Director: Steven Spielberg
Duración: 150 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Daniel Day-Lewis, Sally Field, David Strathairn, Joseph Gordon-Levitt, James Spader, Hal Holbrook, Tommy Lee Jones, John Hawkes, Jackie Earle Haley, Bruce McGill, Tim Blake Nelson, Joseph Cross, Jared Harris, Lee Pace, Peter McRobbie, entre otros.
" En 1865, mientras la Guerra Civil Americana se acerca a su fin, el presidente Abraham Lincoln propone la instauración de una enmienda que prohíba la esclavitud en los Estados Unidos. Sin embargo esto presenta un gran dilema: si la paz llega antes de que se acepte la enmienda, el Sur tendrá poder para rechazarla y mantener la esclavitud; si la paz llega después, cientos de personas seguirán muriendo en el frente. En una carrera contrarreloj para conseguir los votos necesarios, Lincoln se enfrenta a la mayor criss de conciencia de su vida."
Steven Spielberg es un director con una filmografía dividida en dos vertientes muy claras: las películas que buscan el entretenimiento y las que buscan los premios. Las primeras suelen ser películas grandilocuentes, plagadas de aventuras y con una tendencia especial hacia el cine familiar. Las segundas acostumbran a ser como una clase de historia en imágenes. Así pues, cada vez que Spielberg se pone serio lo que debemos preguntarnos es hasta que época nos llevará esta vez. Con esta cinta viajamos hasta la América del siglo XIX, un lugar al que ya nos había llevado el director con uno de sus sonados traspiés, de nombre Amistad, y donde ya se tocaba el tema de la esclavitud. Y la fórmula no falló: nueva película histórica del Rey Midas de Hollywood y doce nominaciones más a los premios Oscar.
Esta película, lo habrán adivinado ya, se trata de una "biografía" sobre la figura del popular ex-presidente de los Estados Unidos y una de las figuras más relevantes y populares de la historia americana. La narración nos sitúa en el año 1865 y se centra exclusivamente en los últimos meses de vida de Lincoln, quien intentará sacar adelante una enmienda para abolir la esclavitud. Hay que reconocer que últimamente este tipo de obras políticas están teniendo muy buen recibimiento entre el público y la 'crítica', lo que sucede es que al tratar asuntos tan conocidos, uno como espectador ya sabe que se puede esperar en la trama. De este modo, en esta película, cuando el protagonista decide que es una tarde estupenda para ir al teatro, los espectadores puede ser que empiecen a removerse inquietos en los sillones de sus casas.
Así que, la historia se desenvuelve a través de tres vertientes: la primera que es la política es muy densa en este aspecto, nos muestra todas las negociaciones y argucias legales para lograr sacar adelante una enmienda de tanta relevancia histórica como fue la de la abolición de la esclavitud. La segunda es la bélica, ya que a la vez que se pactaba la enmienda la Guerra Civil todavía seguía activa, dando sus últimos respiros, y Lincoln debía compaginar de forma inteligente ambos apartados ya que si la paz llegaba antes de que se aprobara la enmienda difícilmente se lograría su aprobación los votos de los estados del Sur. Y finalmente la vertiente familiar: Lincoln era presidente pero también era padre y marido. En ese sentido deberá lidiar con un hijo que quiere servir a su país ingresando en el ejercito y a una esposa a la que no podría llamar de otra manera más que como histérica. Quienes estuvieran esperando una cuarta vertiente, lamento decirles que no, aquí no aparecen vampiros.
Puede ser que lo más arriesgado de representar la vida de una de las figuras más arraigadas del pasado norteamericano sea saber cómo desarrollarla después de un análisis minucioso. El saber en que punto el héroe debe borrarse para dejar paso al ser humano, después conocer a ese ser humano y aprender a dibujar un retrato despojándole de todo heroísmo publico, borrando por completo cualquier rastro de la historia de vida del personaje como si fuese un santo. Esto a veces también puede llegar a ser peligroso, como mostraba el retrato de Hoover que confeccionó Clint Eastwood en J. Edgar, porque ocurre con frecuencia que el humano está lejos del héroe que creemos conocer.
Me parece que no hay que hacer demasiado caso a los grandes negadores de motivaciones psicológicas históricas que señalan que la abolición fue cosa exclusivamente económica, obviando cualquier posibilidad de profundidad mental y social de seres humanos idealistas (idealistas viene de idea, creo). Las batallas entre escuelas históricas, llevan ya miles y miles de paginas sin ponerse de acuerdo. Y al menos en el cine, es lícito retratar de manera "grande" a un personaje que tuvo sus cualidades y sus muchas zonas de luz. Al menos, vemos un político aplastado por el peso de las decisiones que tiene tomar, gusten o no. Eso es materia dramática de la buena, y ciencia ficción en este país donde vive por lo que parece.
Quizás Spielberg sabia que este barco se terminaría llamando Daniel Day-Lewis porque finalmente, este grandioso actor se termina llevando todo y reúne todo el mérito y brillo de esta obra. Resulta genial su interpretación, aunque nunca sabremos muy bien si ese era el verdadero Lincoln, Day-Lewis recrea un elegante y particular mito. Da gusto verlo, por supuesto en el idioma original, susurrando, enfadándose, conteniéndose, arrastrando su perfil magnifico en la penumbra, contando esas anécdotas, mostrándose familiar o en su papel de gran dirigente con una mano firme ciertamente autoritaria.
En definitiva esta es una película para ver con cierto espíritu, pero que disfrutará el publico que no es adepto a las palizas, las carreras de coches y al ataque de los monstruos. Aquí lo único monstruoso que te encontrarás es a Tommy Lee Jones cuando se quita la horrible peluca que usa en el Parlamento.
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