar, ya que las finanzas son escasas y las autoridades les presionan de forma constante sobre el contenido de sus obras. Sin embargo, perseveran, trabajan y esperan a que sus circunstancias mejoren.
François Truffaut es por supuesto, no solo un director famoso, sino también un cineasta venerado, al que parece atribuirse el mérito de haber convertido el cine en un asunto artístico y en especial valioso. Pues toda esa huella se encuentra presente en esta creación suya. Lo mejor de todo es la sensación de tener a la actriz principal, caminando por la cuerda floja entre personas en las que no puede confiar del todo, resulta asombroso.
La fotografía es sutil y majestuosa, empleando una cámara cálida y humanizada en manos del español Néstor Almendros (reconocido por trabajar con otros grandes como Terrence Malick, Pakula, Mike Nichols, Eric Rohmer y un largo etcétera). Además de una escritura que podria denominarse como natural y sobria, salvo en las partes de los ensayos teatrales.
Es en el mejor de los casos, a mi parecer una pelicula hermosa y conmovedora.
El último metro es una de las últimas películas que hizo Truffaut, y creo que fue la última que estrenó en vida. Su periodo de innovación y revolución del cine francés, rompiendo convenciones e impulsando una nueva forma de hacer cine y un nuevo estilo de transmitir el mensaje del director (el autor indiscutible de la película) y los espectadores había quedado atrás.
Ahora tenia tiempo (y no menos importante, dinero) para realizar las películas que mejor lo representaban. Es significativo que uno de los temas que eligió tratar en este periodo final de su vida y de su creación (aunque puede ser posible que no fuera consciente de que fuese una de sus ultimas producciones ) fuera la Resistencia Francesa y el Holocausto, más en concreto el tema de la actitud de Francia y del pueblo francés hacia su población judía.
La pelicula cuenta la historia de un triangulo clásico de amantes en la mejor tradición francesa. El hombre es un famoso director de escena, ella (la fabulosa Catherine Deneuve) es una bella actriz y acaba de hacerse cargo de la administración del teatro, el rival que pretende su corazón es la joven estrella mujeriega (Gerard Depardieu en uno de sus primeros grandes papeles).
Sin embargo, los tiempos no son los habituales, el director Lucas Steiner se esconde en el sótano de su propio teatro porque estamos en el año 1942 y él es judío, privado de todo derecho civil, privado de sus bienes, privado del derecho a profesar su vocación y pronto privado del derecho a vivir.
Mientras su mujer y uno o dos amigos íntimos se esconden y le defienden, todo el sistema de la colaboración va tras su persona, su vida familiar y su bienestar físico. Ahora bien, con afán de arruinar la historia debo decir que el amor prohibido acabará consumándose solo después de que se cumpla el deber del honor de proteger al procesado. Y por esto, en algún sentido la historia salva el honor francés mostrando que algunos dieron la cara, pero también deja claro que solo fueron unos pocos.
Algunos críticos consideran que esta pelicula no es una de las mejores de Truffaut, pero también señalan el éxito comercial que tuvo (en esa linea, la más exitosa de todas sus obras) y la plétora de premios César que recibió, que son un equivalente francés de los Oscars. De manera respetuosa, yo difiero (como casi siempre me sucede con los críticos).
Es decir, el éxito con el público no es ningún pecado, y si se transmite verdadera emoción a los espectadores, si los que vemos el cine salimos de la sala (o en estos tiempos nos levantamos del sillón en la sala de nuestra casa) y seguimos descompuestos, cambiados o desordenados pensando con cariño en los personajes entonces la cinta, en mi opinión ha triunfado.
En este caso, hay una doble historia de amor entre la mujer y los dos hombres de su vida, pero también hay otra historia de amor y profundo respeto en este filme: el amor por el teatro, por el arte que luchó contra la censura durante la guerra y mantuvo vivo el orgullo nacional y también la capacidad de reunir al público y hacerle resonar las emociones humanas y compartir la esperanza.
En cierto modo, El último metro desempeña en la cinematografía de Truffaut el mismo papel que El pianista en la carrera de Polanski: una obra aparte con un mensaje importante y una ejecución sobria pero elaborada.
No hay razón para no ver esta película. Es tan diferente en términos de suficiencia como para resultar atractiva, y sin embargo tan familiar en los mismos niveles como para no resultar desagradable (como parecían desear algunos directores anteriores de la Nueva Ola Francesa). Memorable, al menos por un rato.
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