Director: Joe Wright
Duración: 123 minutos
País: Reino Unido/Francia
Reparto: James McAvoy, Keira Knightley, Saoirse Ronan, Julia West, Brenda Blethyn, Harriet Walter, Ailidh Mackay, Juno Temple, Felix von Simson, Alfie Allen, Patrick Kennedy, Benedict Cumberbatch, Peter Wight, Leander Deeny, entre otros.
" En el verano de 1935, Briony Tallis, una precoz escritoria de 13 años, cambia irremediablemente el curso de varias vidas cuando acusa al amante de su hermana mayor, Cecilia, el joven Robbie Turner, de haber cometido un crimen."
Una buena película equivocadamente promocionada. La historia romántica resulta ser la excusa para una reflexión sobre la importancia de las perspectivas y los mecanismos de la narración.
En ella existe la ficción dentro de la ficción y además la exploración de la posibilidad de reparar los errores reales a través de la sublimación de lo relatado, dando así la posibilidad de que lo contado arregle lo vivido. En pocas palabras, la narración como forma de expiación. Supongo que por ello la nombraron así en nuestro idioma.
La acción se inicia en la Inglaterra victoriana de los años treinta, cuando en el seno de una familia aristocrática, la hija más pequeña acusa al joven hijo de la ama de llaves de un delito que no ha cometido. No conocemos con exactitud sus motivos, aunque podría teorizarse que se originan en los celos hacia la hermana y una desbordante fantasía exacerbada por las rigidas convenciones.
Joe Wright era consciente del material sensible que tenía entre manos. Por ello, quizá nos vislumbra desde una lejana ventana la escena de separación de los dos enamorados o nos ahorra el contexto sobre cómo surgió la llama entre una chica de la clase alta y su jardinero, para que los golpes sean menos duros y por consiguiente, menos fáciles las lágrimas.
Sutilmente se introducen pequeños detalles como la máquina de escribir y los propios títulos iniciales redactados con ella, o los lentes que se usan en la cámara para difuminar tanto la luz del sol como se hace con las luces artificiales, e incluso en ocasiones los contornos de las figuras, como si se tratara de dibujar un cuadro impresionista. El cambio de aspecto en la fotografía durante el excelente final de la película y una breve pero intensa actuación de Vanessa Redgrave (la anciana Briony), intentan llevarnos a entender todos los recovecos encerrados entre la pasión y el remordimiento, a ver el paralelismo entre los párrafos de la novela y esa peculiar técnica empleada en las imágenes.
La cinta tiene tres partes dramáticamente diferenciadas. La primera, en la que se cuentan los hechos que darán lugar a la necesidad de la futura expiación, la que se trata con un buen ritmo narrativo. No obstante en la segunda, durante la parte intermedia con la Segunda Guerra Mundial como escenario, el hilo de narración sufre ligeros baches sólo recuperados al ser precisamente estos momentos los que gozan de las mejores composiciones estéticas.
Algo que llamó mi atención desde un inicio fueron sus constantes flashbacks, que si bien desde un comienzo ayudan a ofrecer distintos puntos de vista de los mismos hechos según el personajes que los observa y son ciertamente interesantes, se podría señalar como defecto en la estructura en el instante en el que abusa de ellos, ya que más adelante ya no sirven para el mismo motivo que al arranque y por lo tanto son prescindibles.
A pesar de ello, estamos ante una obra que viene a afianzar el notable trabajo hecho por el joven director Wright, hace algunos años y con la que se consolidaba como una gran promesa en el dominio de la puesta en escena y la planificación del rodaje.
Quienes renuncien a verla o quienes hayan escrito alguna crítica negativa algún día arrastrarán, tal vez, la culpa.
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