Director: Jean-Pierre Melville
Duración: 140 minutos
País: Francia/Italia
Elenco: Alain Delon, Bourvil, Gian Maria Volonté, Yves Montand, Paul Crauchet, Paul Amiot, Pierre Collet, André Ekyan, Jean Pierre Posier, François Périer, Yves Arcanel, René Berthier, Jean-Marc Bories, Jean Champion, Yvan Chiffre, entre otros.
" Mientras Corey, sale de prisión tras cumplir condena en una cárcel francesa, Vogel, un criminal custodiado por el temible comisario Mattei, escapa del tren en el que viajan. Después de robar a un antiguo socio, Corey se encuentra con Vogel y le propone formar equipo para realizar un meticuloso robo de joyas."
Con el cine de Melville me replanteo la eterna cuestión: ¿Cine comercial o cine de autor? Reconozco que se trata de un replanteamiento estéril. Ya hace tiempo que resolví esta cuestión en favor del cine que pretende transmitir ideas antes que el que busca taquillas millonarias, presupuestos cubiertos y cuenta de beneficios. Con Melville me encuentro a gusto, porque siento como si formara parte de su cine.
Esta cinta es auténtico cine negro francés. Un cine de personajes más fríos, gélidos. Cine polar de gestos helados como témpanos, donde hasta el ademán de encender un cigarrillo dura la eternidad de una reflexión. Cine donde las motivaciones resultan suposiciones hasta que una mirada o una bala las confirman o las desmienten. Cine donde los silencios solo admiten las palabras ciertamente imprescindibles. Es esa clase de cine de autor que precisa la complicidad del espectador para alcanzar su perfección. Melville tiene su toque como lo tuvo Lubitsch en la comedia. Ambos distintos, pero ambos buscando al espectador inteligente.
En este ejercicio los arquetipos generados por Melville crean el patrón impuesto a sus personajes. Una lógica implacable determina sus movimientos: los soplones cederán siempre ante los chantajes policiales y colaborarán con quienes les extorsionan; los estafadores guardarán un silencio atroz; los comisarios e inspectores interrogarán sin ninguna esperanza de éxito a éstos y chantajearán a aquellos, el resto de personajes deberá mentir si quiere seguir viviendo. Nada es fortuito.
El motor de la acción no es la lucha entre el bien y el mal, sino entre la eficacia del trabajo realizado con rigor y el de quienes se basan en confabulaciones, manipulaciones, abusos de poder, excesos y el uso ilegal de violencia física, psíquica y emocional.
La obra se basa en un guión ingenioso, bien concebido y construido con gran sentido del ritmo y la intriga. Destaca su sobriedad, elegancia y precisión. Desarrolla una historia sustancial, depurada y estilizada, de gran fuerza expresiva. Construye unos protagonistas coherentes, bien diferenciados y verosímiles. Crea una atmósfera densa, que envuelve la acción en un clima de fatalismo y tragedia. Presta gran atención a los detalles, sobre todo en la extensa y minuciosa secuencia del robo, la cual dura exactamente 25 minutos y en la que no se escucha una sola palabra. Magistral secuencia, tan magistral en sí misma como preludio de un desenlace anunciado.
Es curioso que, en tres de las cintas más importantes de cine negro europeo (que además son dirigidas por Melville), haya sido Alain Delon el héroe moderno, elegido por el director como hilo conductor, capaz de crear y transmitir, la ambigüedad y el hermetismo, necesarios en el ambiente. Probablemente, el propio actor francés no se haya dado cuenta aún, de las tres joyas de Melville que ha dejado para la posteridad dentro de la historia del cine. Tampoco la crítica cinematográfica ha reconocido, suficientemente la sensibilidad y el carisma de Delon. Como ocurre siempre, con el paso del tiempo, la mirada retrospectiva utiliza la objetividad sin prejuicios, y en la actualidad, tanto el público aficionado al cine, como la crítica más actual, están situando a este gran actor en el lugar que se merece.
Como aventura el prólogo: si unos hombres incluso aunque ellos lo ignoren deben volver a encontrarse un día, pese a lo que les haya podido suceder y los caminos que hayan seguido, ese día deben reunirse en el círculo rojo, en ese contorno marcado de escarlata se reúne lo mejor y más representativo del cine negro francés.
Un elenco de actores en estado de gracia conducidos por un director, que maneja con buen pulso el ritmo y es capaz de otorgarle significado a los silencios.
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