Director: Lawrence Kasdan
Duración: 113 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: William Hurt, Kathleen Turner, Richard Crenna, Ted Danson, J.A. Preston, Mickey Rourke, Kim Zimmer, Jane Hallaren, Lanna Saunders, Carola McGuinness, Michael Ryan, Larry Marko, Deborah Lucchesi, Lynn Hallowell, Thom Sharp, Ruth Thom, Diane Lewis, Robert Traynor, entre otros.
En un pequeño pueblo de Florida, hace mucho calor. Y para Ned Racine, un sórdido abogado con un apetito sexual incansable, las cosas están a punto de ponerse más candentes. Una noche intenta ligarse a una rubia cautivadora que ve en un concierto al aire libre. Parece que hace progresos con ella, pero la mujer desaparece, no sin antes aprender lo suficiente sobre ella como para volver a encontrarla. Y la encuentra en un bar. Su nombre es Matty Walker. Ella le invita a su casa para que vea sus campanillas de viento. Ned las observa y ella lo echa de su casa. Pero él sabe que ella le desea de verdad y tiene razón. Mira al interior de la vivienda. Ella lo está esperando. A un lascivo que se precie de serlo, sólo le queda una cosa por hacer: tirar una silla para romper la ventana. Su tórrido romance ha comenzado, y todo parece ser idea de Ned, incluso cuando aparece después el arriesgado plan de asesinar al marido de Matty.
La ciudad costera ubicada en Florida en Fuego en el cuerpo que fue dirigida y escrita por Lawrence Kasdan, recuerda a aquellos remotos puestos coloniales en películas como The Letter (la cercana Miami en esta oportunidad parece tan lejana como Londres).
Un clima sofocante se instala a lo largo del metraje y no concede tregua a los personajes de la historia, y el resplandor distante de un viejo hotel, una auténtica reliquia del pasado de la península como si fuese la exótica e ideal escapada para la gente con dinero que proviene del norte, ilumina la escena inicial; el sitio ha sido incendiado para cobrar el seguro, un hecho tan común que ya no sorprende a nadie y por lo tanto no merece comentario alguno de quien observa.
Es un poblado donde Ned Racine, un abogado que no es ni muy brillante ni muy escrupuloso, se gana a duras penas una modesta existencia que parece sentarle bien, y es que puede cenar en el mejor restaurante del lugar una vez al mes siempre que no pida un aperitivo. El resto de su tiempo lo pasa de forma perezosa con un bourbon o una cerveza en la mano, o en la cama con quien le obligue a gastar sus escasas energías.
Entonces conoce a Matty Walker, una rubia que frecuenta las coctelerías cuando su marido Edmund se halla fuera del pueblo, que es mucho decir. Tras el ritual habitual del gato y el ratón, Matty y Ned entablan un apasionado romance, a pesar del calor enervante que mantiene todo lo demás flácido como un trapo. Pronto, la conversación cotidiana de almohada y alcoba se convierte en todo un esquema para llevar a cabo un asesinato.
Por supuesto, Fuego en el cuerpo es una versión moderna de la historia para la que la gloriosa Double Indemnity (conocida en castellano como Pacto de sangre) sirve de arquetipo para la narrativa correspondiente: una mujer taimada seduce a un semental adicto a la lujuria para que mate a su en apariencia abusivo marido, un hombre mayor y acaudalado, y luego lo deja para que se retuerza de modo lento con el viento.
Pero veamos, ni siquiera hay suficiente viento en la gran mansión para agitar las campanillas que adornan el cobertizo de la habitación de Matty, y me pregunté ¿no podía el viejo cornudo que además resulta ser millonario haber comprado un aire acondicionado apropiado para el sitio?
De manera lamentable Ned y Matty se ven reducidos y obligados a vaciar la bandeja de hielo del refrigerador en el baño para después del coito que comparten, pero Ned sigue retorciéndose, en una de las mejores actualizaciones que se haya realizado de este cuento eterno.
En lo que fuera su debut en el cine, Kathleen Turney causa una gran impresión con su mejor recurso, esa distintiva voz de fumador empedernido, todo seda y humo (pero ni ella ni Kasdan, que también escribió el guión justifican del todo la larga e intrincada historia de maquinaciones despiadadas que realiza su personaje).
Con su prolongada y ágil constitución propia de un universitario, y su bigote de hombre que suele intercambiar esposas, herencia de la conveniente década de los setenta, William Hurt encarnó al chivo expiatorio satisfecho de sí mismo cuya cremallera le lleva a tener toda clase de aventuras en la vida.
Y finalmente para cerrar el trio estelar del relato tenemos a Richard Crenna (que interpretó al protagonista Walter Neff en el remake televisivo de 1973 de Double Indemnity) asumió en esta ocasión el papel de marido desechable y cornudo, y también la victima (o mejor dicho, la primera victima).
Sin embargo, son dos pequeños papeles los que dan a la película un brillo especial. Por un lado el peculiar Mickey Rourke que encarna a un pirómano local al que Ned ayudó en alguna ocasión a salir de un aprieto, y que sube el voltaje el asunto en sus escasas escenas en pantalla, advirtiendo al descuidado personaje de Hurt y volviéndole a advertir cuando ya es demasiado tarde.
Y por el otro, como el amable adversario de Ned en el pequeño circulo legal del poblado caluroso, Ted Danson demuestra ser un actor de manera sorprendente demasiado ágil e intuitivo (y además contribuye con un pequeño idilio encantador, entregando una especie de homenaje a Fred Astaire bajo una farola en un muelle).
Desde luego hay uno o dos giros de más en Fuego en el cuerpo (quizá podría calificarse de efectista) pero después de verla, es posible que uno mismo sienta que también debería quitarse la ropa, aunque solo sea para escurrirla.
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