Director: Mel Gibson
Duración: 139 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Rudy Youngblood, Dalia Hernández, Jonathan Brewer, Morris Birdyellowhead, Carlos Emilio Báez, Amilcar Ramírez, Israel Contreras, Israel Ríos, María Isabel Díaz Lago, Espiridion Acosta Cache, Mayra Serbulo, Iazua Larios, Lorena Hernández, Itandehui Gutierrez, Sayuri Gutierrez, Hiram Soto, José Suárez, Raoul Max Trujillo, Gerardo Taracena, entre otros.
" Cuando el poderoso Reino Maya se encuentra enfrentando su inminente decadencia, un joven es tomado prisionero y llevado a un peligroso viaje en donde conoce un mundo gobernado por el miedo y la opresión."
Espero que se me permita ser completamente franco y realizar mi breve reseña de la película que esta vez me ocupa, explicando todo el asunto que expone la misma y la manera en que la interpreté. En primer lugar diría que Mel Gibson no tiene ningún interés en la cultura maya; es decir, ni en conocerla, ni mucho menos en comprenderla. Esto se puede asegurar gracias a que en su creación no dedica ni un solo minuto a explorar el proceder, el sistema o el origen de los métodos de los que hacia uso la poderosa civilización mesoamericana. Ni le dedica una sola escena a analizar la naturaleza violenta que expone en pantalla, y que bien podría haber existido al interior de una cultura que destacó por encima de otras durante tantos siglos. En todo caso, lo que realmente pretende es regocijarse ante la violencia de la naturaleza que los rodea y que habita entre ellos. En otras palabras, en esta oportunidad estamos ante un director que está completamente hipnotizado por la sed de sangre, como se había advertido en todos sus esfuerzos de dirección anteriores, lo cual se traduce de modo acertado en el exceso de violencia, en el casi gore espantoso que podemos apreciar en este filme. Una y otra vez. Y desde luego, su exactitud histórica es incuestionable. Por lo cual podría construirse una extensa lista de los errores y horrores en los que cae, por citar alguno el desconocimiento de que los mayas deben haber sido los mejores astrónomos de su tiempo o el presentar a los españoles como héroes, sugiriendo que rescataron tanto a los mayas como a otros pueblos mesoamericanos. Dicho de otra manera, insinuar que si el cristianismo y la cultura española no se hubieran incrustado en México, los aztecas, mayas y otros hubieran continuado cortándose las gargantas por deporte y riéndose al ver la sangre derramada.
En una de las primeras escenas de la cinta, un grupo de cazadores mayas persiguen y terminan con la vida de un tapir en la exuberante selva de Yucatán. Cuando determinan sentarse juntos, organizando una especie de reunión creada para hacer la entrega de las partes del animal y deleitarse con la presa, algunos de los integrantes del clan convencen a un compañero de caza al que llaman Blunted (algo así como sin filo o chato) para que engulla los testículos del mamífero que han capturado, con todos los buenos deseos de que al momento de hacerlo consiga hallar un remedio para su conocida infertilidad. Sí, de tan penoso mal, provenía el ingenioso mote. Pronto, todos terminan riendo como si de una banda de subnormales se tratara, para terminar confesando que solo le estaban gastando una pequeña broma y nada más. Después aparece otro chiste acerca de penes y cosas por el estilo. Es decir, Mel Gibson usa este tipo de humor propio del vestuario de un equipo de fútbol para fundamentar en los primeros minutos de su obra su acercamiento a la cultura maya, que de otra manera nos sería ajena, y casi nos obliga a asentir después de haber evocado el lugar en donde hemos observado esa clase de comportamientos, formulándonos de forma torpe que esos indígenas de infrecuentes peinados y rostros tatuados son como tú y como yo. De tal manera que, este es con mucho, el ángulo antropológico más avanzado que se emplea en el filme y muestra la pereza con la que Gibson y Safinia (escritores del guión) abordaron la historia.
