Dirección: Chantal Akerman
Duración: 201 minutos
País: Bélgica / Francia
Elenco: Delphine Seyrig, Jan Decorte, Henri Storck, Jacques Doniol-Valcroze, Yves Bical, Chantal Akerman.
Jeanne Dielman una mujer viuda, tiene alrededor de cuarenta años y vive en Bélgica con su hijo Sylvain de 16 años. Para llegar a fin de mes, se prostituye en su casa con cita previa antes de que su hijo regrese de la escuela. Tres días de su vida perfectamente organizada y regulada se muestran aparentemente en tiempo real: Jeanne se mantiene ocupada preparando la comida, tendiendo la cama o lavando los platos y recibiendo a hombres en su habitación, todas ellas rutinas repetitivas y sin emociones que no permiten decisiones espontaneas ni desviaciones de sus arraigados hábitos. Tras la visita de un cliente el segundo día, la vida de Jeanne comienza a desmoronarse. Las papas se queman, se olvida de tapar la urna de porcelana en la que guarda su dinero y de apagar las luces de las habitaciones cuando sale de ellas. Estas desviaciones de su bien organizada rutina diaria continúan hasta que Jeanne comete un acto irreversible el tercer día.
Después de estar sentado durante tres horas y fracción viendo este filme, llegué a muchas conclusiones y críticas sobre la creación de Chantal Akerman, y ninguna de ellas es lo suficientemente positiva.
Uno se siente frente a la pantalla y ves una y otra y otra y otra vez la rutina de una de las amas de casa más aburrida jamás presentadas en la gran pantalla, para que una cineasta pretenciosa y algunos espectadores que ya han sufrido un lavado de cerebro profundo puedan ver esto y pensar que se ha dicho algo relevante sobre lo que realmente significa ser ama de casa.
La directora nos presenta con gran serenidad a Jeanne Dielman, una viuda metódica, solitaria y aburrida que vive para las cosas de su hogar; es decir cocinar, limpiar, tejer y hacer lo que hace una ama de casa, excepto prostituirse, recibir clientes en su casa y utilizar el dinero para ayudar a criar a su hijo adolescente, que la mayor parte del tiempo está fuera de casa y, cuando está allí, no hay suficiente conversación entre ambos, excepto para decir: Que duermas bien o No comas y leas, son monosilábicos hasta el extremo de enfadarte con ellos.
En sus 200 minutos de duración, la pelicula nos presenta tres días largos, aburridos, tediosos e interminables de su vida, en un silencio constante, aprisionada por la rutina domestica diaria de preparar una casa perfecta para vivir, pero no lo interesante en términos suficientes como para quedarse a habitar en ella.
A veces la mujer sale de su prisión y va de compras aquí y allá, y eso es todo. En cuanto al aspecto técnico de la cinta, la directora coloca la cámara que graba y permanece estática, sin primeros planos, sin cortes, las escenas se prolongan eternamente.
En mi criterio, las películas pueden ser una gran fuerza de comunicación, proporcionando información, reflexiones y expresando opiniones, nuevos puntos de vista, presentando culturas y también una forma agradable de entretenimiento.
Al final, son una forma maravillosa de escapar del tedio de nuestras vidas o del estrés que implica estar vivo. Pueden ser una experiencia que nos conmueva, a veces para aspirar a cosas mejores. Nada de lo anterior se aplica para esta creación.
Me sentí allí en el mullido sillón de color naranja y lo único en lo que podía pensar fue en los problemas de mi vida, fantaseando con todo y con todos, esperando siempre a que llegara el siguiente dialogo (y vaya que es más silenciosa que una pelicula muda). Luego hice una pausa, detuve la función, intenté ponerme en la situación y no pude.
Esto es el denominado cine de autor pero en su versión más desagradable. Podrá haber sido una idea novedosa hace cincuenta años, pero con sus doscientos minutos de duración su visionado se convierte más en una prueba de resistencia que en un manjar cinematográfico.
A pesar de encabezar la reciente lista de la revista británica Sight and Sound, me sorprendió en su momento su repentino salto al primer puesto, superando a varias películas, ya que Jeanne Dielman no tiene nada de educativo.
Ni siquiera se aprende algo sobre la propia protagonista. Y tampoco te enseñará nada sobre el cine como forma de arte, salvo tu tolerancia personal al aburrimiento. Para mi, y supongo que para la mayoría de los espectadores, eso fue al final del primer día.
Y además, de forma curiosa esta pelicula me hizo pensar en Perfect Days de Wenders que vi hace algunas semanas; en donde también conocemos gracias al personaje principal una rutina a la que nos acostumbramos.
Un personaje al que vemos en los baños que se dedica a limpiar, en la calle, en un bar, simplemente siguiendo sus días repetitivos.
Pero aquí está el quid del asunto: Perfect Days es una celebración de la vida, mientras que la obra de Chantal Akerman es todo lo contrario. Esta pelicula rezuma pesimismo. Retrata la existencia humana como un acto masoquista de sufrimiento y se asegura de torturar también al publico, con sus planos insoportablemente largos, por mencionar elementos insufribles ya que en esas andamos.
Entonces, ¿deberías ver esta pelicula? Si eres cinéfilo, yo diría que si.
En primer lugar, para que veas que no me lo estoy inventando. En segundo término para que puedas juzgar por ti mismo si es la mejor pelicula de toda la historia del cine. Y también quizás disfrutes de tres horas y veintidós minutos de tedio sin fin.
Supongo que a algunas de las personas a las que les gusta piensan que el mensaje político de una pelicula es mucho más importante a la hora de determinar su clasificación en el cine mundial que su valor estético o de entretenimiento.
Aunque también he escuchado que si ves esta pelicula en el entorno inmersivo que es una sala de cine, donde estás libre de distracciones y básicamente atrapado, puede llegar a ser fascinante. La verdad es que lo dudo bastante.
No me sorprende que en esta época de narcisismo y ostentación de las virtudes propias, esta pelicula haya sido seleccionada como la mejor de todos los tiempos, con su insulso guion y su mensaje feminista como prueba de fuego para los verdaderos cinéfilos de hoy en día.
Solo por aguantar su duración y su efusividad, ya se ganaría una medalla al mérito por ser políticamente correcta.
Lo fundamental de todo esto es que si no eres cinéfilo no creo que debas ver esta cinta. La gran mayoría de las personas que conozco no lo son, y estoy bastante seguro de que si obligara a cualquiera de ellas a verla, en algún momento durante el visionado querrían darme una autentica paliza.

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