Dirección: Wes Craven
Duración: 89 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Susan Lanier, Robert Houston, John Steadman, Janus Blythe, Peter Locke, Russ Grieve, Virginia Vincent, Dee Wallace, Brenda Marinoff, Martin Speer, James Whitworth, Michael Berryman, Lance Gordon, Cordy Clark, Flora, Striker.
Mientras viaja en un caravana por el desierto con destino hacia California con su familia, el detective retirado Big Bob Carter se detiene en una gasolinera aislada para recargar y descansar. Cuando salen de la gasolinera, el propietario aconseja a Bob que siga por la carretera principal. Sin embargo, el testarudo conductor toma un atajo a través de una zona de pruebas nucleares y destroza su vehículo. Con la familia varada en medio de la nada, el padre y uno de los hijos recorren el camino intentando encontrar ayuda. Más tarde el padre es capturado por un demente y sádico miembro de una malvada y trastornada familia que vive cerca del lugar. Esa misma noche, la familia es atacada por un grupo de caníbales psicópatas. Atrapados por los asesinos, tienen que luchar para sobrevivir.
Wes Craven tardó cinco años para volver a sentarse en la silla de director en esta que seria su segunda película luego de la aparición de su controvertida cinta La ultima casa a la izquierda , y para mi es evidente que aunque en aquel momento aun no se había convertido en el cineasta de terror plenamente maduro que llegaría a ser en la historia de dicho género, queda más que claro que cada vez estaba más seguro de su capacidad para contar sus propias historias e impregnarlas de sus inconfundibles y personales ideas.
A mi parecer, en este caso todavía no dominaba del todo los elementos narrativos y dramáticos que lo caracterizan, pero este sin duda fue un paso hacia la dirección correcta en su filmografía. Creo que también ayuda el hecho de que se alejara de las raíces más puras en los elementos de explotación de su anterior filme, y en consecuencia se adentrara en esta nueva oportunidad en el género del terror propiamente dicho.
La trama de esta cinta es bastante sencilla: una familia se dirige a través de una remota sección del desierto de Ohio con rumbo hacia California, pretendiendo antes de llegar a su destino hacer una parada en una mina de plata que fue dada a los abuelos de este clan como regalo de aniversario por 25 años de unión, a pesar de que la mina se ha clausurado. Al parar en la única gasolinera en kilómetros propiedad del anciano Fred, reciben información sobre la zona que está repleta en particular de animales peligrosos, y que deben salir lo más rápido que se pueda del lugar.
Por supuesto, el grupo no sigue su consejo y termina con el vehículo averiado en el borde de la carretera con el eje roto de su coche y la correspondiente caravana enganchada en la parte posterior que funciona con una batería propia . De esta familia, pocos son los miembros que se destacan por si mismos por poseer una personalidad apabullante, o por contar con una inteligencia incuestionable o por alguna habilidad que sobresalga o por causar algún tipo de rompimiento en la historia, los únicos que lo hacen son las caras conocidas (como es el caso de Dee Wallace que aparece en aquel clásico que es E.T.) o simplemente porque son los últimos sobrevivientes.
En su mayoría funciona como mera carne de cañón para el horror que se les viene encima. Sin embargo, quiero señalar que más allá del hecho de que el reparto en este lado de la ecuación del terror está sobrecargado y debería haberse eliminado en la fase de la escritura del guión, creo que es obvio que las ideas que se desarrollan no son más que extensiones de las ya existentes en la obra anterior de Craven.
Es decir, se supone que se trata de una familia americana, y en esta familia siendo su hogar su coche y su caravana, llega una invasión proveniente del exterior. Se trata de una parentela compuesta por un ex-policía, su mujer, su hijo, las dos hijas y el marido de una de ellas junto con un bebé que de forma repentina se ven atacados por monstruos caníbales que emergen de la nada. Luego entonces, el numeroso clan que se halla en este caso alejado de la civilización, no está preparado para el salvajismo del mundo.
