Director: John Carney
Duración: 86 minutos
País: Irlanda
Elenco: Glen Hansard, Markéta Irglová, Hugh Walsh, Gerard Hendrick, Alaistair Foley, Geoff Minogue, Bill Hodnett, Danuse Ktrestova, Darren Healy, Mal Whyte, Marcella Plunkett, Niall Cleary, Wiltold Owski, Krzysztos Tlotka, Tomek Glowacki, entre otros.
" Una obra acerca de un músico callejero y una mujer inmigrante que conviven durante una semana en Dublín, mientras escriben, ensayan y graban sus propias canciones que cuentan una historia de amor."
Me voy a volver un poeta por un breve instante para describir las sensaciones que me dejó esta película. Para ello expresaría: ¡qué amarga dulzura despierta esta obra en las entrañas más profundas de cualquier espectador! y ¡cuán sorprendente es que una creación tan pequeña y sin artilugios agite tales emociones, lo que grandes epopeyas de simulación y repletas de recursos, muchas veces no consiguen mover ni un centímetro!
Sin duda que el valor de producción del filme es bajo; sin embargo la forma en que fue realizado, muy cercano al estilo de un documental, solo le suma realismo.
La película se filmó principalmente en vídeo, haciendo uso muchas veces de largas secuencias sin cortes, algo muy lejano a las complejas construcciones casi operísticas que hemos visto en cintas de Scorsese o incluso en trabajos del propio Cuarón, todo en su forma es la simpleza. Para ello, se emplearon bastantes tomas estáticas, en las que se nos muestran a los dos personajes principales interactuando.
Dicho de otra manera, la mayor parte de su metraje consiste solamente en eso, en la interacción de los dos personajes en los que está centrada la narrativa, lo que provoca una emotividad que se deriva de esa particular correspondencia que es verdaderamente inspiradora.
Por otra parte, el modo tan realista y completo de la situación que cimentaron tanto el director como los actores en la historia que nos cuentan resulta tan convincente, que la cinta bien podría ser llamada como un documental que tiene como protagonistas a dos amantes de la música; siguiéndolos desde su fortuito primer encuentro, pasando por el todo el transcurso de una semana turbulenta y apasionada de creación musical. Sin embargo, lo que es realmente notablemente en el filme, es el abanico emocional que documenta dicha crónica.
Así que, como ya lo mencioné la palabra clave para definirla sería: simplicidad. La trama es tan simple como podría ser: una reunión casual y una semana de creación musical. El valor de la producción es casi inexistente y la fotografía es obviamente sencilla y minimalista, excepto por una escena que involucra una grúa, que para mi gusto parecía un poco fuera de lugar. Lo mismo ocurre con las actuaciones que son muy elementales y hasta espontaneas; es más, da la impresión a cada momento de que nuestras dos estrellas son muy parecidas a los personajes que interpretan en la vida real (ambos son músicos), algo muy parecido a las emociones que provocaban las conocidas obras de Richard Linklater, Before Sunrise / Before Sunset, en las que se vislumbraba que tanto Ethan Hawke como Julie Delpy legaban mucho de ellos mismos en los personajes que interpretaban.
Ahora bien, mucha gente suele calificar este filme como un musical moderno. Bueno, debo decir que al principio me molestó dicha afirmación, ya que toda la música presente en la cinta, se interpreta en pantalla dentro del contexto del propio relato. Es decir, no vemos ningún irrupción fulminante de alguna danza mientras suena alguna melodía en la película, todo el argumento va más sobre un par de personas que están componiendo música en pantalla, en tiempo real y de forma natural. No obstante, un poco después de meditarlo, finalmente llegué a una conclusión que podría explicar por qué la gente describe con esa etiqueta a esta producción irlandesa.
Veamos, en las películas musicales que podría llamar clásicas, todas las canciones que van surgiendo tratan sobre el avance y la representación de la trama. Sin embargo, con este filme, se da un giro a esa situación: ya que en realidad no hay una trama sobre la cual declamar (aunque los personajes si cuentan con un arco muy bien construido), más bien en este caso todas las canciones tratan sobre el avance y la representación pero de los estados emocionales de los personajes. Claras muestras de ello son aquella canción desgarradora de Hansard que le escribe a su novia que se encuentra en Londres. O el triste anhelo que Irglová plasma al ponerle la letra a una de las melodías de Hansard que escucha cuando el decide prestarle un reproductor de CD con sus creaciones.
Habría que decir también que si bien es cierto que las canciones gozan de un gran impacto emocional, el resto de la película abarca una resonancia emocional mucho más sutil. En ese sentido, creo que esta puede ser una de las representaciones cinematográficas más tristes, genuinas y hermosas de lo que es el amor platónico y no correspondido que se hayan visto. Por el contrario, algunas personas han manifestado haberse quedado al final de la historia con sentimientos mezclados de euforia e introspección. En mi caso, me sigue pareciendo un final extremadamente melancólico. Es incluso triste si uno se pone a realizar el estéril acto de pensar en todas las posibilidades que se vendrían a partir de lo que ocurre en ese cierre. Aunque es positivo, por supuesto, que la película concluya donde lo hace, en una despedida, y no se detenga en lo que le sucede después a ninguno de los personajes. La historia comienza y termina presentando la relación que existe entre dos personajes y lo deja justo de esa forma.
Para más de uno puede ser trágico pensar que todas las cosas bellas, felices y agradables que suceden en la película solo pueden acontecer una vez en la vida. Como dice su propio eslogan: ¿Con qué frecuencia encuentras a la persona adecuada?. La respuesta está en el mismo título de la obra: una vez.
Y se pueden hacer muchas otras preguntas por el estilo, haciendo uso de lo que pasa en el relato: ¿con qué frecuencia tiene la oportunidad un hombre, de pasar de ser un músico callejero a grabar de manera profesional? o ¿con qué frecuencia se obtiene un préstamo en el banco, gracias a que justamente el empleado del lugar comparte la misma pasión en la vida que tu?, o ¿con qué frecuencia consigues robar en secreto la amada motocicleta de tu padre durante el día? La respuesta a todas estas interrogantes: una vez, una sola vez.
Filmada con un presupuesto muy reducido, son obras como estas las que siempre le han brindado un futuro prometedor al cine independiente. Ese que está desprovisto del peso de las grandes producciones de Hollywood, y que a veces se vuelve incluso en una especie de contrapeso del cine independiente estadounidense. Este cine independiente del mundo es libre para inspirarse en cualquier fuente que necesite, ya sea la mente humana, cualquier clase de surrealismo o la música tradicional irlandesa.
Este filme, en particular obtuvo cierta trascendencia gracias no solo a lo bien acomodadas que están algunas de sus piezas, y no solo a la música tan hermosa que presenta, sino a su mencionada simplicidad y a lo asequibles que nos pueden parecer tanto sus personajes como los eventos que conocemos. ¿Le puede pasar esto a alguien? Sí. ¿Cuántas veces puede pasar? Una vez.
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