Dirección: Ron Shelton
Duración: 108 minutos
País: Estados Unidos
Reparto: Kevin Costner, Susan Sarandon, Tim Robbins, Trey Wilson, Robert Wuhl, William O'Leary, David Neidorf, Danny Gans, Tom Silardi, Lloyd T. Williams, Rick Marzan, George Buck, Jenny Robertson, Gregory Avellone, Garland Bunting, Robert Dickman, Timothy Kirk, Don Davis, entre otros.
" Lawrence 'Crash' Davis es un veterano jugador de beisbol de las ligas menores, traído de otro equipo para que consiga curtir a un joven lanzador con problemas de madurez en todos los sentidos. Ambos terminan por involucrarse con una tal Annie, una fanática del beisbol con su propia perspectiva del juego."
A diferencia de la mayoría de películas del género, esta carece de un tono sensiblero, no tiene tiempo para la nostalgia, no romantiza en exceso el juego, está narrada por una mujer y se centra en el trabajo cotidiano del circuito de las ligas menores. Y mientras que un número alto de forma inquietante de cintas acerca del beisbol se complacen en utilizar subtramas metafísicas (léase ángeles, destino, espiritualismo vago, el beisbol como una religión, etc.), esta cinta se da el lujo de parodiar todas esas cuestiones haciendo uso de conversaciones sobre física cuántica, religiones de la nueva era y su reparto de jugadores tontos y supersticiosos.
El guionista y director Ron Shelton expuso sus propias experiencias en las ligas menores de beisbol estadounidenses en esta astuta y sexy comedia, y en su debut como director dejo claras su pasión por el deporte, las mujeres fuertes y las personas de gran corazón.
¿De qué se trata esta película? A primera vista, se podría decir que se trata del beisbol: el amor, la alegría, el dolor y la locura que genera ese deporte. Pero en realidad trata de la vida. El equipo de beisbol en cuestión son los Durham Bulls (una simple variación del título), un equipo de la liga menor ubicada en Carolina del Norte que no es muy bueno. En realidad, es un equipo del montón.
Los tres personajes centrales de la historia son Lawrence "Crash" Davis, Annie Savoy y Ebby Calvin "Nuke" Laloosh, interpretados en ese mismo orden por Kevin Costner, Susan Sarandon y Tim Robbins en una especie de triunvirato de actuaciones realmente centradas, convincentes y memorables. Los tres actores impregnan sus personajes de humanidad, y cualidades únicas. Todos se emparejan en diferentes momentos del relato y tienen una variedad de interacciones y discusiones inolvidables.
Por un lado tenemos al personaje de Annie que elige cada temporada para emparejarse con uno de los jugadores y en este caso su plan se reduce a un par de candidatos: los citados Crash (que la hace de Catcher o receptor, y Nuke el Pitcher o lanzador). En un principio Annie se decanta por Nuke, a grandes rasgos porque el tal Crash decide rechazarla. En ese arranque la pareja conformada por Annie y Nuke comparten una serie de escenas muy simpáticas. Desde luego la señora Annie (que es mucho mayor que el tonto lanzador) lo utiliza para satisfacer sus deseos sexuales y su necesidad de mantenerse y sentirse joven y vibrante. Además, le ayuda con todo aquello que tenga que ver con mejorar sus lanzamientos. Pero también hay un instinto maternal que entra en acción. Es obvio que la relación de Sarandon y Robbins fuera de la pantalla contribuyó a su química en la misma.
En el mismo comienzo de la historia vemos como Crash es traspasado justamente a los aludidos Bulls (ideado por el gerente del equipo) para que sea el mentor en lo que se refiere al lanzamiento de Nuke, preparándolo así para las grandes ligas. Crash es un veterano con mucha experiencia y consejos que entregar que a Nuke le vienen bien, pero este muchacho no siempre escucha, por lo que el fogueado jugador tiene que darle lecciones de manera constante y recordarle quien manda. Al final Crash y Nuke guardan una relación de hermano mayor y hermano menor en la que el primero le da consejos, pero también existe la rivalidad entre hermanos por culpa de Annie. De tal manera que Crash percibe la grandeza en el brazo de Nuke y vive su sueño a través del inexperto lanzador. Si Nuke llega a las grandes ligas, asumirá que él también lo ha conseguido. Su ultimo momento juntos es el momento más emotivo de esta película. Tanto Costner como Robbins transmiten una relación genuina, divertida y masculina que es una parte especial de esta obra.
Y, ahora la parte esencial de la cinta, como suele decirse la creme de la creme, lo sustancial de esta narración El emparejamiento que solo existe para acabar con todo el resto de emparejamientos, el que se da entre Crash y Annie. Siempre es complicado ver lo que realmente sucede cuando se mira una película por primera vez, pero cuando vi este filme hace veinte años, realmente sabia como iba a terminar el asunto (entre Crash y Annie), pero no era capaz de apreciar en su totalidad en aquel momento como es que todo llega a ese punto. Después de volver a ver esta creación deportiva con los años, puedo apreciar la verdadera magia entre ambos personajes.
Costner y Sarandon crean un par de personajes notables. Con las piernas siempre abiertas y el hambre vampírica de una Bette Davis, Annie es una dinamita sureña que abruma a los hombres con su sexualidad. Frente a ella está el Crash de Costner. Armado de ingenio, con los característicos pantalones caqui con pliegues de Costner, y con un conocimiento infinito de casi todo, desde el beisbol hasta los ligeros, se trata de un hombre de mediana edad malogrado que, como Annie intenta vivir a través de Crash.
Por ultimo la película llega a su conclusión entonces con Crash y Annie, productos de un credo muy sesentero de la eterna juventud, dando la espalda al llamado juego de los jóvenes. Dejan de vivir a través de sustitutos lerdos y abandonan sus esperanzas de llegar a las grandes ligas.
Sin duda es una forma extraña de terminar una película deportiva. Mientras que la mayoría de las creaciones del género se preparan para un enfrentamiento culminante, Durham observa a sus héroes desvanecerse en el anonimato, renunciando a la eterna juventud, apreciando el poder de la sabiduría silenciosa, y deslizándose hacia una relación madura y reposada.
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