En cierto, es el reverso del Halloween de Carpenter, en el que el mal invadía la primitiva seguridad de los suburbios. Aquí, los suburbios abandonan su aparente tranquilo recinto y se encuentran de cara con el terror. Es un juego con una idea básica del género: el ataque y la destrucción de un elemento que debería ser seguro, pero en realidad no lo es.
Pues bien, la tribu de caníbales está liderada por aquel sujeto que se hace llamar Júpiter, que resulta ser el hijo deforme del anciano que despacha en la gasolinera del comienzo al que nadie le hace caso con ese tema de los consejos, y que es asesinado con una hacha que le atraviesa el rostro y es dejado morir por su propio retoño al que abandonó en el desierto a su propia suerte.
Como sea, este perturbado hijo de algún modo sobrevivió, encontró una mujer con la que procrear y tuvo cuatro hijos: Mercurio, Marte, Plutón y Ruby. Cabe destacar que los tres varones son tan monstruosos como el padre, por lo que la única hija se esfuerza por marcharse y alejarse de ellos, comenzando la historia rogándole a Fred que la lleve con él cuando decide salir de la zona, detenido por Mercurio al bombardear su camioneta.
Cuando el auto de la familia se avería, dos de sus miembros deciden tomar diferentes direcciones para encontrar una salida. Por un lado el padre (de ingenioso nombre Big Bob) regresa a la estación donde encuentra al anciano Fred que ya ha sido ajusticiado por Júpiter antes de ser capturado en mitad de la noche, para luego ser crucificado y quemado.
Por el otro uno de los hijos de nombre Doug se dirige en la otra dirección para ver qué puede encontrar, volviendo con largas bobinas de alambre que por alguna razón, encontró en un puesto militar abandonado. Mientras tanto, el grupo empieza a ser eliminado uno a uno, comenzando por el citado Big Bob y culminando con Plutón que se cuela en la caravana e intenta violar a la rubia hija, después de robarles toda la comida que guardan el refrigerador.
Al final, solo quedan dos sobrevivientes y el bebé que ha sido secuestrado, lo que nos brinda el impulso para la sección final de la peculiar historia. Desde luego ocurre un enfrentamiento final entre los dos bandos, y se desarrolla de la forma más desagradable que cabría esperar. No hay ningún tipo de novedad. Se trata de un trillado recurso narrativo sobre una familia que se adentra en la naturaleza y es atacada, así que más allá de que la idea haya sido aplicada (que lo está), la pelicula no suele tener nada interesante que decir o hacer con ella.
Luego, el final es casi pura mecánica de acción y terror, y se hace de manera más que oportuna. Es menos torpe que la colocación de trampas en la casa en la pelicula anterior, dejando los detalles de las trampas a un lado y solo nos deja obtener nuestra dosis de acción, sobresaltos y demás que se vuelven entretenidos en niveles suficientes.
Con todo, la forma sobria y apresurada en que termina la historia también da la sensación de que pretende dejarnos en un lugar similar al de la ya aludida Ultima casa a la izquierda, con el hombre que pertenece al mundo civilizado sucumbiendo por completo a la violencia natural y animal ante la barbarie, y creo que el fotograma congelado funciona mejor en ese sentido.
Sin embargo, no tiene mucho que decir después, dejando las convenientes secuelas por completo a la imaginación. Es casi como si Craven no estuviera seguro de cuál es el significado de lo que está diciendo. Creo que es un asunto propio de artistas jóvenes.
De todos modos, nunca llegaría a calificarla de buena, pero como dije representa un avance en las habilidades de Craven. Aunque son demasiados, los personajes están un poco mejor desarrollados gracias a una mayor duración del metraje y a la menor atención que se presta a los elementos citados referentes a la explotación. En términos de terror básico, cumple bastante bien mientras dura. No está mal, pero tampoco es nada especial.
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