Dirección: Volker Schlöndorff
Duración: 142 minutos
País: Alemania Occidental / Francia / Yugoslavia / Polonia
Elenco: David Bennent, Mario Adorf, Angela Winkler, Katharina Thalbach, Daniel Olbrychski, Tina Engel, Berta Drews, Roland Teubner, Tadeusz Kunikowski, Andréa Ferréol, Heinz Bennent, Ilse Pagé, Werner Rehm, Käte Jaenicke, Helmut Brasch, Otto Sander, Wigand Witting, Mariella Oliveri, entre otros.
Ubicada en Danzig entre los años de 1920 y 1939. Oskar Matzerath , quien es hijo de un cocinero local, es un chico de lo más peculiar. Dotado de pleno intelecto desde antes de su nacimiento, decide en su tercer cumpleaños no crecer al ver el loco mundo que le rodea en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Se niega a integrarse en la sociedad y su tambor de hojalata simboliza su protesta contra la mentalidad de clase media de su familia y su barrio, que representan a todos los pasivos de la Alemania Nazi de la época. Pero (casi) nadie le escucha, así que la catástrofe continúa.
Debo revelar que no pensé volverme a encontrar con este filme una vez más en la vida. Pero bueno, así son los caminos misteriosos de la existencia. Y es que debo manifestar que tenía de ella el recuerdo de su visionado como una de las más desagradables experiencias que hubiese tenido con el séptimo arte. Tanto era así, que cuando alguien me preguntaba cual era la peor pelicula que hubiese visto en mi largo camino como cinéfilo, mi respuesta de inmediato era algo así parecido a: aquella del engendro que no deja de tocar un tambor.
Y aunque mi opinión acerca de ella ahora que he vuelto a verla no se ha modificado tanto como para que unos años después la mire con una devoción pertinaz, si puedo admitir que no me pareció tan terrible, ni la sufrí tanto como la primera vez que la vi.
Pero veamos, recuerdo de manera perfecta cómo fue que llegué a ella, hace unos diez años. Recuerdo que en aquellos días los viernes había un programa en un canal de cable donde un par de conductores (malísimos en el tema del cine) invitaban a una personalidad para que comentara lo que se suponía eran sus tres películas favoritas. Así que por aquel programa desfilaron toda clase de famosos, desde conductores, cantantes, políticos, actores, deportistas y un largo etcétera.
Así que alguna vez en el singular programa (era singular porque casi siempre terminaban hablando de muchas cosas, menos de las películas elegidas por el invitado) apareció Cesar Costa, el meloso cantante mexicano para recomendarla (él si con una gran devoción) comentando que prácticamente su visionado le había cambiado la vida. Ante lo cual solo pienso que cada quien con sus filias y sus fobias.
El tambor de hojalata se basa en la aclamada novela de Gunter Grass, que utiliza el realismo mágico para captar la locura de la guerra y la locura de las personas que la hicieron posible. Tengo entendido que esta pelicula solo aborda las dos primeras partes de la novela, dejando fuera los acontecimientos de la posguerra. La cinta ganó el Oscar a la mejor pelicula extranjera en 1980 y la Palma de Oro en Cannes. También fue prohibida en Oklahoma acusada de pornografía infantil.
Y repito, aunque ahora no la encontré insufrible como la primera vez, a mi parecer a pesar de sus momentos de brillantez (que si los tiene), el tambor de hojalata me dejó con una sensación de ser una obra inconclusa y en algunos momentos de forma curiosa bastante frío. Es decir, me quedé con la sensación de indiferencia ante lo que les pasaba a los personajes, que es una de las peores sensaciones que existe en el cine.
Es un tipo de película muy diferente de las otras que he visto esta semana, que utiliza la sátira y el surrealismo para explorar las reacciones de la gente durante el periodo comprendido entre 1939 y 1945. Parece expresar que está bien dejar de crecer (es decir, de participar en el mundo) como protesta contra el cinismo y la corrupción del mundo adulto.