En ese sentido, el resto de la descripción que se compone en la narrativa, es la del declive del imperio maya debido básicamente a una rivalidad interna entre las tribus que lo componen, como se relata en el preludio del filme valiéndose para ello de una cita del historiador Will Durant que expresa: "Una gran civilización no puede ser conquistada desde afuera, hasta que se destruya a sí misma desde adentro." Respecto a ello, nunca se ofrece una explicación que resulte por lo menos satisfactoria de por qué o cómo sucede este argumento, ya que Gibson está demasiado preocupado por el derramamiento de sangre sin sentido, además de mostrarnos los rostros burlones de los villanos caricaturescos de los que goza su relato, los cuales residen en tribus foráneas que solo existen para hacer todo lo posible para castigar a los guerreros de otros clanes y sacrificar humanos como ofrenda para sus dioses.
Uno de ellos es el joven muchacho de familia de nombre Garra de Jaguar que es capturado y transportado a una enorme ciudad que se encuentra en guerra, listo para ser sacrificado en uno de sus colosales templos. Acto seguido, por lo que solo puede describirse como un evidente Deus ex machina (acontece un eclipse), logra huir de sus captores para terminar adentrándose en la selva, resuelto a salvar a su esposa embarazada y a su hijo que se han ocultado en pozo cerca de su aldea natal, del que no pueden escapar debido a la escasez de lianas o de alguna mano fornida o un par de ellas que les auxilie con el contratiempo en el que se hallan. Luego, sin motivo aparente alguno empieza a llover a cántaros. Así que, de forma inexplicable, los malvados villanos persiguen a Garra de Jaguar a través y a lo largo de toda la selva, cruzando cascadas, sorteando barrancos y un largo etcétera.
Ahora bien, si así se le desea denominar Mel Gibson puede ser un ignorante trastornado, pero cuando finalmente se aleja de su estilo introspectivo casi especulativo centrado en la usada dinámica del gato y el ratón nada más que ubicada en la selva, su creación recibe un merecido golpe de curso y cambia al reconocido modo de persecución. Justamente en ese punto, el filme se convierte en Predator o Mad Max en la selva de Yucatán, y se transforma en un producto totalmente entretenido gracias a ello. Incluso, yendo un poco más lejos, considero que podría tomarse como un buen ejemplo de la explotación y el exceso de dosis que se pueden utilizar de sangre en una película, tanto que puede provocar que uno se sienta hasta disgustado con los mayas.
En un momento dado, este filme es tan inquietante debido a su violencia, a su brutalidad, a lo sangrienta que es; y todo por la única razón de infundir la imagen de hombre malo en los villanos sonrientes que atesora. Y de ninguna manera declaro esto porque soy una persona que sufra de miedo a la sangre (aunque si perteneces a ese grupo, no debes ver esta cinta), sino por considerarme un espectador que es capaz de distinguir la línea que existe entre lo necesario y lo excesivo. Por supuesto, la caza, el sacrificio humano y animal son asuntos realmente sangrientos. Pero no es necesario contemplar como un jaguar tritura el rostro de un hombre durante el tiempo que duran tres escenas.
En resumen, es una película entretenida, aunque completamente inútil, que no realiza ninguna declaración en particular. Gibson exagera la historia de una civilización histórica embarullándola con toda clase de elementos que toma prestados de otras cintas, hasta alcanzar el punto en que el relato se convierte en una extraña fantasía de ciencia ficción.
En fin, luego de todos los años que habían transcurrido después de haber visto este polémico filme por primera vez, me sigo quedando con ese grotesco y al mismo tiempo cómico final que ya había olvidado debido al deterioro que provoca el tiempo. Así como ocurrió aquella vez en una sala de cine, volví a soltar a una gran carcajada, solo que esta vez sucedió mientras permanecía repantigado en el mullido sillón naranja desde el que avizoro todas las bellas producciones del séptimo arte. Que a veces ni es arte, sino mero esparcimiento.
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