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The Dead (1987)


 

Dirección: John Huston

Duración: 83 minutos

País: Reino Unido / Estados Unidos / Alemania

Elenco: Anjelica Huston, Donal McCann, Helena Carroll, Cathleen Delany, Rachael Dowling, Kate O'Toole, Bairbre Dowling, Maria Hayden, Cormac O'Herlihy, Colm Meaney, Ingrid Craigie, Dan O'Herlihy, Sean McClory, Frank Patterson, Marie Kean, Donal Donnelly, Maria McDermottroe, Lyda Anderson, entre otros.

" El día de la Epifanía de 1904 está a punto de empezar una de las fiestas más concurridas en Dublín, la de las señoritas Morkan. Entre los invitados se encuentra Gabriel Conroy, sobrino de las anfitrionas y marido de la hermosa Gretta. Esa noche, los invitados disfrutan de una magnifica velada. Gabriel, muy enamorado de su esposa, observa su emoción cuando suena una antigua canción de amor. De vuelta a casa, Gretta le confiesa un secreto."

Los superlativos son realmente peligrosos. En cuanto afirmamos de manera precipitada que algo es insuperable, el objeto de nuestra veneración se convierte inmediatamente en aquella etiqueta que le hemos colocado. El ultimo relato de James Joyce en su libro Dublineses, titulado Los muertos, siempre ha sido la excepción a esa regla. A lo largo de los años, varios críticos lo han calificado como el mejor relato corto de la lengua inglesa. Después de buscar el relato hace algunos días, no puedo más que dar la razón a los críticos

Estrenada a título póstumo, La muerte (aunque también le llaman Los Muertos) pone fin a la ilustre carrera de John Juston, que abarcó 46 años, y que inició con fuerza con aquella obra maestra que es El Halcón Maltés en 1941. Adaptada a la pantalla a partir de la historia original de James Joyce de su colección de cuentos cortos Dublineses por el hijo de John, un señor llamado Tony Huston, y protagonizada por su hija Anjelica, además de una sucinta duración de tan sólo 83 minutos y el hecho de que su historia se circunscriba en su mayor parte a una única localización, esta película es un trabajo de amor a pequeña escala de Huston (y también de su familia), un octogenario que rumia sobre su vida plena mientras reflexionaba sobre lo que de forma inevitable le esperaba. Pero, no se deje engañar por el título, la cinta no se detiene en ese tema morboso, sino que su fuerza vital se engendra a partir de la animada fiesta de una cena de Enero en Dublín de 1904.

A mi parecer, se trata de una obra realmente asombrosa. The Dead nos muestra una cena irlandesa de principios de siglo a la que asisten un montón de almas perdidas. Es una perfecta instantánea de personas que o bien amaron y perdieron, o bien nunca llegaron a amar. Como suele asegurarse de forma temeraria, todo el mundo anhela el amor, no solo el cariño ordinario, sino una condición en la que uno casi mira a Dios en la otra persona. Un ejemplo de ello en esta historia lo brinda el persona de Anjelica Huston de nombre Gretta quien se refiere a un tal Michael Fury cuyo amor por ella había ardido de modo tan intenso en su ser que se dejó morir de frío sumergido en un río porque aquella fémina no podía ser suya. 

Desde luego tales acciones parecen patéticas al mirón de películas ocioso en turno, incluso no faltarían quienes calificarían al aludido Michael Fury como un perdedor. Pero años más tarde, cuando se considera que este tipo de pasión es lo único que importa, la gente desarrolla en privado una visión más respetuosa de estas cosas.

Durante la cena, el tenor Frank Patterson canta para los invitados, su encantadora voz atraviesa las paredes como el aroma de un jardín en una tumba. Una belleza así nos provoca desear encontrar a alguien, abrir nuestra vena yugular y sangrar de manera urgente en ella. Sentimos que en algún lugar arde una luz invisible, silenciosa e imposible en términos de la distancia. Si pudiéramos compartir esa luz con alguien, o al menos compartir su búsqueda. ¿Pero cómo? Desgraciadamente, solo podemos quedarnos vacíos junto a la ventana del dormitorio, miranda la nevada, como hace el marido de Gretta al final de la película. 

