Para poder empezar a escribir en este lugar, tomo como referencia en primer sitio que no me gusta dejar cabos sueltos en cuanto a lo que sucede con mi existencia. Me hubiera agradado relatar más detalladamente lo que aconteció los días pasados, pero simplemente no se pudo por diversas circunstancias; muchas de ellas fuera de mi alcance. Como sea, quiero mencionar que me encuentro en un estado extraño de ánimo; siento mi estómago apretado, como si alguna fuerza anhelara exprimirle. Estoy molesto, triste, también feliz(no mucho) y no creo que todo esto sea labilidad emocional. Es como una mezcla extraña de matices la que me envuelve ahora, quiero gritar, quiero llorar, quiero convertirme en una roca para no volver a percatarme de lo que sucede alrededor.
Por ejemplo, el viernes fue un día lleno de ambivalencias: por una parte mientras caminaba escuchando una canción de Los Bunkers, mientras observaba como saltaban encima de esas plataformas los que alguna vez fueron parte de "Mi generación", cuando sentía que ellos al fin se marchaban para no volver, y que yo sólo voy un par de pasos detrás de ellos me sentí contento, pleno, satisfecho, pensé: "la salida no está tan lejos como creía"... Los observé a ellos, casi matándose con un sadismo increíble, la venda que cubría mis ojos se cayó vertiginosamente dándole entrada directa como una ventana enorme a la violencia; de un instante a otro dejé de ser venturoso para ser un simple espectador de la furia de dos sujetos. Fue tan intenso, tan cruel, tan brusco como las emociones y las sensaciones que me había despertado el primer evento que jamás tendrá comparación con el segundo, por lo menos en esencia.
¿Qué mas puedo expresar? para mí en esas batallas no existe vencedor, nadie que pueda sentir el triunfo en la sangre, esa misma sangre que recorre sus venas y les impulsa a cometer actos tan silvestres, diría yo.
La vida me sacude con cada paso que doy, con cada minuto que pasa, con cada palabra que manifiesto, con la maldita lluvia que no deja de caer y con el zumbar de mis oídos estremeciendo mi mente. En particular, los chubascos no son de mi particular agrado, me deprimen los días así: llenos de cielos plomizos, de olor a tierra, de gente cubriéndose de la tormenta, de otros muchos corriendo, de incertidumbre, de los que desempolvan sus chamarras o gabardinas en estas "épocas húmedas."
He cambiado, ya no soy tan dadivoso, ni tan considerado con la gente. O más bien he pensado que no cambié, sino que ahora he vuelto a ser yo, el mismo hijo de puta de siempre. El que no se deja pisotear por nadie, el que se permite sentimientos negativos hacia figuras importantes, creo que se deben derribar idolos; ídolos y figuras por ontonomasia, creados de la nada, fundamentados en malvavisco, en lo frágil, en lo endeble y por lo tanto en algún pinche momento se quebrarán. Ya lo verán, y yo estaré allí para reirme de ustedes. La solidaridad no se compra con una sopa caliente o un pedazo de queso sobre la mesa. No creo ser una buena persona, ahora mismo le ajustaría un buen puntapié a cualquier pendejo que se me cruzara, incluída la persona que me ha dejado sus comentarios medrosos, risibles, ridiculos, grotescos, absurdos, e insignificantes. Tanto es así que se escuda en el anonimato, arma de los cobardes.
Yo solo te digo, si tanto confias en tu conocimiento, en tu sabiduría, en tu erudición y dominio del tema; ven aquí y demuestralo. Porque solo demuestras ser un completo eunuco.
Y ya me retiro, me hartan los imbéciles.
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