Un aniversario de tu nacimiento, comúnmente llamado en estos tiempos "cumpleaños", siempre ameritará una celebración, una fiesta, un convite y también un 'pequeño' resumen de lo sucedido.
Primero que nada tengo que decir que me considero un hombre afortunado, puesto que, en conmemoraciones como ésta me doy cuenta de que si existe gente que desinteresadamente me quiere, me desea lo mejor. Lo cual agradezco profundamente y saben que el sentimiento es mutuo.
En cuanto al suceso puedo decir lo que sigue:
La hora para despabilarse: 9:30 am. Todavía un poco atontado por el sueño terminado, me dispongo a ir al lavabo para observar algunos de los rastros del acné. Me preparo para juntar los dedos y después presionar fuertemente en la llamada "zona afectada", algo de color blanco es expulsado y mancha un poco el espejo. De repente, mientras yo sigo en mi letargo escucho una voz lejana que me dice: "hola"... es un saludo áspero, frío, como los que suelen salir de mi padre. Miro el reflejo del cristal... efectivamente es él.
Luego salgo, no sé hacia dónde voy, sólo quiero sentarme para tratar de recobrar la conciencia antes perdida; pocos instantes después me encuentro frente al televisor que está apagado y sin llegar a percibir los rayos del sol que incipientes entran por la ventana de la sala. "Ahora mismo, no sé que voy a hacer" pienso, al mismo tiempo que empiezo a escuchar las nacientes notas de "las mañanitas", interpretadas por Pedro Infante. ¿Quién pudo haberlo hecho? ningún primerizo claro está. La respuesta es simple: mi procreador.
Aunque vino de esa persona, el gesto me pareció afectuoso, atento, agradable, cordial y en cierta forma simpático porque logré esbozar una sonrisa con tan particulares letras.
Me sentía sumamente contrariado en ese instante y nada tenía que ver con ese charro de quien dicen es "la voz que bajó del cielo", sino de algunos dilemas surgidos en la madrugada con Lala. Todavía me preguntaba cómo habia conseguido dormir si esas contrariedades no me dejaban conciliar el sueño aunadas a unas cuantas tazas de café ingeridas durante la tarde y noche del día anterior. No obstante, no fueron suficientes las horas de reposo.
Durante gran parte de la mañana mis pensamientos se enfocaron en la disyuntiva de hablarle o esperar que me hablara, sin embargo las interrupciones para recibir abrazos, felicitaciones, regalos e incluso un pastel, me facilitaron el proceso.
A pesar de mis "grandes" preocupaciones, el inicio de mi cumpleaños fue alentador, me sentía en alguna forma muy particular de expresarlo: "contento". Intenté en vano escuchar a Pink Floyd para que el tiempo transcurriera deprisa, pero sólo conseguí acelerar mi pensamiento.
Me salí alrededor de las 12 para hablarle, cuando contestó su voz se escuchaba muy triste y sin perder oportunidad le pregunté si acudiría a la cita anteriormente acordada, me respondió que si aún deseaba verla. La respuesta es conocida y obvia.
Así fue como cerca de la una de la tarde nos volvimos a ver. Yo con un semblante de decepción y ella con uno de tristeza por verme así, era un cumpleaños un tanto bizarro y no cambió en gran parte del día. De lo que sucedería después, prefiero conservarlo para mi, algunas cosas son dolorosas y todavía complicadas de tratar.
Han pasado ya algunos minutos desde que "mi día se terminó" y desde que ella me envió un mensaje que me hizo sentir satisfecho, radiante, dichoso, muy alegre. Soy sin duda muy afortunado en tenerla. Esperanzada me pidió que disfrutara hasta el último minuto de mi día, me pidió perdón por "las cosas feas" , me dijo que me ama.
Como le dije acostado en su cama: "Este cumpleaños tuvo cosas buenas y cosas malas", ¿Cuáles prefiero yo?... las buenas sin duda, por lo menos las disfruté, me divertí, me regocijé y las malas por obvias razones no fueron lo mejor, empero, prefiero eso a estar aquí triste, afligido, oscuro y apagado, con carácter meláncolico.
Este debe ser el mejor cumpleaños de todos, ¿por qué? porque al final de la jornada pude decir y afirmarlo dichoso que fui feliz, que soy dichoso, que estoy repleto y colmado de amor por dentro y por fuera de mi ser. Me siento orgulloso de haber quedado satisfecho y eufórico al término de la fecha más egoísta.
Y por cierto, texto color rojo, porque el rojo es mi favorito.
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