Otro año a escasos días de concluir.
Como en ocasiones idénticas a esta y en un humor un tanto "rutinario", no queda nada más por hacer que un balance, un breve repaso de lo que pasó en el año 2007. Un año con crisis, con hechos que cambian mi vida y de quienes me rodean. Lo equivalente a lo que sucede en nuestro planeta.
Esa tarea de momento me parece sumamente complicada, ya que los efectos que han tenido los actos que realicé, no son cuantificables ahora por diversas razones. Puedo decir que no he tenido hasta hoy, ni un segundo para poder reflexionar que fue positivo y que no lo fue tanto en este fragmento de la existencia, de mi vivir.
Ahora bien, por motivos relacionados con la época muy peculiar que estamos viviendo, se añora, se rememora lo acontecido durante el año, no importa si la memoria dificulta la labor anterior. Lo único que es muy cierto y que tengo muy claro es que el 2007 como pieza del rompecabezas de mi vida fue un año que viví con velocidad, con urgencia, muy apresuradamente; por lo tanto muy pocas veces hubo pausas para consentirse, instantes para detenerse ante tanta premura y si los hubo fueron demasiado raquíticos.
La prisa se dió sobre todo el último semestre que estuvo saturado de trabajo, de estrés, de frustraciones e incluso de soledad y melancolía.
Si lo analizo desde ese enfoque, concluiría decididamente que ha sido un año muy duro por las experiencias complicadas que me ha tocado enfrentar en diversas oportunidades en el transcurso del mismo; todo ello produjo como consecuencia en cierta medida un desengaño enorme hacia la vida, provocando así rehuirle a muchas cosas que disfruté por mucho tiempo. Por esa razón, como anhelo del próximo año, quiero desentrañar todos los misterios que envuelven mi paso por este mundo material, desenterrar muchos de mis fantasmas internos que han sido expulsados poco a poco y sorprenderme de manera cabal al poder soltar tantos nudos que me atan al pasado.
Al mismo tiempo ha sido satisfactorio lo vivido, puesto que haber vencido todos los obstáculos que me han traído hasta aquí, hasta este instante que soy yo, no tiene comparación con nada que pueda comprarse en el supermercado.
Mientras me tomo un tiempo para esperar a que ella llegue, pienso en diversas situaciones que me producen algo en mi cuerpo que reconozco con el nombre de ansiedad. Realmente deseo unas vacaciones, sin nada de que preocuparse, ¿Quién podrá brindármelas?
La vida en esta era de la humanidad, en esta etapa que estamos viviendo es demasiado estresante.
Tanto es así que no hay día en el que después de realizar todas las labores posibles, resolver los pendientes de la semana anterior y ocuparse de asuntos que no me competen, la cabeza (como una extensión del cuerpo) se percibe como una apocalíptica olla a punto de estallar. O por lo menos, ese es mi caso.
Que si escribo con tinta azul (como ahora) es muy frio, o que si escribo con tinta negra es una proyección de lo satánico en mi y que la letra es tan espantosa, que se parece tan poco a la que las maestras de la primaria nos enseñaron a hacer; que si el papel que constituye la hoja donde escribo es demasiado rugoso, una superficie que no es uniforme o que si mis ideas no tienen sentido lógico, ni coherencia, ni congruencia, son ambivalentes, que ni entienden lo que trato de expresar (solo trato, no lo logro) que si las carreras técnicas como secretarias, contadores, asistentes educativos y otras mas no sirven para nada o que las pizzas corren, y que hasta se lava en seco, que existe el arte de la belleza, que hay entregas "express", que si un día nacieron, otro morirán y nada se llevarán pero realmente están "viviendo"; que el amor les genera un gozo sin igual.
Mejor me arropo y concluyo esta divagación tan extensa, muy arrebatada.
Pero es que no logro entender como es que alguien podría perder algo, sin haber logrado ganarlo.
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