Dirección: Barry Levinson
Duración: 110 minutos
País: Estados Unidos
Reparto: Steve Guttenberg, Mickey Rourke, Kevin Bacon, Daniel Stern, Tim Daly, Ellen Barkin, Paul Reiser, Kathryn Dowling, Michael Tucker, Jessica James, Colette Blonigan, Kelle Kipp, John Aquino, Richard Pierson, Claudia Cron, Tait Ruppert, Tom Tammi, Pam Gail, entre otros.
En el Baltimore del año 1959, cinco amigos incondicionales siguen reuniéndose en una cafetería que abre toda la noche, algo que llevan haciendo desde que estaban en la secundaria. A medida que se hacen mayores, la vida empieza a cambiar para ellos. Shrevie es el primero en casarse, pero pronto se da cuenta de que no tiene nada en común con su esposa Beth y no tienen nada de qué hablar. Eddie esta comprometido, pero solo se casará con su prometida si supera un test de 140 preguntas sobre sus amados Baltimore Colts. Por su parte Billy está terminando una maestría y vuelve pronto a casa para estar con Barbara, de quien se entera que está embarazada. Sin embargo ella no quiere casarse con él. Otro de ellos a quien apodan Boogie tiene como principales intereses a las mujeres y el juego, pero debe dos mil dólares a un impaciente corredor de apuestas. Y finalmente Tim malgasta su vida viviendo de un fideicomiso y está borracho la mayor parte del tiempo. A medida que se acerca la década de los sesenta, se enfrentan de manera colectiva a cómo ser adultos de verdad.
Películas recientes y series de televisión ambientadas en los años cincuenta (para lo cual sobran los ejemplos y prefiero evitarme la fatiga de crear una larga lista) han tendido a retratar la década mencionada como un periodo cargado de represión y en exceso conservador. Sin embargo, hace varias generaciones atrás, la tendencia era adoptar una visión más simpática y nostálgica de los años cincuenta en películas como Grease o programas de televisión como Happy Days.
Por otro lado, la generación posterior a la guerra de Vietnam parecía recordar aquel periodo anterior de forma reciente a la guerra como una edad perdida marcada por la inocencia.
Esta pelicula (cuyo titulo podría traducirse como merendero) sigue a un grupo de hombres jóvenes que habitan en Baltimore, antiguos amigos del colegio que ahora rondan la veintena, a lo largo de una semana de sus vidas, la comprendida entre Nochebuena y Año Nuevo de 1959.
Algunos de ellos siguen viviendo y trabajando en la ciudad, otros están ahora en la Universidad, pero aprovechan las vacaciones de Navidad para reencontrarse con viejos amigos. El título, como es evidente procede de la cafetería que es su punto de encuentro favorito. En concreto no hay una trama coherente o presentada de forma lineal; la historia tiene una estructura construida a base de episodios y se centra más en los personajes que en la acción.
Como tal vez sea inevitable en los jóvenes de esta edad, muchas de sus preocupaciones giran en torno a las chicas y las relaciones. Uno de ellos al que apodan Shrevie está casado, no obstante parece descontento con la vida conyugal. Otro de ellos de nombre Eddie está comprometido. Un tercero llamado Billy descubre en el transcurso de la narración que ha dejado embarazada a una de sus amigas, pero cuando se ofrece a hacer lo que considera decente por ella, se queda desconcertado al darse cuenta de que ella preferiría que él hiciera lo indecente. Un cuarto muchacho que forma parte de la cuadrilla de sobrenombre Boogie parece llevar una vida despreocupada, revoloteando de un romance a otro.
Sin embargo, los personajes no están preocupados por el amor y el sexo, exceptuando todo lo demás.
Del mismo modo conocemos el resto de sus obsesiones más privadas con temas como la música, el deporte y el cine. Por ejemplo, el mentado Shrevie discute con su mujer porque ella no comparte su pasión por la música popular y no entiende su complejo sistema para catalogar su extensa colección de discos. Al observar esta escena me pregunté si este fue el origen de un personaje igual de obsesivo en esos temas como lo es el protagonista de High Fidelity al que da vida John Cusack.