Muchos personajes de la creación de Huston pasan toda su vida junto a la ventana del dormitorio. Otros son como Michael Fury, que muere en un rio helado mientras mira fijamente la casa donde su amada lleva a cabo sus asuntos, sin responder al caballero en cuestión. En un momento dado, después de que un comensal recite un poema conmovedor, una de las invitadas se lamenta: Imagínate que te quieran así. Por supuesto se refiere a una devoción tan intensa como para reorganizar nuestra psique. Pero su oportunidad de amar se ha esfumado, aplastada bajo capas de esperanzas frustradas que ahora se amontonan como las nevadas de Irlanda en este relato. No hay rosas que broten en estos montones, solo anhelos enterrados en lo más profundo que flotan como un vapor alrededor de las lápidas.

Esta película insinúa secretos que se asemejan a algo que uno experimenta como un niño que, estando despierto y solo una noche, espía una estrella fuera de la ventana y por un instante vislumbra lo indecible. El niño no se lo menciona a nadie, ¿Quién lo entendería? (qué bonito, cariño). Pero el anhelo de compartir esa visión con alguien, o de compartir la visión de otra persona, arde hasta la muerte. Al final de la historia, el marido de Gretta, un tal Gabriel se da cuenta de que no ha compartido esa mirada con su mujer, ni ese amor. Su esposa ha sollozado hasta quedarse dormida en la cama y permanece en silencio mientras él mira por la ventana del dormitorio a altas horas de la madrugada. En concreto, las grandes historias tienen grandes diálogos, pero las más grandes tienen personajes cuyo silencio apunta al reino de los ilimitados Podría ser. 

Oímos los pensamientos lamentables del marido mientras las escenas nocturnas exteriores se funden unas con otras. Los campos, los cementerios iluminados por las estrellas, los arboles marchitos; todo calla mientras la nieve cae suavemente por toda Irlanda, y cae suavemente.

No se trata de una historia rutinaria de colisión entre el deseo y la proscripción, ni de una lucha melodramática de disfraces entre la atracción y el decoro social. The Dead habla de la estrella de Belén de cada persona, que se vislumbra una vez y se reprime hasta que algo como esta cena la sacude. Al día siguiente, los invitados se dirán a sí mismos que simplemente han bebido demasiado vino en la fiesta, y así volverán a sellar el cielo en su sótano mental. Su dolor continuará como siempre.

La consumada narración de Joyce no se encuentra en la forma casi mecánica en que la mayoría de los autores construyen sus historias, sino que se revela en el poder y la fuerza de los sentimientos proyectados por los personajes involucrados. Por una parte la preocupación de Gabriel por su discurso de sobremesa y los cambios que se están produciendo en Irlanda, la pasión secreta de Gretta por alguien a quien una vez amó y perdió, y ahora incluso el mero reconocimiento de ese amor amenaza con desestabilizar su relación con Gabriel, la incapacidad de Freddie para superar su dependencia a las sustancias, el arrogante tenor en la mesa tratando de elevar su estatus a través de su supuesta superioridad musical, o la criada que es todo nerviosismo pero eficiencia, y la lista continua; cada uno interpretando su papel con una motivación de carácter absolutamente convincente.

¿Cómo podría la obra de John Huston asumir una obra maestra de la literatura y seguir siendo fiel a ella? Bueno, el mérito es que se acerca bastante. Por supuesto, cuando leemos una historia, el autor suele dejar cierto grado de ambigüedad, áreas especificas en las que se nos permite interpretar nuestras propias imágenes mentales a partir de las palabras empleadas. Joyce no era diferente. Aquí radica el problema: trasladar una obra de ficción a la pantalla es como intentar unir los puntos. No todo el mundo va a reconocer la imagen y estar contento con la adaptación.

Sensible y discreta, le doy a esta película todos los elogios en cada uno de los aspectos que la conforman. Bravo por John Huston. Un ultimo esfuerzo oportuno de un gran director.

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