Dirección: Luc Besson
Duración: 93 minutos
País: Francia
Reparto: Pierre Jolivet, Jean Bouise, Jean Reno, Frizt Wepper, Christiane Krüger, Maurice Lamy, Pierre Carrive, Jean-Michel Castanié, Michel Doset, Bernard Havet, Marcel Berthomier, Petra Müller, Garry Jode, entre otros.
En un futuro postapocalíptico, solo quedan unos pocos humanos. Nadie puede hablar, la película no contiene diálogos y los personajes se comunican de forma no verbal. Un solitario decidido entabla amistad con un anciano solitario y ambos luchan contra malvados matones por la comida, el refugio y la vida misma.
Si hay un concepto que la historia del cine nos ha inculcado una y otra vez, de manera consciente o no, es que la belleza física es superior. Desde un punto de vista evolutivo, esto tiene mucho sentido, ya que así es como estamos programados como humanos. Estamos hechos para querer los mejores genes para nuestros hijos con el fin de garantizar que la especie continúe lo mas sana y fuerte posible, y el aspecto físico es el indicador mas inmediato de la genética.
Es dicho concepto justo el que vemos de nuevo presentado en Le Dernier Combar (mejor conocida en castellano como La última batalla) del director francés Luc Besson.
En primer plano tenemos a Pierre Jolivet quien es nuestro héroe anónimo, cuyo personaje es nombrado en los créditos como el Hombre. Pero veamos, el argumento es el típico que se usaría en una producción de Hollywood. Es decir, nuestro héroe se encuentra en algún punto de la historia de modo accidental con el antagonista sin nombre (identificado en los créditos como el bruto) interpretado por Jean Reno, del que hablaré más adelante.
Luego de ese fortuito encuentro, nuestro héroe pierde la batalla, sufre algunas heridas pero al final consigue escapar. Es ahí cuando se topa con un tercer personaje sin nombre (identificado en los créditos como el Doctor) y ambos entablan una improbable amistad mientras nuestro héroe se recupera.
Finalmente, la trama sigue avanza y el citado amigo del héroe, que es inteligente y sofisticado pero en términos genéticos bastante inferior, es asesinado, dejando a nuestro protagonista solo ante el enfrentamiento final que naturalmente gana, dejándole en apariencia el camino libre para que pueda encontrarse con la hermosa damisela que se halla en apuros (y en este caso encerrada sin ver la luz del sol).
En este punto, sería bueno aclarar que al tratarse de una pelicula francesa y no de origen hollywoodense, no siempre es tan sencilla como la he descrito, en ella convergen demasiadas sutilezas y alegorías, y todos los personajes atraviesan una especie de existencialismo cómico (si es que eso es posible).
Nuestro héroe y protagonista del relato, personificado por Jolivet es un hombre esbelto y tonificado, que posee unos ojos profundos, oscuros y escrutadores. En su tarea de alcanzar el aprecio de la mujer se muestra refinado, presentándole a la misteriosa señorita un regalo bien envuelto, luego de por fin decide tomar un cepillo y peinarse la melena.
Por el contrario, nuestro villano a quien da vida Reno aparece en un momento dado en calzoncillos, con el pecho repleto de vellos y la barriga colgando. Lleva gafas, un indicador de su inferioridad genética, y para reforzar aun mas la repulsiva impresión se le notan algunas cicatrices faciales.
Nuestro tercer personaje, encarnado por Jean Bouise, es el sofisticado e inteligente de esta historia. Es un hombre que pinta, cocina, disfruta del buen vino, y además repele al bruto haciendo uso de un humor irónico a través de las múltiples barreras defensivas que le impiden el paso al interior del edificio. Eso si, es un sujeto mayor, por lo tanto más débil. También usa gafas y tiene los dientes raros, pero en apariencia es consciente de su posición inferior y no intenta imponerse a la mujer que tiene cautiva. Podría decirse que su papel es el de facilitador para nuestro héroe.
Cuando le quita la venda de los ojos al hombre, indicándole que ya puede visitar a la mujer sin restricciones, nuestro facilitador se sacrifica de forma simbólica por el héroe, lo que se transforma en asunto literal unos instantes después, cuando muere al caerle encima unos escombros que llueven por el camino.
Como señalaba el inicio, si esta hubiese sido una creación de Hollywood no hubiese pasado nada con ella, no habría sido nada especial. Pero es francesa, así que nos aguardan algunas sorpresas. Por ejemplo, el personaje de el Bruto no recibe el tratamiento que tendría un villano típico originado en Hollywoood, a pesar de su deseo en apariencia psicopático de destruir a todo aquel que se cruce en su camino.
