Director: Michael Gracey
Duración: 105 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Hugh Jackman, Michelle Williams, Zac Efron, Zendaya, Rebecca Ferguson, Austyn Johnson, Cameron Seely, Keala Settle, Sam Humphrey, Yahya Abdul-Mateen II, Eric Anderson, Ellis Rubin, Skylar Dunn, Daniel Everidge, Radu Spinghel, entre otros.
" Un filme que celebra el nacimiento del mundo del espectáculo y cuenta la historia de forma somera de un visionario que se levantó de la nada para crear un desfile de seres diferentes que se convirtió en una sensación mundial."
Cada año es lanzada una obra cuyo único sentido de existencia es servir como un deleite para la multitud; en otras palabras, un tipo de película que suele recibir críticas poco favorables de parte de los expertos que pertenecen a la industria, pero que suele gozar de una popularidad abrumadora gracias a los favores del público (aunque no en su totalidad). En este caso, esta cinta entra en esa categoría en lo que corresponde al año 2017.
En efecto, de forma literal y simbólica, esta película se mantiene pisando sobre una cuerda floja. Es otra de esas creaciones de los últimos años que genera críticas tan polarizadas que van desde ser adjetivado como un filme vacío o simplemente estúpido a otras del tipo de personas que afirmaban al verla que se estaban divirtiendo mucho, y a veces ambas posturas por increíble que parezca provenían desde la misma parte del mundo. Ni modo, así suelen ser las cosas en la actualidad.
Por otro lado, se me ocurre que los títulos alternativos que pudo haber tenido y hubiesen sido más adecuados, pudieron haber sido el nacimiento del circo o Del vodevil directo a la carpa. Y es que los trailers que se emplearon para publicitarla eran engañosos. En la película en sí, la única perspectiva de un circo como tal, en su forma generalmente extendida sucede únicamente en las escenas finales y brevemente en el arranque. A lo largo de la historia, el término circo (una palabra recién inventada en aquel entonces) denotaba un espectáculo de vodevil donde participaban monstruos (disculpas por no haber recurrido al eufemismo). Desde luego que el tema no es en ningún sentido políticamente correcto para estas épocas de naturaleza tan puritana, de ahí que haya surgido ese breve resumen de mi parte sobre el argumento en unas cuantas líneas.
Estamos ante un musical contagioso de alegría que fue aclamado como un genuino rejuvenecimiento de tamaño monumental del género (puesto que aparentemente La La Land no lo consiguió, a pesar de ser mejor filme que este). Sin embargo, más allá de las escenas que involucran grandes despliegues de talento sobre el escenario o la amplia pista de un circo y los audaces números musicales, se encuentra una historia construida de forma previsible, muy sobada y erigida sobre la misma base de formulas tan vistas, que incluso se llega a sentir inferior a los días en que Efron formaba parte del reparto de una producción como High School Musical.
Basada de manera muy libre en la vida de P.T. Barnum, este musical narra sus años de esplendor mientras se formaba una trayectoria dentro del mundo del espectáculo que aspiraba llegara a ser respetable, al mismo tiempo que reclutaba un grupo de rarezas para que actuaran en el nuevo espectáculo que estaba por montar. Sin embargo, la fama y la fortuna lo corrompen cuando sucumbe a la codicia y, bueno, se puede adivinar el resto.
Para ser más especifico, como lo mencioné tampoco es realmente una biografía del famoso (o notable, que cada quien elija) P.T. Barnum. Y por ello, tal vez la forma más conveniente de ver (y quizás llegar a disfrutar) de este musical es mirarlo desde el terreno de la ficción, con la idea que se tomó prestada de un personaje que existió en la realidad. De esa manera, quizás muchos no se sentirán tan cegados por muchas distracciones que al final se han considerado como controvertidas.
Ahora bien, si usted forma parte de esa especie en extinción que recibe el honroso título de melómano, es muy posible que haya notado el dominio extendido de la banda sonora a lo largo de aquel año en ciertas radiodifusoras, ya que las estaciones de radio constantemente emitían en sus horarios una pieza llamada This is Me. A mi juicio, esto se debió, y empiezo a creerlo de modo ferviente, que se trata de una de las mejores bandas sonoras en este género. Literalmente, cada pista se ha vuelto destacada con el paso del tiempo, tanto en términos melódicos como en sus líricas. Desde la mencionada This is Me, hasta la maravillosa y cursi Rewrite the Stars. Cada canción posee su propia vibración y se adapta a la situación en la que es interpretada. Es una pena que la película por sí misma, no logre complementar el nivel alcanzado por la música que se emplea.
