Director: Andrew Patterson
Duración: 89 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Sierra McCormick, Jake Horowitz, Gail Cronauer, Bruce Davis, Cheyenne Barton, Mark Banik, Gregory Peyton, Adam Dietrich, Mallorie Rodak, Mollie Milligan, Ingrid Fease, Brandon Stewart, Kirk Griffith, Nika Sage McKenna, Brett Brock, Pam Dougherty, Lynn Blackburn, Richard Jackson, entre otros.
" Una noche en Nuevo México a finales de los cincuenta, la joven operadora Fay y el carismático conductor de radio Everett descubren una extraña frecuencia de audio que podría cambiar al pequeño pueblo donde habitan y su futuro para siempre."
"Hay algo en el cielo". Hemos escuchado esta frase, o alguna similar, en casi todas las películas cuya temática esta relacionada con las invasiones de ovnis y extraterrestres de los últimos setenta años. Sin embargo, aunque este filme del que hoy vengo a hacer una breve reseña, emplea algunos símbolos e imágenes demasiado convencionales del género, el espléndido debut como director de Andrew Patterson es de algún modo, familiar y reformador al mismo tiempo de la desgastada ciencia ficción. El director parece prosperar al desplegar sobre la pantalla una historia que termina por proceder como se espera, con un estilo innovador que marca a un potencial visionario.
La historia abre con la aparición de un modelo vetusto de televisor mientras un excepcional imitador de Rod Serling presenta un programa llamado Paradox Theater, una especie de homenaje a la serie clásica The Twilight Zone que por estos lares es conocida como la Dimensión Desconocida. El episodio que toca apreciar en esta velada es uno llamado La vasta noche, justo como el título del filme.
Entonces, la imagen en blanco y negro inicial se disuelve hacia el color y nos encontramos a finales de los años cincuenta en el exterior del gimnasio de la preparatoria de Cayuga, en Nuevo México. Una magnifica secuencia inicial, llena de diálogos rápidos y superpuestos, nos presenta a Everett y Fay. Por su parte, Everett se pavonea de forma arrogante por el lugar mientras ayuda a solucionar un problema eléctrico, bromea con el trombonista de la banda escolar y empieza a charlar con Fay sobre la nueva grabadora que ha adquirido.
Los dos personajes que serán los protagonistas de esta breve historia, siguen moviéndose por el gimnasio, para después regresar al amplio estacionamiento de la zona, donde Everett se dedica con su marcada verborrea a instruir a la ingenua Fay en los fundamentos de la grabación de entrevistas. El citado Everett resulta ser el DJ y locutor de la noche en la WOTW, la emisora de radio local, y el director Patterson utiliza su desplazamiento por el gimnasio y el garaje del sitio, que después los lleva de vuelta al centro de la localidad, no solo para presentarnos a la peculiar pareja, sino también para darnos una idea sobre el pequeño pueblo y su gente.
Mientras Everett se dirige a la estación para desempeñar su turno, Fay retoma su trabajo nocturno como telefonista. En otra secuencia muy sugerente, vemos cómo Fay atiende las llamadas que van ingresando y como aparece de forma repentina el extraño sonido que escucha en el fondo. Una vez más, solicita la ayuda de Everett y este termina por reproducir el sonido por la radio en su programa. Esto provoca una llamada de un tal Billy, que reconoce el sonido de sus días en una misión militar secreta, y además la de una anciana que se halla recluida (la propia Gail Cronauer) que pretende contar su espeluznante historia cara a cara al renombrado Everett.
Ahora bien, leyendo distintos comentarios de gente que detesta esta obra diré lo siguiente: en mi caso esta cinta me ha recordado que el cine no puede ser siempre fondo y poca forma. Y es que muchas de las personas que no la soportan, tampoco pueden entender que a los críticos les parezca una maravilla, y aunque no sea mi caso (el considerarla una genialidad), comprendo porque la han llenado de elogios. Es decir, la diversión, el placer, la alegría en este filme no provienen tanto de la historia, sino más bien de Cómo se cuenta y cómo la interpretan los muchachos Horowitz y McCormick, que derrochan energía y espíritu juvenil.
En mi caso, destacaría a esta última que me parece que es excepcional con el enfoque vertiginoso y nervioso que le brinda a su personaje la ansiosa Fay, mientras se coloca sobre el rostro sus gafas de ojo de gato. Resulta hipnotizante en un plano sin cortes de alrededor de diez minutos en el se dedica a responder llamadas, conectando y desconectando cables por doquier.
El director Patterson y el director de fotografía M. I. Littin-Menz utilizan tomas largas en distintas ocasiones, y ninguna es más impresionante que cuando nos llevan por todo el lugar, el partido de baloncesto, a través de la ventana del gimnasio y de vuelta a la emisora de radio. Cuando sucedía me pregunté cómo lo habían conseguido, pero me impresionó más el hecho de cómo nos informaban de modo visual que la ciudad estaba casi desierta durante el gran partido.
No solo fue la primera película del director Patterson, sino también fue el primer guion elaborado de los escritores James Montague y Craig W. Sanger. Han trabajado juntos para captar la sensación y la atmosfera de la época en los decorados, el vestuario, la preocupación por la Unión Soviética y la atención a los ovnis y los extraterrestres.
A mi parecer, Super 8 (2011) de J. J. Abrams puede ser la comparación más cercana a esta cinta, aunque también hay en ella piezas de Close Encounters of the Third Kind (1977) de Spielberg, una pizca de los X-Files, e incluso una gota de American Graffiti de George Lucas.
Rara vez un director novato irrumpe en la escena con tanta destreza y visión innovadora, y no sería de extrañar que el señor Patterson fuese contratado muy pronto para un proyecto cinematográfico de presupuesto significativamente mayor. Sin duda, esta debe ser una obra que implica pura alegría para nosotros, los amantes del cine, que brillamos con los enfoques creativos que surgen de un reino entre clandestino y olvidado.
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