Dirección: Robert Benton
Duración: 105 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Dustin Hoffman, Meryl Streep, Jane Alexander, Justin Henry, Howard Duff, George Coe, JoBeth Williams, Bill Moor, Howland Chamberlain, Jack Ramage, Jess Osuna, Nicholas Hormann, Ellen Parker, Shelby Brammer, Carol Nadell, Donald Gantry, Judith Calder, Peter Lownds, entre otros.
De la nada, después de ocho años el adicto al trabajo y prometedor ejecutivo en publicidad Ted Kramer, se encuentra entre la espada y la pared cuando su emocionalmente fatigada esposa Joanna, anuncia que quiere terminar el matrimonio. Como resultado, al quedarse solo para cuidar de su pequeño hijo de seis años Billy, Ted debe reinventar la relación padre-hijo y recuperar el tiempo perdido. De repente, ser padre soltero se convierte en una tarea desalentadora, y por si fuera poco tras dieciocho largos y difíciles meses, Joana vuelve a entrar en la vida de Ted, empeñada en reclamar la custodia de su pequeño. Pero, Ted nunca dejará ir a su hijo. Al final, sabremos si puede haber ganadores cuando una familia está en ruinas.
Kramer contra Kramer consigue su propósito como creación cinematográfica, no porque nos muestre un relato que nunca antes hayamos visto, sino porque nos muestra la vida tal y como la conocemos. Por ejemplo, la relación entre Ted Kramer y su pequeño hijo Billy no tiene nada de extraordinario: casi todos los padres del mundo comparten un vinculo similar con su propio retoño, y sin embargo de forma paradójica, esto es lo que convierte a la pelicula en un logro importante: es una ventana a la vida real.
Ahora bien, como decía la película es recordada y se le tiene en buena estima por una considerable cantidad del llamado Gran publico. Creo que no se debe a que nos cuente nada especial, ni a que los personajes sean especialmente admirables. A mi parecer, creo que se debe a la forma en que está construida la narración, la cual tiene dos arcos argumentales bien delimitados.
Y antes de entrar en el tema, seria bueno aclarar que aunque de forma más que obvia es una pelicula que marcó un cambio significativo en su época, me pareció un poco reduccionista y manipuladora para los estándares actuales al examinar los temas del divorcio y la custodia de los hijos. Pero vayamos al asunto de los arcos narrativos.
En el primero de ellos, el marido estable cómo es su mundo. En esta parte solo le seguimos a él, dedicando metraje a entender de qué va su existencia y cómo se adapta a los cambios. Frente a este entorno doméstico, la confundida esposa solo tiene una intervención que ocurre en un café, y es aquella famosa escena de la copa de vino.
En aquella escena, la desconcertada mujer nos suelta de antemano que lo que viene es un discurso que ha preparado y ha practicado. Esto sucede de manera pura dentro del mundo real. Y, dado que solo se nos presenta el mundo del marido, este discurso de perspicacia casi reactiva resulta desequilibrado. Hay que esforzarse por comprenderlo: de dónde viene, cuales son las motivaciones. Al final, ella sucumbe a la realidad del iracundo cónyuge.
Por sí solo, este arco narrativo sería insuficiente. Pero aparece la segunda parte que tiene que ver con el desarrollo del juicio. Y claro que conocemos los juicios en el cine, sabemos lo que significan, y se nos sitúa como jurado. Es decir, no podemos dejar esta pelicula sin emitir un juicio. En esta parte, la señora aturdida también posee un solo discurso.
Según veo, lo que provoca que este segmento funcione es cómo una capa se impone sobre la otra. Aunque, a mi parece funciona no tan bien en la actualidad como me imagino que funcionaba cuando apareció hace unos 45 años. En parte, quiero suponer que esto se debe a que se ha agotado un poco el poder de esta clase de historias acontecidas en una sala de audiencias. Cuando estas anécdotas resultaban novedosas, la simple apariencia del lugar y sus rituales bastaban para transmitir toda una dinámica narrativa.
La otra cuestión a mencionar es que, en su momento de aparición sospecho que era una idea moderna que una mujer pudiera tener su propia vida interior. Créanme, es un hecho que debe considerarse de modo serio. Así que la naturaleza inusual que la llevan a tomar la decisión de dejar al esposo y al rubio hijo y los escasos discursos en los que más o menos pretendía explicar sus razones le proporcionaron un equilibrio porque eran tan inusuales.
Además, la inserción de una mujer sexualmente liberada que resolvió acostarse una vez con el personaje de Hoffman (y el hecho de que sea una profesional) subraya este impulso.
Pero hoy, ese mecanismo de equilibrio ha desaparecido. Hoy vemos una pelicula sobre un hombre y no sobre un matrimonio. La dinámica equilibrada entre las dos personas ha desaparecido. La dinámica equilibrada entre los dos arcos argumentales también se ha esfumado.
En la época en que se filmó Kramer contra Kramer, supongo que las audiencias por la custodia de un hijo acababan en su mayoría con la entrega del niño a la madre. Así eran las cosas (y tal vez no hayan cambiado tanto como pensamos). Lo innovador de esta pelicula dirigida por Robert Benton es la forma en que retrata la importancia del padre en la crianza de los hijos. Al final, defiende que el niño podría estar mejor con su papá.
Al leer los comentarios que acabo de hacer, se podría concluir que la pelicula no me ha gustado. No es el caso. Simplemente señalaba lo que no me terminó de convencer. En general, la historia hace un buen trabajo mostrando los lazos que hay entre padre e hijo, ya que hay toda clase de escenas en las que comparten lindos momentos juntos. Yo diría que ese fue de forma probable el aspecto más importante de la pelicula.
Pretendido por el guion o no, la pelicula se adelantó a su tiempo y sí alteró la forma en que la sociedad apreciaba la paternidad. Véanse por ejemplo, las escenas de la pelicula en las que el padre recoge a su hijo del colegio, rodeado únicamente de madres.
Puede que sea un poco injusta con la parte femenina de la historia, pero creo que se compensa con esa otra gran pelicula de divorcios de los setenta que es Escenas de un matrimonio de Bergman.
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