Director: Denis Villeneuve
Duración: 153 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Hugh Jackman, Jake Gyllenhaal, Viola Davis, Maria Bello, Terrence Howard, Melissa Leo, Paul Dano, Dylan Minnette, Zoe Borde, Erin Gerasimovich, Kyla Drew Simmons, Wayne Duvall, Len Cariou, David Dastmalchian, Brad James, entre otros.
" Keller Dover se enfrenta a la peor pesadilla de un padre, Anna, su hija de seis años ha desaparecido con su amiga y vecina Joy, y a medida que pasa el tiempo el pánico lo va dominando. Desesperado, decide ocuparse personalmente del asunto. ¿Pero hasta dónde llegará este desesperado padre por proteger a su familia?"
En la década de los noventa el cine negro sufrió un gran cambio, un transformación que lo alejó de cierta ingenuidad y lo sumió en una oscuridad más asfixiante a la que estábamos acostumbrados como espectadores, no sólo en la trama, sino también en los personajes.
Los villanos fueron totalmente deshumanizados, creando monstruos de la peor calaña con los que el diálogo no era una opción viable como recurso para entrar en su hermética mente, e intentar así descifrar su retorcida personalidad. Por el otro lado, los "buenos" también han sufrido una evolución digna de todos aquellos que dejaron de salirse con la suya hace mucho tiempo. Las atrocidades a las que se enfrentan a diario les han hecho adoptar una personalidad marcadamente menos sociable, convirtiéndolos en lobos solitarios que viven esclavos de su trabajo, ocultos tras la mirada fría de quien ha contemplado el temor a los ojos y ha vivido para contarlo.
Denis Villeneuve se podría considerar como uno de los alumnos aventajados de este subgénero, el canadiense se dio a conocer internacionalmente cuando en 2009, ayudado por testimonios reales, reabrió las heridas de uno de los episodios más dramáticos del ámbito escolar en su país con la cinta Polytechnique, en donde recordó la Masacre de la Escuela Politécnica de Montreal ocurrida en 1989. Sin embargo, no fue sino hasta 2010 cuando maravillara y horrorizara a partes iguales con su película Incendies, una pesadilla que asusta no sólo por sus aires de historia real, sino por lo técnicamente bien trazada que resultó. Una obra mayor, perturbadora como pocas.
Con esta cinta, Villeneuve se las ha ingeniado para adaptar a Hollywood a su estilo y no al revés. Villeneuve ha creado una atmósfera agobiante, con exteriores llenos de lluvia intensa, de nubes de tonos grises. Ha jugado con luces y sombras para aportar intensidad a la imagen. Y ha conseguido una película envolvente desde el primer minuto, absorbente, que nos atrapa y casi no nos deja respirar durante las casi dos horas y media de duración. El canadiense muestra su estilo desde el comienzo del relato, mostrando un personaje solitario que pasa la cena de acción de gracias sin ninguna compañía en un triste restaurante asiático, la personalidad sombría que oculta tras los tatuajes de sus manos y cuello no nos despierta mucha confianza, pero se convertirá en la mejor jugada de dos familias que esa misma noche sufrirán la desaparición de dos niñas de seis años.
El director canadiense sabe lo que quiere contar, cómo quiere hacerlo, y más que cualquier otro aspecto parece no estar dispuesto a dejarse arrastrar por convencionalismos ni imposiciones de la industria. Por sensiblerías fáciles. Capaz de plantearte dilemas morales sin prejuzgar y sin obligarte a juzgar. Posturas que realmente se agradecen.
Jake Gyllenhaal diseña una magnifica actuación llena de fuerza, aportando a la trama una profundidad incorporada gracias al temperamento distante de su personaje, un detective implacable con un porcentaje de casos resueltos al cien por ciento. Compartiendo el protagonismo con Gyllenhaal se encuentra Hugh Jackman, un actor que sabe adaptarse como nadie a cualquier situación y además consigue transmitir la empatía necesaria para que la carga melodramática simplemente aporte fuerza a la cinta, sin llegar a apoderarse por completo de la misma.
La película nos plantea dos perspectivas de ver el secuestro. La primera de ellas es desde el punto de vista de un padre completamente desesperado, dispuesto a hacer lo que sea, aunque vaya incluso en contra de todo lo que cree y de todo lo que es, para encontrar a su hija. Y la segunda, desde el punto de vista del detective que se esfuerza por encontrar a las niñas y al secuestrador, y que probablemente a su modo también se desespera.
Es un thriller pausado, pero siempre entretenido. Una historia sencilla que desarrolla todas sus ramificaciones y posibilidades en un guión muy bien escrito, desarrollado y filmado que lo convierten en una gran producción cinematográfica. Una historia en la que continuamente están sucediendo cosas, aunque a veces no lo parezca. Donde hay lugar para la sorpresa, el asco, la compasión, la esperanza y la desesperación. Una historia que se ramifica en muchas historias y que por arte del bien cine, y del saber y querer hacer, vuelven a ser una.
Sólo se le puede reprochar alguna que otra escena más o menos torpe o reiterativa, una falta leva en un conjunto tan sólido e inusual, que se acerca mucho, sino a la perfección narrativa, si a la coherencia y principalmente a la voluntad de hacer una gran película. Sin duda estamos ante una película redonda que a pesar de sus enormes competidoras del pasado en el género, sabe demostrar que aun se puede seguir haciendo bien cine de aquellas historias que siempre nos gustaron.
Además es una de esas películas que nos plantean sensaciones en nuestro interior, que sacan lo mejor y lo peor de nosotros y que nos hacen recordar la razón de porque amamos el cine. Historias contadas a través del arte.
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