En su lugar, los papeles se establecen de maneras más burlescas: por ejemplo el hombre lleva una doble placa para acoplar a su tanque de gas, pero cuando el bruto y se siente en su trono simbólico, no solo se acaba el gas, sino que la grabadora que hasta ese momento había funcionado a la perfección decide de repente estropearse, no por quedarse sin batería, sino porque el tipo determina de modo inexplicable que es mejor masticar el casete que tiene dentro. Y esto se debe a que Reno es un actor tan talentoso y simpático que es difícil estar en su contra.
Del mismo modo, nuestro héroe nunca es del todo heroico e impoluto. En la primera escena de la historia se nos muestra practicando con una muñeca inflable, solo para que unos segundos después vea frustrados sus designios porque la la acompañante comienza a desinflarse.
Otro aspecto que Hollywood nunca habría hecho tratándose de una creación como esta, es obviamente realizar una pelicula entera con una sola palabra de dialogo (en este caso se trata de un entrecortado bon jour que se dicen los alegres compadres en algún momento).
Por si fuera poco, se nos introduce en un mundo postapocalíptico en el que no se explica nada (como debe ser, creo yo), y menos en esta terrible coyuntura porque la gente es incapaz de hablar, salvo en ese único momento que ocurre bajo la influencia de alguna inhalación gaseosa.
En ese sentido, el aludido doctor es el símbolo del viejo mundo, de la civilización, de la empatía, del arte. Y en lo que toca al hombre, este queda impactado cuando escucha una palabra, pero desea de forma desesperada unirse a la fiesta, y por ello el jubilo que expresa cuando por fin es capaz de hacerlo es bastante conmovedor.
En su tiempo libre, el solitario hombre parece disfrutar escuchando música y contemplando algunos cuadros, en comparación con la peculiar afición del impulsivo villano que pasa el tiempo practicando como romper botellas con una espada. Y mientras el noble cena filetes cocidos, podemos ver al abyecto metiendo pescado crudo en un dispensador de chicles.
Por cierto, la mencionada escena del gas y el fallo de la grabadora puede verse como el intento del salvaje de unirse a ese mundo civilizado, pero su ignorancia enorme le lleva al fracaso inevitable, no puede ser lo que no es. Es el bárbaro que intenta asumir el papel de Rey.
El resto del mundo está conformado por edificios destrozados y armamento improvisado, en apariencia engullido por un vasto desierto. El hombre educado lleva una lanza con un cuchillo atado a la punta y una incipiente armadura acolchada. Y el salvaje lleva una protección acolchada similar y se pasea con una gran espada.
Incluso el doctor sale a atacar al bárbaro en la puerta blandiendo una ballesta improvisada. Todo este armamento medieval se presta de manera conveniente para que el doctor pinte a su nuevo amigo con la apariencia de un caballero en la pared. Más tarde, añade la figura femenina, sin saber con certeza si se trata de sugerir el enfoque caballeresco que pretende el hombre libre adopte con la mujer cautiva.
Si es así, el citado regalo envuelto sugiera que ha funcionado, lo que conduce a la aprobación del médico con la retirada de la venda de los ojos. Al final, como suele suceder no consigue a la chica, ya que el bruto ha llegado a ella primero, y al parecer la ha matado en su loca villanía.
A continuación, se nos ofrece una escena final en la que nuestro paladín vuela de vuelta a su ubicación original. Estando ahí, acaba con el líder y asume el mando, ya no vestido como aquel noble caballero, sino ahora ataviado con la ropa que refleja la posición que tomara en este sitio: el traje blanco de un gánster. Pero sigue siendo nuestro noble héroe porque libera de inmediato al enano extraño esclavo del agua, que parece un cojo, y es recompensado al ser llevado ante una hermosa mujer. Ambos sonríen y tenemos nuestro final feliz.
Al final, se trata de una obra que merece la pena ver, aunque solo sea para que los fans de Luc Besson puedan echar un primer vistazo al estilo del admirado director en sus inicios, y no se puede negar el atractivo de sus interpretaciones y el impresionante hecho de lo visualmente dinámica que es su creación dado su bajísimo presupuesto.
Puede que La ultima batalla no sea una obra maestra y que resulte una obra que aleje a muchos espectadores potenciales; sin embargo una vez reconocido el asunto, hay que admirar realmente el alcance y la visión de Besson, en especial en esta fase inicial de su carrera. Las similitudes temáticas señaladas por otras personas son constantes, al igual que la vaga sensación de nostalgia que se percibe cuando se tiene en cuenta lo mucho que los videos musicales y los anuncios de televisión posteriores han tomado prestado de este particular estilo.
Una autentica pelicula de culto para cualquiera que aprecie el cine de arte y ensayo underground, la ciencia ficción postapocalíptica o la obra de Luc Besson.
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