Ayer solamente bajar música, la mal nombrada "música clásica". Sigo pensando que la música es cultura(claro está, con sus excepciones como lo que escucha "el pueblo" en nuestro país) y este género o clasificación que a ese mismo pueblo le parece "música aburrida", es sin duda la más enriquecedora del espíritu, del alma.
Ayer me dediqué a ello, a descargar las obras de compositores del Barroco como son: Hândel, Bach o Antonio Vivaldi; del Clásico como Beethoven y Mozart, además de Richard Strauss del Modernismo.
Al mismo tiempo, y en algo que a muchos les parecería increíble (porque piensan que eso no es cultura, y es cierto, estoy de acuerdo con ustedes), me puse a ver futbol. Pero claro, no cualquier futbol, sino el "glorioso" futbol mexicano, el ansiado partido de vuelta de la copa llamada "campeón de campeones" disputada entre el Toluca y el Pachuca.
No importan los detalles del por qué se celebra este par de partidos, mucho menos ganarlos o la trascendencia que se puede generar si obtienes el triunfo. Eso a nadie le interesa, puesto que el rótulo lo dice todo. Y si no saben nada de "El juego del hombre", ¿a quién le importa?.
El Toluca ahora porta con todo orgullo el mérito de serlo.
Despúes nada, en la televisión no había nada, hasta que se apareció René Franco y me hizo pasar un rato agradable con sus descollantes y sobresalientes invitados, entre los que se encontraban la no menos despreciable Gloria Trevi. Nada que comentar al respecto.
En la noche(más bien madrugada) no dormí nada bien.
Y hoy... cansancio, mucho cansancio. Un poco de cafeína, un poco de lectura (A sangre fría, excelente libro de Capote) aunada a grandes frases: "Quizá sólo fuera que los Clutter tuvieron que pagar por todos...", salir a la calle ya que en "detectives" pasaron un capítulo repetido de un destacado piromaniaco; ya estando allí buscar películas, no encontrar nada bueno o simplemente un poco de tacañeria y buscar una revista con "buenos soundtracks"(según ellos).
Finalmente aparecerse en un video para conseguir Before Sunrise. Retornar por la incesante lluvia, mojarme hasta las orejas, seguir cansado.
Cambiarme la ropa, sentarme ante este monitor, escribir una serie de estupideces, ¿qué más da?
Estoy tranquilo, no estoy desesperado. He madurado en ese sentido, aunque por supuesto, eso no quiere decir que no te extrañe; al contrario, lo hago a cada instante desde que no nos vemos.
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