Director: Larry Charles
Duración: 84 minutos
País: Estados Unidos/ Reino Unido
Elenco: Sacha Baron Cohen, Ken Davitian, Luenell, Chester, Charlie, Ilham Aliyev, Pamela Anderson, Bob Barr, Carole De Saram, Mitchell Falk, Alan Keyes, Andre Myers, Jean-Pierre Parent, Chip Pickering, James Smith, Grace Welch.
" Un importante reportero de la televisión kazaja, de nombre Borat, es enviado a los Estados Unidos para informar acerca de sus experiencias en el país más importante del mundo. A medida que transcurren los días, con un equipo documental a cuestas, Borat se va interesando más en localizar a Pamela Anderson para casarse con ella.
Habría que arrancar diciendo que esta es una película única, es decir no existe ninguna otra que le se parezca en nada, ni es similar a alguna cinta a la que copie de forma descarada. Se trata esencialmente de un documental falso sobre un productor y reportero de televisión de Kasajistán que ha decidido realizar un documental sobre Estados Unidos. Su banal trama tiene que ver con el viaje de Borat a través del país en busca de Pamela Anderson, de quien se enamora después de observar un viejo episodio de Baywatch mientras se hospeda en un hotel y con quien de modo resuelto espera casarse.
El personaje de Borat es una creación del comediante británico Sacha Baron Cohen (quien supongo suele usar su segundo nombre para evitar ser confundido con una patinadora de hielo estadounidense) que hace uso de su peculiar creación, un extranjero, para ser capaz de expresar opiniones que serían inaceptables en la sociedad occidental moderna. Y eso, que fue lanzada hace más de diez años, como están las cosas en la actualidad que un producto como este apareciera en el ambiente contemporáneo, me parecería simplemente inimaginable. Por ese motivo, esta es una obra que nada tiene que ver con el término tan manoseado de lo políticamente correcto. Esta muy lejos y en contra de ello. Tampoco es una película dirigida para aquellos a los que no les agrade el humor escatológico.
Borat es un misógino perfectamente confeccionado de los pies a la cabeza, cuya visión de las mujeres es que son seres que poseen cerebros del tamaño de una ardilla y fueron colocadas en la Tierra únicamente para el placer sexual de los hombres. Desde luego, esto incluye a su propia hermana, a quien describe con orgullo como la prostituta número cuatro en Kasajistán. Además, es un racista confirmado que atesora un odio casi obsesivo en contra de los judíos. Otros objetivos de su indómito desprecio incluye a los negros, gays, retrasos (por no decir retardados), gitanos y (por alguna extraña razón) los uzbekos.
En el transcurso de su viaje, se encuentra con varios representantes de la sociedad americana: un grupo feminista, una pareja judía que dirige un establecimiento donde se brinda alojamiento y comida, un grupo de personas de la aristocracia, un comediante, un consultor de etiqueta, un instructor de manejo, un predicador fundamentalista, un organizador de rodeo, un grupo de estudiantes universitarios, e intenta sorprenderlos con sus puntos de vista o por lo menos conseguir incitarlos para que estén de acuerdo con ellos.
Ahora bien, aunque en muchas ocasiones el humor no estuvo cerca de lo que a mi me hace reír, me parece un filme muy divertido y gracioso. En la mayoría de sus escenas, las que comprenden todos los extraños encuentros de Borat, me provocaron gran cantidad de carcajadas. Incluso, hay grandes líneas en sus singulares diálogos, las cuales prefiero omitir por los elementos tan gráficos, vulgares y subidos de tono con los que fueron construidas.
Por otro lado, algunos kazajos resolvieron hacer una excepción y después de algunas controversias causadas por esta cinta, permitieron que se hiciera uso del nombre de su país en una creación tan especial como esta; a mi entender esto se debió a que está claro que la nación que Borat retrata prácticamente no guarda ninguna conexión real con el nombre de ese lugar ubicado en Asia Central.
Probablemente Cohen eligió a dicha región como la patria de su personaje, porque es un sitio del cual la gran mayoría de los occidentales no atesoramos ninguna imagen mental, ni hablar de conocimiento alguno. En cualquier país del mundo gozamos de nuestras propias ideas preconcebidas sobre los estadounidenses, los franceses, los alemanes y algunas otras personas de distintas nacionalidades, no solo estereotipos que rayan en lo racista sino de igual manera apreciaciones más sutiles sobre su idiosincrasia, comportamiento, dieta, forma de vestirse, etcétera. La mayoría de habitantes del planeta (incluso habiendo oído hablar de Kasajistán) no cuentan con una idea preconcebida de los kasajos.
Como lo mencioné, en su momento el filme generó una gran cantidad de controversias. En algún sentido, algunos humanos obtusos suelen asumir que el actor comparte las opiniones de su personaje y que en esta ocasión se trataba de una película de propaganda realizada solamente para apoyar alguna ideología en concreto. Por supuesto, tales objeciones, se pierden el punto fundamental que expresa la película. A menudo, se asume que la propuesta de la gente que hace sátira es apoyar los puntos de vista de aquello que están satirizando. Sin embargo, para su mala fortuna Cohen es un hombre judío y procedió con este proyecto para exponer el antisemitismo y otros prejuicios que existen en la sociedad moderna. Es decir, si estás de acuerdo con lo expuesto por Borat, seguro que captaste la naturaleza de la broma, que es el meollo de todo este asunto.
Y si bien Borat en su extendido periplo no logra hallar algún gringo que comparta sus diferentes puntos de vista, otras formas de intolerancia parecen prosperar y en ello esta película es una indiscutible evidencia de que siguen existiendo toda clase de ideas retrogradas. Aunque hubo debate sobre qué escenas involucraron a personas comunes y corrientes y cuáles de ellas estaban actuadas, está claro que la intención de Cohen no era celebrar prejuicios sino burlarse de ellos, y que no solo se quedara con lo que sucedía en Estados Unidos.
Las opiniones del protagonista sobre los judíos pueden parecer horrendas, pero son solo una versión exagerada de los pensamientos antisemitas que aún persisten en muchos lugares. En occidente, la expresión de tales opiniones ha sido, todo un tabú desde 1945; pero en otras partes del mundo de manera nociva el odio contra los judíos puede ser expresado abiertamente.
Finalmente, sin duda Cohen apreciará el dato irónico de que mientras la película en la que aparecía y se mantenía en los cines, el gobierno iraní, con la total aprobación del presidente de aquel país, organizó una conferencia internacional de gente que ponderaba la causa nazi, los negadores del Holocausto y toda clase de fanáticos anti judíos. El boratismo, para desgracia de la humanidad, existía y parece que seguirá existiendo.
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