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The Player (1992)


 

Director: Robert Altman

Duración: 124 minutos

País: Estados Unidos

Elenco: Tim Robbins, Greta Scacchi, Fred Ward, Whoopi Goldberg, Peter Gallagher, Brion James, Cynthia Stevenson, Vincent D'Onofrio, Dean Stockwell, Richard E. Grant, Sydney Pollack, Lyle Lovett, Dina Merrill, Angela Hall, Leah Ayres, entre otros.

" Griffin Mill, un productor de Hollywood, recibe cartas amenazadoras que le envia un guionista, cuyo proyecto rechazó. Intentan llegar a un acuerdo, pero tras una terrible discusión, Griffin lo mata. La crisis económica de los estudios es tal que se hará todo lo posible para que el productor eluda su responsabilidad."

El año que viene, cuando esté tratando de elaborar una lista de las mejores películas de los noventa, The Player de Robert Altman estará muy cerca de la parte superior de mi radiante listado. Este filme crea de forma muy hábil una trama central en torno a un personaje llamado Griffin Mill (interpretado por Tim Robbins, el cual suele escuchar alrededor de ciento veinticinco presentaciones de películas por día) ya que se trata de un ejecutivo de estudio que está siendo amenazado por un escritor cuyo guion o idea probablemente ignoró. Pero lo que es aun más interesante de la película es todo lo que sucede digamos en la periferia de lo que ocurre en la trama principal; es decir, todas las referencias que se hacen a las técnicas de los estudios sobre la realización cinematográfica, toda clase de movimientos cinematográficos surgidos del extranjero, y algunos homenajes relacionados con el llamado Viejo Hollywood en comparación con el Nuevo Hollywood. 

La película posee varias capas, sin embargo, todo lo que vemos encaja a la perfección en la fórmula por la que justamente sobrevive la realización de películas en Hollywood. De alguna manera, lo que observamos en el metraje de The Player podría ser una propuesta perfecta para una buena película. Todo esto que le menciono puede parecerle confuso, pero mire con atención la cinta de principio a fin y de inmediato sabrá a qué me refiero. 

El filme comienza con un impresionante homenaje a Rope de Alfred Hitchcock, en una secuencia que tiene una duración de aproximadamente ocho minutos en la cual la cámara se mueve de manera libre por un estudio y se encuentra con muchas personas en medio de sus rutinas diarias. Por ejemplo, nos topamos con una pareja de hombres discutiendo cómo las producciones de Hollywood en ese momento se parecen cada vez más a MTV: corte, corte, corte. Uno de los personajes incluso usa el ejemplo de la citada Rope para ilustrar aquel punto. Ahora mal sin bien, la aludida obra de Hitchcock es una película de alrededor de noventa minutos de duración que parece haber sido filmada en una sola toma. Por supuesto, no fue filmada de esa manera, ya que los carretes de películas en ese momento solo duraban diez minutos. Dicho de otra manera, si uno mira aquella cinta muy de cerca, se puede determinar de modo preciso dónde se hicieron los cortes.

Como sea, en la prolongada duración de la misma clase de secuencia, nos encontramos con Griffin Mill haciendo negocios en su oficina. Y vemos a la gente entrar en su oficina presentando ideas para toda clase de películas. Es en ese punto, donde comenzamos a aprender sobre la realización cinematográfica de Hollywood que complace al populacho. De tal forma que las ideas, no las historias o los guiones se presentan a los ejecutivos en 25 palabras o menos. Casi siempre, las ideas descartadas se basan en producciones anteriores (por ejemplo: Alguien siempre muere al final de un thriller político) e incluso aparecen combinaciones de cintas anteriores ( Se trata de una mujer bonita que se encuentra fuera de África). Y cuando vemos los filmes habituales que se estrenaban en los cines cada semana, no es difícil creer que esta era la forma en que fueron concebidas. En algún sentido, podría señalarse que la formula acostumbrada empleada por Hollywood implica sexo, violencia, familiaridad y, lo más importante de todo finales felices, una película siempre debe tener un final feliz.

Por otro lado, The Player está repleto de un montón de estrellas de Hollywood, la mayoría de ellas interpretándose a sí mismas. Es así que vemos desfilar en pantalla a gente como Jeff Goldblum, Malcolm McDowell, John Cusack, Anjelica Huston y Burt Reynolds, por nombrar algunos. Muchos de ellos se encuentran en los restaurantes durante el almuerzo y en las reuniones nocturnas de los estudios, donde el tema de conversación son siempre las películas. De modo curioso, cerca del comienzo del relato, Griffin le sugiere a las personas invitadas al almuerzo que hablen de otra cosa. Y agrega, Todos somos adultos educados. Por supuesto que nadie dice nada. Sus vidas están tan adoctrinadas por Hollywood que no saben de qué más hablar.