El escenario donde ocurre la mayor parte de la historia de nombre Danzig (en polaco Gdansk) es una importante ciudad portuaria del norte de Polonia. Gdansk o Danzig fue una ciudad libre e independiente hasta el infame primero de septiembre de 1939, cuando se convirtió en la primera región tomada por Alemania al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Tras la guerra, la ciudad volvió a formar parte de Polonia.
La película es la historia de Oskar Matzerath, un niño que crece en el este de Alemania antes y durante la Segunda Guerra Mundial. El mocoso Oskar decide que la única forma de protestar contra el mundo de los adultos es tocar el tambor y seguir siendo un niño para siempre. Esta es su refutación de la sociedad y su tambor de hojalata es su protesta contra la mentalidad de su familia y su vecindario, o quizá contra todos los pasivos de la Alemania Nazi de la época.
O tal vez, Oskar intenta sacudir al mundo de su carácter inhumano. Su vida refleja la lucha de Alemania por liberarse de su propio sueño de superioridad teutónica y encontrar la paz en el alma nacional.
David Bennent quien encarna al personaje de Oskar, realiza una interpretación excepcional, creando un personaje inquietante y aterrador a la vez. Y por momentos también genera una enorme antipatía. Parece un hombre pequeño en el cuerpo de un niño, pero sus ojos son profundos y guardan una mirada de complicidad que parecía estar mirando a través de la pantalla.
Oskar no es una simpática versión actualizada o contemporánea de Peter Pan. Desde los tres años (cuando le regalan su primer tambor de hojalata, idea de su madre), Oskar descubre en una ocasión que su padre intenta quitárselo que puede gritar con un tono tan alto que es capaz de hacer añicos cualquier trozo de cristal. Incluso es capaz de controlar su grito hasta el punto de poder romper ventanas del otro lado de la calle, o grabar escritura en el cristal.
Es más, la astuta criatura utilizada su habilidad para manipular y controlar el mundo de los adultos, a menudo haciendo comentarios maliciosos y cínicos sobre la locura que le rodea. En un momento dado, interrumpe un mitin nazi cambiando el ritmo de su tambor por el del Danubio Azul, que luego sigue la banda. Y hay que aceptar que esa escena en la que la multitud se pone a bailar y enseguida llueve, dejando a los soldados nazis perplejos, es una de las mejores de la pelicula.
Por lo demás, las escenas en las que el nene se une a una compañía de enanos y encuentra compañeros cariñosos de su propia variedad me parecieron muy tiernas y conmovedoras. Sin embargo, la pelicula se vuelve moralmente ambigua para mi cuando el protagonista y su compañía deciden entretener a los soldados nazis en el frente. Y la narrativa nunca aclara realmente cuáles son sus motivaciones y las acciones de Oskar parecen contradecir su propuesta esencialmente anarquista durante la mayor parte del metraje.
Además, el filme también contiene algunas escenas que escandalizaron a muchos de sexualidad infantil y grotescas representaciones de anguilas que se deslizan para ser pescadas utilizando como cebo una cabeza de caballo. El resultado, sobra decirlo es estimulante a nivel estomacal.
En fin, en esta ocasión El tambor de hojalata me pareció una creación absorbente y provocadora, pero a pesar de sus momentos de lucidez, no me resultó una experiencia totalmente satisfactoria. Sin embargo, según veo en esta nueva oportunidad lo que hace la cinta es oscilar de forma desigual entre ser surrealista de un modo destacado (con escenas que impactan), para transformarse es desagradable por el mero gusto de serlo y visualmente hipnótica.
Además el regodeo en lo bizarro y lo grotesco seguramente son el motivo de que divida tanto las opiniones, pero en mi caso, aquellas inexplicables, largas y lentas secuencias a la mitad del metraje con lo irrelevantes de algunos de los personajes (no hay necesidad de preocuparse de la existencia de alguno de ellos) son los que más lastran el potencial de una obra que bien pudo haber llegado a niveles más elevados.
Sin embargo, en retrospectiva es evidente su influencia en muchos cineastas que aparecieron después como el también alemán Tom Tykwer o el polémico Lars Von Trier.
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