Dirección: Ousmane Sembene
Duración: 120 minutos
País: Senegal
Elenco: Tabata Ndiaye, Alioune Fall, Moustapha Yade, Matoura Dia, Ismaila Diagne, Ousmane Camara, Nar Modou, Makhouredia Gueye, Mamadou Dioumé, Omar Gueye, Mamadou Sy, Mody Gueye, Samba Touré, Serigne Ndiaye Gonzales, Pierre Orma, Eloi Coly, Marek Tollik, Clarice Diop, entre otros.
Los Ceddo intentan preservar su cultura tradicional africana frente a los ataques del Islam, el cristianismo y el comercio de esclavos. Cuando el Rey Demba War se alinea con los musulmanes, los Ceddo secuestran a su hija, la princesa Dior Yacine para protestar contra su conversión forzosa al Islam. Tras intentar rescatar a la princesa, varios herederos al trono son asesinados, y el Rey es asesinado durante la noche. Finalmente, los secuestradores son abatidos y la princesa es llevada de vuelta al pueblo para enfrentarse al imán, ya que todos los aldeanos están recibiendo nombres musulmanes.
Al parecer el periodo representado en la cinta es aquel en la historia de Senegal que pertenece a la década de 1860, cuando para ayudar a resistir el colonialismo francés, varios lideres se convirtieron al Islam.
A lo largo del siglo posterior que culminó con la independencia del país africano de Francia en 1960, el Islam se asentaría de manera firme, pero lo interesante de esta película es que el director Ousmane Sembene lo muestra como si fuese un conjunto más de doctrinas impuestas desde el exterior.
Cabe aclarar que el término ceddo puede significar muchas cosas y es bastante complejo (mucho más allá de mis conocimientos y del alcance de una mera reseña cinematográfica), pero en este relato lo vemos aplicado a la gente común y corriente que sigue costumbres tradicionales atemporales, incluida la adoración de sus propios ídolos.
Por ese motivo cuando se les obliga a caer en la encrucijada que es convertirse o a morir, algunos de ellos secuestran a la hija del Rey en un intento de resistencia, lo que constituye la base de la historia.
La narración revela la imperfección existente en el dominio monárquico, donde un solo hombre toma todas las decisiones, y en este caso, más aun cuando se convierte al Islam. Luego se enfrenta a una lucha de poder con el Imán, y conocemos uno de los aspectos más engañosos de la religión, que en muchas ocasiones se trata poco sobre la iluminación espiritual, y más sobre la afirmación del poder sobre la gente común, que simplemente desean que los dejen vivir en paz.
Por estas razones (y no por una variante que pertenezca a la ortografía politizada del término ceddo) un presidente de Senegal de apellido Senghor que fue elegido en 1978, prohibió este filme durante ocho años en aquel lejano territorio.
Encima la historia también muestra el poder en decadencia del cristianismo en aquellos lares en la forma de un sacerdote que no expresa ni una sola línea en la pelicula, y que se reduce a fantasear sobre conseguir una congregación más grande donde desarrollarse.
También aparece un esclavista de origen francés, que aunque habla poco (o más bien nada) y guarda algún secreto turbio, es un hombre que suele ejercer el poder con crueldad, ya que todas las facciones involucradas en el lugar intercambian seres humanos con el rufián por bienes materiales como alimentos o armas.
Por supuesto esto último debe ser uno de los elementos más inquietantes dentro del comercio de esclavos, la complicidad de los africanos con otros compañeros del mismo origen, y es bastante incómodo conocerlo.
Puede agregarse que la base de toda la anécdota se volvió atrayente al arranque de la ficción, así como echar un vistazo a las costumbres y ropa tradicional del lugar (entre otras cosas, destacaría los sombreros que son bastante coloridos).
Por lo visto su forma tradicional de debatir incluye al parecer el uso de una excesiva cortesía y manifestarse a través de un tercero, aunque todos los implicados estén presentes en la reunión. De tal forma que el tercero en discordia repite mensajes utilizando cierto elemento de petulancia, y también se dirige a los oradores destacados como si fuera una especie de impulsor.
A su vez se dan el lujo de regalar algunas frases peculiares como aquella que versaba: Un hombre que usa pantalones llenos de grasa, no debe acercarse al fuego.
Sin embargo, para su mala fortuna la cinta tiene un ritmo demasiado lento (a causa de una edición muy pobre, casi de principiante que origina poca cohesión en términos generales) para la historia que cuenta que es bastante simple, lo que la transforma en un verdadero lastre en distintas partes del metraje.
Para un filme de esta duración y lo que narra, me habría gustado ver mucho más contexto de los eventos que nos presenta, dado que existe una enorme complejidad en los acontecimientos que se ve bastante debilitada a lo largo de la historia, y que hubiese permitido que los propios personajes encontraran un mejor desarrollo. Incluso como alternativa, podría haberse simplificado para que fuese mucho más corta.
Además, aunque los colores son vibrantes y Sembene me transportó a ese mundo tan particular, lo cual es sugerente por sí mismo, debo admitir que la producción no me parece en especial descollante. Es decir, puedo perdonar ciertas actuaciones que no son profesionales y por lo tanto se muestran desiguales en pantalla (aunque hay que conceder que algunas interpretaciones si se salvan), pero hay demasiadas secuencias de los personajes sentados debatiendo los diversos méritos de sus religiones, lo que equivale a decir que si uno no cree en lo mismo que su interlocutor, es más que seguro que irá al infierno. Eso cansa enseguida.
Al final, en términos generales es una película que me gustó mucho más por el concepto y por ser la puerta de entrada que me proporcionó para investigar acerca de ese trozo de historia de aquel lejano país que por la pelicula en sí, lo cual es una pena.
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