
Director: Richard Donner
Duración: 114 minutos
País: Estados Unidos
Reparto: Sean Astin, Josh Brolin, Jeff Cohen, Corey Feldman, Kerri Green, Martha Plimpton, Jonathan Ke Quan, John Matuszak, Robert Davi, Joe Pantoliano, Anne Ramsey, Lupe Ontiveros, Mary Ellen Trainor, Keith Walker, Curtis Hanson, entre otros.
" Mikey es un muchacho de trece años que, junto con su hermano mayor y sus amigos, que se hacen llamar Los Goonies, deciden subir a jugar al desván de su casa, donde su padre guarda antigüedades. Allí encuentran el mapa de un tesoro perdido que data de los tiempos de los piratas."
Esta crítica no pretende ser un truco para atraer la atención de los lectores y mendigar así un poco de reconocimiento social (o en este caso virtual). Lo que sucede es que al estar leyendo sobre la cinta en cuestión me he dado cuenta de que la mayoría, sino muchos, apreciaron esta película cuando eran niños. Todas las generaciones tienen sus obras infantiles favoritas y esta es obviamente la de toda aquella prole que vivía mirando caricaturas, coleccionando estampas y devorando golosinas en los años 80.
De tal manera que fueron encandilados por la misma y como todos sabemos que la nostalgia es realmente poderosa, tanto que la duda sobre la validez de todas sus opiniones vuela sobre todas ellas.
Mi caso es diferente, acabo de verla por primera vez a mis 29 años. Teniendo como simple motivo el descubrir si realmente es una película especial o sólo un producto inflado por los sueños de unos cuantos nenes ávidos de aventuras y tipos con rostros desfigurados. Así que la puse, disponiéndome a desmantelar este clásico ochentero.
Todos tienen razón. He sido vapuleado por una de las películas que transmite más emocion de la historia.
Los primeros 15 minutos suponen uno de los arranques más extraordinarias en una creación de este género. Con un ritmo trepidante el director nos presenta el pueblo en donde se desarrolla la trama, introduciendonos a los villanos y a los héroes y enseñándonos cual sera el tono general de su ejercicio cinematográfico.
Actualmente no se hacen películas así. Ya que, o tratan a los espectadores jóvenes como absolutos retrasados mentales o se exceden y les meten violencia y sexo (no sé por qué pero se me acaba de ocurrir una nueva idea).
Algo pasa con el cine familiar. Y es que ver una película realmente buena de este género es una tarea ciertamente difícil. Quizás el problema sea más profundo. Aunque se trata de cintas en las que las pretensiones brillan por su ausencia, es muy cierto que el objetivo que persiguen es por propia definición casi inalcanzable. Porque cuántas películas pueden jactarse de que han conseguido gustarle de verdad tanto a pequeños como a los adultos. No muchas. Y precisamente si algo puede presumir esta creación de Donner, es de haberlo logrado.
Entonces, ¿cuál es la fórmula del éxito? ¿que hace que una cinta emocione a gente de todas las edades, a la vez que soporta con elegancia el implacable paso del tiempo?
Me parece que no existe ninguna fórmula exacta, y la prueba de ello es esta película, cuyo triunfo solo puede adjudicarse a un providencial alineamiento de los astros (para los que creen en eso) o algo por el estilo que se vuelva un argumento sólido para explicarlo.
Pero bueno, tal vez sería mejor revisar su ficha técnica para hallar al responsable de todo esto. Lo primero que salta a la vista en ella son los nombres de Josh Brolin (quien ahora colabora y lo hace con cierta frecuencia con los hermanos Cohen) y Sean Astin (quien acompañaba a Frodo). Así es, dos actores que como se ve, ya desde jovenes exhibian cierto talento y que han ido creciendo sin llegar a desaparecer nunca del sistema de estrellas de Hollywood. Aparte tenemos al resto del reparto que funciona de maravilla. Cada chavito hace suyo su correspondiente y entrañable personaje: Data, Mouth, Chunk y Sloth que ya no estaba tan chavo pero lo hizo como cada uno de ellos, con sus defectos y virtudes. Imposible no encariñarse con ellos.
Pero, continuemos con el apartado técnico, ya que apenas vamos empezando. Al eficiente director Richard Donner se le suman ni más ni menos que Chris Columbus como guionista y Steven Spielberg como creador de la historia. Casi nada. Tenían a dos personalidades dentro del séptimo arte con prestigio y con la difícil tarea de entretener al gran público. No hay más que ver alguno de sus títulos más destacados para darse cuenta que las décadas pasan, y ellos siguen conectando con el espectador.
Siempre será bueno ver como una película tan sencilla y tan alejada de la perfección es tan emocionante, divertida, ingeniosa y sobre todo sincera. Siempre será grato empaparse de casi dos horas de cine en la que sin darse cuenta, en un principio te hablan de lo que significaba ser un niño y luego te instruyen a no dejar morir al niño que todos llevamos dentro. Lo tomaré en cuenta.
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