Por supuesto que, al tratarse de un musical directamente llevado a la pantalla, este filme ha conseguido realizar un trabajo aceptable. Al menos cumple con el requisito fundamental de un verdadero musical: las canciones no solo están ahí porque es un musical, sino que aparecen para cumplir con la tarea de producir que la historia avance (como un buen ejemplo de ello, el animado número a través del cual el persuasivo Barnum convence al joven pero experimentado actor de teatro que abandoné aquellos escenarios de alcurnia, para que se una a él en aventuras que le revelarán de que se trata realmente la vida o algo parecido). Dicho de otra manera, la mayoría de las canciones de las que dispone están cargadas de emoción y de optimismo, en lugar de ser lánguidas y románticas, y no me parece que haya algo malo con eso.
Me queda más que claro que la trama que suele tomar el camino de exponer el recorrido que va desde la pobreza a la riqueza se ha desarrollado en innumerables ocasiones, que francamente se está volviendo un asunto tedioso. Y si bien, muy independiente de lo que realmente sucedió y cuánto hay de ficticio en la narrativa, existen muchos elementos habituales para el melodrama (pero no hay cuestiones oscuras como la venganza o el asesinato). En realidad, no deseo entrar en detalles sobre la trama. Solo comentar que el público como yo, podemos encontrarnos en un terreno familiar, sin suspenso ni sorpresa. En su defecto, preferiría detenerme en un par de cosas que bien podrían resultar interesantes para algún mortal como el que escribe, lo cual pretendo concretar más adelante.
Además, dejando de lado el tierno (aunque forzado) romance entre Efron y Zendaya, la historia carece de sustancia. Por lo que, nuestro protagonista Barnum sigue siendo desagradable en todo momento, incluso al final cuando encuentra la redención. Es decir, todas aquellas elecciones equivocadas que este personaje decide tomar, le impiden ser alguien con quien desearía sentirme identificado. En algún sentido, sigue existiendo un pequeño margen entre representar la avaricia (mientras sea justificado de algún modo) y crear un personaje que da la sensación de ser un desalmado.
Baste, como muestra que la pieza clave de la trama es la empresa de Barnum de reunir a un grupo de monstruos (disculpas nuevamente, no hay eufemismos), en un exitoso espectáculo comercial. Esto bien pudo haber atraído más empatia de lo que podría haber imaginado en un principio. Esto es, todos me atrevo a proponer, tenemos algo de extravagancia en nuestros cuerpos, y todos podemos llegar a ser un perfecto repertorio de imperfecciones.
Lamentablemente, el tema de la aceptación y la inclusión que deberían haber estado flotando por todos lados encima de ese grandioso piso de circo, se deja de lado. Al pisar esa cuerda floja a la que aludía en un principio, el director descarta ese aspecto que pudiera tomarse como ofensivo e inyecta en su lugar una fuerte dosis de emoción optimista, transformando todo el asunto de forma casi mágica y simple a una celebración de la humanidad que le brinda a los miembros del pequeño círculo una dosis de dignidad que jamás hubieran soñado tener. Si bien este artilugio, a mi parecer es bastante hueco y por ello me podrían denominar un cínico, hubo quienes lo tomaron como un aspecto digno de aplauso.
Hay que mencionar, además que casi todos los personajes secundarios están desperdiciados. Por ejemplo, citaría el caso de la esposa del protagonista que lo perdona casi de inmediato, lo que diluye en automático el tan necesario drama en una obra de esta índole. Aunque, la fragilidad y la delicada naturaleza de Williams parecen estar totalmente fuera de lugar en esta narrativa, lo que me resultó poco menos que frustrante.
Como sea, está claro desde el comienzo que este es el Show de Hugh Jackman y él se dedica a cubrir prácticamente cada segmento del filme con su presencia. Se sumerge en las rutinas de cada número, le brinda cierta ingenuidad a Barnum y ciertamente se nota que al realizarlo lo estaba pasando bien.
Para concluir, personalmente nunca estará entre mis películas favoritas de todos los tiempos. De hecho, prefiero un enfoque biográfico más directo con esta clase de figuras históricas y de un drama más enfocado en los propios personajes. Sin embargo, puedo ser capaz de entender el atractivo que atesora el género musical en esta cinta, y por momentos, especialmente en ciertos números disfruté el hecho de permanecer completamente entretenido como cuando al ser niño asistía al circo.
En fin, si está más abierto que yo a un enfoque mucho más libre y más pintoresco sobre lo que debe ser una creación de este tipo, su valoración de la misma seguramente será más alta.
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