Dirección: Larisa Shepitko
Duración: 111 minutos
País: Unión Soviética
Elenco: Boris Plotnikov, Vladimir Gostyukhin, Sergey Yakovlev, Lyudmila Polyakova, Viktoriya Goldentul, Anatoliy Solonitsyn, Mariya Vinogradova, Nikolai Sektimenko, Anatoli Chebotaryov, Sergei Kanischchev, Vasili Kravtsov, Mikhail Selyutin, V. Sokolov, Leonid Yukhin, entre otros.
En un gélido invierno de la Segunda Guerra Mundial, dos partisanos prosoviéticos de nombre Sotnikov y Rybak, salen en busca de comida para ellos y sus compatriotas. Encuentran una oveja en casa de un jefe alemán, pero su regreso al campamento se ve interrumpido cuando son detenidos por una patrulla nazi. Hecho prisionero, Sotnikov se mantiene fiel a sus creencias y se niega a responder a cualquier pregunta a pesar de los maltratos físicos y la tortura. Por su parte Rybak, argumenta que puesto que no saben nada, deberían simplemente contarles todo lo que saben y hacer lo que puedan para seguir con vida. Uno de ellos vivirá, pero a un precio muy alto.
Larisa Shepitko es un nombre con el que muy pocos están familiarizados. Su destacada carrera como directora sólo duró una década, terminada de forma abrupta por un trágico accidente de auto. A pesar de su corta carrera, consiguió crear algunas de las obras soviéticas más notorias de su época.
Su ultima pelicula La ascensión está considerada como una de las mejores cintas soviéticas de la década de los setenta. Sin embargo su obra permaneció en el anonimato durante los años siguientes, que de manera cotidiana solo se hallaba disponible en raras y pobres copias en video. Esa triste situación cambió gracias a la gente de Criterion, que editaron dos de las mejores obras de Shepitko: Wings y la citada La ascensión.
En muchos círculos, la cinta es aclamada como una obra maestra. Dada la sencillez de la historia, dudaría en incluirla en esa categoría, pero no deja de ser una obra impresionante, con su austera fotografía en blanco y negro y una gran interpretación de todos los protagonistas.
La historia está ambientada durante la Segunda Guerra Mundial en Bielorrusia, una de las republicas soviéticas sometidas a la ocupación nazi. Los protagonistas son dos partisanos, Sotnikov y Rybak que pertenecen a un batallón formado tanto por soldados como por civiles que son atacados por los alemanes y se ven obligados a huir al bosque en pleno invierno (la nieve impacta en el paisaje durante toda la narración).
Cabe decir que aunque la historia se sitúa durante la Segunda Guerra Mundial, la narrativa no se preocupa por la batalla que se libra en el frente. En su lugar, Shepitko está mas interesada en examinar la condición humana a través de dos partisanos soviéticos y recorre el penoso viaje que hacen dentro de sus propias almas a medida que se adentran en territorio ocupado en medio del gélido invierno y la persistente amenaza que se cierne sobre ellos.
El par de hombres mencionados reciben la orden de buscar comida, ya que el batallón se ha quedado sin suministros y tanto las tropas como los civiles están al borden de la inanición. Los dos soldados descubren primero que una granja que buscaban ha sido incendiada por los alemanes y sus habitantes presumiblemente asesinados.
Encuentran una casa habitada por un jefe y su esposa, y concluyen que se trata de un colaborador alemán, ya que aun tiene alimentos y un techo bajo el que cobijarse. Sotnikov y Rybak se llevan un animal de granja para comer, pero deciden no ejecutar el jefe.
Durante un encuentro con alemanes, Sotnikov recibe un disparo en la pierna y resulta gravemente herido. Entonces el hombre que está a punto de acabar con su desdichada existencia usando su propia escopeta, pero Rybak lo arrastra de modo heroico a otra cabaña, donde encuentran a una mujer llamada Demchikha, y a sus tres hijos.
La acción se vuelve trágica cuando los alemanes descubren a los dos partisanos que se esconden en el desván de Demchikha, los detienen junto a la inocente mujer y se los llevan para interrogarlos. El relato pone de relieve la crueldad de los nazis cuando detienen a Demchikha y la declaran culpable de ser partisana junto con los dos hombres (los niños son cruelmente abandonados a su suerte a pesar de las desgarradoras suplicas de la madre).
De vuelta en el cuartel general alemán, el par de hombres son interrogados por un tal Portnov, miembro de la policía auxiliar bielorrusa, otro colaborador alemán. El filme vuelve a señalar de forma hábil que buena parte del trabajo sucio fue realizado por lugareños aliados de los alemanes. Sotnikov acaba siendo torturado por el tal Portnov y los soldados colaboracionistas locales (le aplican un hierro candente en el pecho), pero se niega a facilitar información sobre la posición de su batallón.
Por el contrario Rybak, le cuenta a Portnov todo lo que sabe y se le ofrece la oportunidad de unirse a la policía auxiliar.
Mientras tanto, el Jefe ha sido acusado por los alemanes de ser un partisano y él, junto con una tal Basya Meyer, la hija adolescente de un zapatero judío, acaban encarcelados junto con Sotnikov, Rybak y Demchikha.
El desenlace de la historia es claramente contradictorio. Se hace mucho hincapié en el contraste entre Sotnikov, una figura semejante a Cristo, y Rybak a quien un habitante del pueblo llama Judas a la cara tras aceptar la oferta de Portnov de colaborar y consentir, y ver cómo ejecutan a sus compañeros.
Las reacciones de ambos se alargan al máximo para conseguir un efecto melodramático con Sotnikov bañado en un aura de santidad mientras va a la horca y Rybak, prácticamente se arranca los cabellos por la culpa de su decisión de colaborar.
Para mi La ascensión parece más una parábola que una historia basada en un incidente completamente real. Los personajes no están por completo desarrollados como si se tratase de personas reales, pero las emociones son genuinas.
Además el simbolismo religioso puede ser un poco exagerado dado que se emplea el contraste entre el coraje y la traición, pero la historia sigue ofreciendo una visión inquebrantable del poder del que disponen los hombres malvados y la incapacidad de los inocentes para escapar de sus garras mortales.
En general, La ascensión capta con maestría la fuerza y la fragilidad de la conciencia humana a través de las pruebas y tribulaciones de sus polifacéticos personajes, y es un drama bélico absorbente, conmovedor y francamente cautivador, elaborado con destreza y narrado con una fuerte garra emocional.
Guiado por la intrépida dirección de Shepitko y realzado por unas interpretaciones inolvidables, este oscuro e infravalorado clásico del cine soviético bien merece un publico más amplio. Muy recomendable.
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