Director: Kinji Fukasaku
Duración: 114 minutos
País: Japón
Elenco: Tatsuya Fujiwara, Aki Maeda, Tarô Yamamoto, Takeshi Kitano, Chiaki Kuriyama, Sôsuke Takaoka, Takashi, Tsukamoto, Yukihiro Kotani, Eri Ishikawa, Sayaka Kamiya, Aki Inoue, Takayo Mimura, Yutaka Shimada, Ren Matsuzawa, Hirohito Honda, entre otros.
" En el amanecer de un nuevo milenio, el país está al borde del colapso. Millones de personas vagan sin empleo. La violencia en la escuela está descontrolada y adolescentes rebeldes protagonizan boicots masivos. El gobierno contraataca con la ley Battle Royale, la cual consiste en que cada año una clase es escogida al azar para que se enfrente, en una isla abandonada, a un cruel juego de supervivencia."
No estamos ante una obra de arte o una muestra incuestionable de lo que el talento japonés puede ofrecer. Al principio, después de leer la sinopsis, lo más lógico es toparse con ideas fuera de lo común, apoyadas por falsas teorías psicológicas que suelen utilizarse equivocadamente en reality shows que imponen a los sujetos de entretenimiento a comportarse de ciertas maneras para provocarlo. En este caso, los más de 40 sujetos en una isla buscarán la supervivencia enfrentándose a sus propios compañeros de salón, marcado todo por unas inusitadas reglas del juego.
Si te gustan esos programas, esos concursos televisivos, donde al final sólo queda un superviviente y donde se nos muestra la competitividad y el juego sucio que se emplea para eliminar a la gente que se cruza en nuestro camino, está debe ser su película. Este es el concurso definitivo, donde solo uno puede sobrevivir, y no es una metáfora, sino algo literal. Todos los participantes, menos uno, deben morir y dejar sus espíritus vagando por esa isla solitaria de figura tan bonita, y en la que los concursantes son abandonados a su suerte.
Por supuesto, si como espectadores no aceptamos la propuesta (políticamente muy incorrecta) y no entramos en el relato, esta historia no nos puede hacer ni la mínima gracia. En mi caso, el otro día resultó verla (por momentos) ciertamente entretenida. Y en alguna escena debo haber soltado alguna pequeña risa, escenas que me imagino no "deberían" hacerme gracia. Supongo que hay personas que no pueden reírse con escenas de violencia o sangrientas pues su sensibilidad no se los permite y menos con propuestas que de primera impresión parezcan amorales. En ese sentido directores como Miike, Kitano, el propio Fukasaku o Tarantino, nunca podrán conectar con ellos. Y esto es muy respetable, por supuesto.
A mi, al contrario que a muchos individuos como los que describía de naturaleza hipócrita, esta película me ha gustado, pero con ciertos matices.
Las actuaciones es muy cierto que no son para nada destacadas, los efectos especiales bastante simplones y algunos diálogos sinceramente dejan mucho que desear, sin embargo no se debe olvidar que los protagonistas de la cinta son adolescentes con las hormonas revueltas y obligados a experimentar una situación limite. Todo eso es cierto, pero también lo es que en muchas ocasiones sus reacciones no corresponden con lo que debe ser lo razonable o lo que podríamos denominar lo natural y en ese punto tal vez habría que tener en cuenta los factores de personalidad.
Es indiscutible también que la película cuenta con un argumento, en ocasiones, poco creíble, pero seamos un poco serios. El cine, por realista que pretenda ser, en muchos casos no deja de ser ficción y es normal que se conceda a sí mismo ciertas licencias. No causaría nada de interés si en general en las obras sobre héroes estos fueran gente normal en todos los sentidos, simplemente ya no sería lo mismo. Si disculpamos la existencia de superpoderes, de igual manera seria justo perdonar esta licencia dramática que se toma el autor al presentarnos un punto de arranque poco probable, pero sin dejar de ser posible bajo ciertas circunstancias.
Fukasaku nació en 1930, vivió y sobrevivió a la Segunda Guerra (eso sí que no tiene ninguna gracia) donde aprendió a adaptarse a la sociedad corrupta de los adultos. Tenía 15 años cuando Tokio fue bombardeada y masacrada, así que pensando en aquel contexto en el que habitó se puede uno hacer idea del aprendizaje al que se vio forzado. Así que a mi entender es un poco exagerado pretender que una obra como esta sea tan dañina para la mente de las personas. Me parece que son más nocivas las guerras, los noticieros o incluso algunos de esos programas que he mencionado antes, que parecen invitarnos a ser egoístas y arrastrados.
Quizás esta película solo haya sido hecha para ganar dinero (lo dudo mucho), pero yo me he entretenido viéndola y me he reído algunas veces. Así, que en mi caso particular la película me sirvió para quitarme cierta amargura, creo que eso no es poco y tiene mucho mérito.
En una enajenada y desarrollada sociedad como la nuestra no concebimos una guerra abierta, deformada y premeditadamente sangrienta. Sin embargo, a diario se viven situaciones de violencia morbosa, intolerancia o abuso. Ocurre cuando vamos por la calle, acudimos a la escuela o al trabajo, o simplemente cuando encendemos la televisión.
La verdad es que el ser humano siente una atracción primitiva por la violencia, esta característica le hacer ser un animal especialmente destructor en cuanto al uso que hace de ella. Empleándola en algunos casos para defenderse, o bien para causar daño, o para divertirse simplemente de manera inusitada y sin clemencia.
Cada quien tendrá su opinión al respecto, mientras que algunos han expresado la idea de que la película es una sátira extrema de los sistemas educativos modernos y de las transiciones que sufren los estudiantes para llegar a un mercado laboral peor o igual de competitivo y explotador. Algunos otros la perciben simplemente como una obra sobre los pensamientos, preocupaciones y amarguras de la juventud. Y otros más profundos advierten cuestiones socio-políticas y diplomáticas, particularmente pertenecientes al imperialismo japonés, la censura y el militarismo en el siglo XX.
Yo creo que estamos ante una película que profundiza en los limites de la violencia. Llamándonos a la reflexión acerca de las fronteras de la misma y del uso que hacen los gobiernos para someter al individuo. Estos "juegos" (que curiosamente se parecen mucho a aquellos sobre el apetito) pondrán de manifiesto las capacidades de cada individuo para exterminar a sus compañeros (convertidos en enemigos) así como descubrir sentimientos completamente distintos como la compasión, el arrepentimiento o el apego. Y por esa razón, tal vez el sistema educativo mexicano está salvado.
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