Director: Peter Jackson
Duración: 187 minutos
País: Nueva Zelanda/Estados Unidos/Alemania
Reparto: Naomi Watts, Jack Black, Adrien Brody, Thomas Kretschmann, Colin Hanks, Andy Serkis, Evan Parke, Jamie Bell, Lobo Chan, John Sumner, Craig Hall, Kyle Chandler, Bill Johnson, Mark Hadlow, Geraldine Brophy, entre otros.
" Ann Darrow es una actriz de vodevil que se queda sin trabajo durante la Gran Depresión. Su suerte cambia cuando conoce a Carl Denham, un empresario que lucha para abrirse camino en el mundo del cine. A ellos se les une Jack Driscoll, un escritor de teatro neoyorquino. Los tres emprenden un viaje que los llevará a una remota isla, donde Denham tiene previsto dirigir una película. Allí descubren un ser increíble, un gorila gigante, que habita en una frondosa selva donde criaturas prehistóricas han vivido ocultas durante millones de años."
Más que magnífico como se le ha catalogado al remake de Peter Jackson, yo lo definiría como excesivo.
Desde el inicio se intuye que Jackson es un gran admirador del proyecto original, al cual no sólo ha respetado, sino que lo ha homenajeado con sumo cariño y acierto. Pero es una verdadera lástima que las intenciones del director no se quedaran ahí, que en lugar de tener como objetivo brindarle un aire fresco y renovado a una cinta que se realizó hace tantos años, cometa la torpeza de alargar y exagerar todas y cada una de las escenas en las que el espectáculo se propone tomar el control de la pantalla.
Pero esa característica no es particular de Jackson, ya que suele estar presente en casi todo el cine estadounidense actual que posee una clara tendencia al abuso. Las formidables mejoras tecnológicas permiten a los directores de Hollywood introducir todo lo que deseen en sus películas, sin que exista límite algunos. Todo se puede hacer, toda idea se plasma.
Cabe decir que el ejercicio en determinadas situaciones es entretenido hasta convertirse en algunos momentos en una especie de montaña rusa que parece que nunca se detiene; la historia de amor que nos cuenta a veces cae en lo ridículo, pero de alguna forma se salva. Incluso las interpretaciones de los actores, con la dificultad añadida de tener que ejecutar ante una pantalla verde que luego servirá para agregar los incontables efectos, son de gran altura. Resaltaría especialmente a dos: Naomi Watts, confirmada como una actriz de un gran nivel y a Jack Black, que elabora al director mesiánico que únicamente piensa en la fama y el dinero, sin importar los medios para alcanzar dichos fines.
El King Kong de Peter Jackson puede ser una creación entretenida, adecuada para un público mayoritario, respetable pero poco exigente, al que no defraudará, ya que es aquel que no busca (cuando va o ve cine) nada más allá de un rato de diversión fácil para conseguir escapar de la dura realidad diaria.
Ojalá se hubiera rescatado esa esencia fundamental para entender la relación entre la protagonista aspirante a actriz y la bestia fatalmente enamorada de ella, que es la que le da el sentido a esta historia que es una variante de Beauty and the Beast.
En fin, es un derroche de efectos especiales, pero... ¿y la historia?
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