Desde el principio de la trama, Griffin recibe numerosas postales que amenazan su vida. Por lo que empieza a sospechar de cierto escritor y una noche va a su cada para enfrentarse con él. No obstante, dicho hombre resulta no estar en casa, pero en ese instante emerge una escena increíble en la que Griffin habla con la novia del hombre por teléfono mientras la observa a manera de voyerista a través de la ventana. Esta debe ser una extraordinaria simbolización de la esencia voyerista que acompaña la experiencia de ver una cinta, o la noción de algo llamado escopofilia para ser precisos. 

Dicha idea me parece bastante interesante. La idea detrás del concepto de escopofilia es que el cine construye al espectador como sujeto; el espectador que es el poseedor de la mirada, y que atesora un intenso deseo de mirar. En consecuencia, el cine coloca a los espectadores en un posición voyerista en la que el asistente mira la película sin ser visto en una habitación oscura. Esto es, mientras Griffin contempla a la muchacha mientras habla con ella, es de noche y él permanece invisible para ella. Este peculiar escenario representa para mi de forma metafórica tanto el teatro como el propio cine.

A su vez, en los minutos que dura la sugerente conversación de Griffin por teléfono, descubre que el hombre que está buscando está viendo El ladrón de bicicletas en un enorme cine ubicado en Pasadena. Y es justamente esta película en sí misma la que representa el primer contraste con Hollywood que vemos en The Player. 

El ladrón de bicicletas que fue dirigida por Vittorio DeSica fue parte de un movimiento cinematográfico que empezó en el año 1942 y que terminaría diez años después en 1952 llamado Neorrealismo italiano, cuyos principales exponentes aparte del ya mencionado fueron Rossellini y Visconti. Ahora bien, Rossellini llamó al neorrealismo un cine tanto moral como estético. Conforme a ello dicho movimiento, en gran medida debe su existencia al descontento de los cineastas por las restricciones impuestas a la libertad de expresión. Como resultado, es evidente que este movimiento cinematográfico es bastante diferente de la fórmula cinematográfica moderna del monstruo que es Hollywood. Por ese motivo cuando a la salida del cine finalmente Griffin conoce por primera vez al hombre del que sospecha es el responsable de estar enviando las postales, le sugiere que tal vez podrían hacer una nueva versión de El ladrón de bicicletas, el hombre responde con un sí, seguro, probablemente querrás darle un final feliz.

También resulta interesante en este filme que una de las sugerencias de los ejecutivos del estudio es utilizar a los periódicos como fuente de ideas para crear guiones. Esta singular tarea sirve para contrastar al antiguo Hollywood con el reciente Hollywood. En los viejos tiempos donde todo era dominado por el cine de estudio, Warner Brothers (uno de los estudios de clase media de Estados Unidos) producía filmes con ideas en apariencia extraídas de la vida real o de los titulares de los principales periódicos. Esto nos da la sensación de que a menudo Hollywood se atasca con las ideas originales, por lo que las ideas del pasado vuelven a circular.

He mencionado sólo algunas de las múltiples referencias atrayentes que se extienden en los alrededores a la trama principal de esta película. Lo positivo del asunto es que incluso si no se captan todas las referencias cinematográficas de las que he estado hablando, sigue siendo una experiencia agradable su visionado. 

Cuando la vi por primera vez, era muy joven y no sabía demasiado sobre el amado arte del cine, pero la disfruté muchísimo. Ahora debe ser una de mis favoritas. En definitiva la recomiendo a cualquiera que tenga un gran interés en el arte de crear y proyectar metrajes.

Altman compendia sin esfuerzo aparente la moderna cinematografía de la industria que es Hollywood, y al tiempo presenta una alternativa radical. Al contrario que todas las cintas sobre buenos sentimientos con héroes solidos, conflictos claros y motivaciones evidentes, retrata a un protagonista sospechoso, situaciones resbalosas y ambiguos motivos, aderezados con ironía pura. Y al final, uno se pregunta cómo es posible que la flor y nata de Hollywood aceptara participar en esta trastada subversiva.

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