De forma paralela la pasión de Eddie por el deporte es aun más absorbente que la de Shrevie por la muisca; ya que somete a su correspondiente prometida Elyse a una especie de examen sobre deportes y la amenaza con romper el compromiso si no consigue una puntuación que sea lo suficientemente alta. Además un personaje secundario que aparece en momentos muy peculiares dentro del relato se sabe de memoria todo el diálogo de la película Sweet Smell of Success que resulta ser de aquella década.
Cabe subrayar que muchos de los jóvenes actores que protagonizaron la pelicula se volvieron famosos en el mundo del cine. Desde mi punto de vista, el más relevante debe ser Kevin Bacon quien interpretó en esta oportunidad a Fenwick, el rebelde sin causa que ha abandonado a su adinerada familia y vive una vida sin rumbo (Curioso que el primer momento que aparece en pantalla está rompiendo ventanas nada más por el gusto de hacerlo )
Sin embargo, también dejaron una buena impresión en mi Daniel Stern que encarna al citado Shrevie y a Mickey Rourke personificando al moroso Boogie.
Desde luego nunca he estado en Baltimore, pero al ver esta historia estaba claro que el director intentaba captar el espíritu de un lugar y una epoca en concreto. Por eso no me sorprendió descubrir que Barry Levinson, guionista y director de la pelicula es originario de ese lugar, aunque en realidad es un poco más joven que los personajes del relato (tendría unos 17 en el lejano 1959)
A pesar de esta centralización en lo particular, este Merendero posee un atractivo universal. Para mi, la historia con la que tiene más en común es con American Graffiti, aquel filme setentero dirigido por George Lucas. Aunque esa cinta se ambienta en realidad a principios de los sesenta y no en los cincuenta, aborda de manera abierta la idea de la época anterior a lo ocurrido en Vietnam como si fuese una época dorada.
Diner no trata este tema tan abiertamente, pero sigue contando con una clara sensación de que una época está llegando a su fin. Está ambientada en la última semana de una década, y en la escena de la boda vemos una gran pancarta que dice: Eddie y Elyse: en los sesenta y para siempre. Un recordatorio de que el cambio está en camino, tanto para estos jóvenes como para Estados Unidos en su conjunto.
El cambio más importante al que tienen que enfrentarse los personajes de este relato no es ni social ni político, sino el reto de crecer. Ese es el punto distinto de toda esta creación, dado que las películas tradicionales sobre la mayoría de edad (lo que en inglés se conoce con el rotulo de Coming of Age) se han centrado en la adolescencia y nada más.
Sin embargo, para muchos jóvenes la veintena, cuando están terminando o ya han terminado sus estudios, inician sus carreras y empiezan a pensar en relaciones más serias con mujeres, puede ser una época de cambios mucho mayores que sus días en la escuela secundaria. En esa línea, todos los personajes principales (con excepción quizás de Billy, de mentalidad seria y dispuesto a aceptar nuevas responsabilidades) quieren aferrarse a elementos de su niñez, incluso cuando se adentran en la edad adulta.
Para Boogie y en mayor medida para Fenwick, esto significa conservar la libertad de ser irresponsables. Para Shrevie y Eddie, significa intentar mantener sus pasiones juveniles incluso después del matrimonio.
En lo que respecta a la discordia que existe entre Shrevie y su mujer (quien es mayor que él y mucho más madura) se debe tanto al miedo de este muchacho a que el matrimonio implique tener que renunciar a su relación con sus viejos amigos como a la incapacidad de ella para diferenciar entre el jazz y el rock and roll.
Como sea, la afirmación del propio Levinson de que la prueba sobre el nivel de conocimiento deportivo a la que se somete a Elyse se basó en un incidente real puede parecer improbable, pero me parece que hay algo de verdad psicológica en esta parte de la anécdota. Después de todo, se suele decir que la mujer ideal de todo hombre es él mismo encarnado en el cuerpo de una chica guapa, y la voluntad de Elyse de realizar esta prueba demuestra que está dispuesta a hacer sacrificios y entrar en el mundo masculino de Eddie.
Se trata de una obra que merece la pena ver más de una vez (y si se hace de noche mucho mejor). En mi primer visionado me pareció bastante insulsa, una copia inferior a la referida American Graffiti. La segunda vez como suele suceder empecé a apreciarla como una buena historia por derecho propio.
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