Dirección: John Badham
Duración: 119 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: John Travolta, Karen Lynn Gorney, Barry Miller, Joseph Cali, Paul Pape, Donna Pescow, Bruce Ornstein, Julie Bovasso, Martin Shakar, Sam Coppola, Nina Hansen, Lisa Peluso, Denny Dillon, Bert Michaels, Robert Constanzo, Robert Weil, Shelly Batt, Fran Drescher, entre otros.
Tony Manero, un joven de 19 años y oriundo de Brooklyn, vive para asistir los sábados por la noche a la discoteca local donde es el rey del club gracias a sus elegantes movimientos en la pista de baile. Pero fuera de la discoteca, las cosas no pintan tan de color de rosa. En casa, Tony se pelea de manera constante con su padre y tiene que competir con la visión particular que su familia tiene de su hermano mayor, quien resulta ser un sacerdote. Tampoco encuentra satisfacción en su trabajo que no parece tener futuro en una pequeña tienda de pinturas. Sin embargo, las cosas empiezan a cambiar cuando espía a Stephanie Mangano en la discoteca y empieza a entrenarse con ella para el concurso de baile del club. Stephanie sueña con el mundo más allá de Brooklyn, y sus planes de mudarse a Manhattan, justo al otro lado del puente, pronto cambian la vida de Tony para siempre.
Si hay un drama de baile que pueda considerarse cultural e históricamente significativo, Fiebre de sábado por la noche de John Badham se lleva la palma. Esta pelicula no sólo revolucionó el mundo de la música disco, sino que convirtió a su estrella principal John Travolta y a los compositores de la banda sonora los Bee Gees en nombres muy conocidos.
Y ni que decir del hecho que la historia que nos presenta es una representación ficticia de la escena disco de los setenta, en comparación con los grupos marginados que la frecuentaban en aquel entonces, pero ver la narrativa desde el punto de vista de un joven neoyorquino italoamericano tenia sentido en una época en la que el tipo masculino en apariencia heterosexual era el más prominente en el cine convencional.
De manera puntual aludiendo a la historia principal que sigue a Tony Manero que se dedica a bailar en una discoteca local mientras se enfrenta a las tensiones sociales del barrio obrero donde habita es bastante creíble, y Travolta demuestra una gran vulnerabilidad interior más allá de la imagen de macho que representa el personaje. Mientras el joven y sus sórdidos amigos dominan la discoteca una noche a la semana, la cinta indica en distintos momentos que Tony se encuentra muy desilusionado con su vida, sin aspiraciones reales.
Sin embargo, cuando Tony pone su atención y sus energías en la bailarina Stephanie Mangano quien es una mujer mayor y con mayor cantidad de matices (por sus orígenes y su nivel mayor de experiencia) la química presente entre Travolta y Karen Lynn Gorney brilla de verdad. Al igual que sucede con Frank el hermano mayor que ha decidido renunciar al sacerdocio para molestia de la familia, la tal Stephanie es tan sardónica a niveles de absoluta frialdad pero también se preocupa de manera genuina por Tony, ya que espera que utilice su talento como verdadero bailarín en lugar de perder el tiempo en una existencia propia de vagabundo de mente estrecha.
Lo que es mejor de esta experiencia de su visionado es que por mucho que el público recuerde de este filme las magnificas coreografías y la brillante iluminación de la discoteca, para mi todo ello es secundario con respecto a su enfoque central en aquello de empatizar con sus protagonistas que se han establecido en un brutal entorno.
Aunque la película contiene diversos temas oscuros como el escapismo crónico de algunos de sus personajes, asuntos como las amistades problemáticas y los prejuicios subculturales, hay mucho corazón genuino en la trama central que muestra lo realmente desesperada que es la vida de Tony más allá de la mera superficie.
Sea cual sea el racismo o el sexismo que sufre el protagonista, están vinculados a su entorno, y tanto como Badham como el guionista Wexler tomaron la decisión única de comentar la masculinidad tan peculiar (no me gusta el adjetivo tóxico, pero saben a qué me refiero) mediante la acusación en lugar de la condolencia.
En cuanto al tema integral de la estratificación social se pone de relieve no solo desde los escenarios de Brooklyn, sino también desde la esperanza de Manero de desvincularse de sus raíces y ver realmente más de la ciudad de Nueva York. Además la naturaleza regresiva del personaje de Tony es una prueba más de lo dispuesto que está a brillar más allá de su fachada masculina, en especial por su amor a los bailes de salón y su preciosa melena.
Si la historia de Fiebre de sábado demostró algo sobre su legado, es que su personaje principal está perturbado a profundidad, pero es tan atractivo y simpático mientras atraviesa esa búsqueda de una nueva vida que lo afirme, ya sea a través del baile o de otra forma que aun no ha encontrado.
Es fácil suponer que uno se adentrará en esta historia esperando un simple entretenimiento dinámico y un espectáculo desenfadado, por lo que ver una narración tan profunda y tan conmovedora sobre cómo pasar de lo ordinario a cuestiones tan relevantes como las esperanzas y las aspiraciones de una persona disfrazada de paseo tecnológico discotequero es poco menos que milagroso.
Teniendo en cuenta lo mucho que esta obra popularizo ese género que se descompuso por simplificación como es la pelicula de baile, contemplar una verosimilitud tan descarnada en este tipo de narración demuestra lo mucho que se puede sacar de historias sencillas sobre una vida que no va a ninguna parte.
De hecho, el final no ofrece garantías ni resuelve ningún problema inmediato. En ningún caso tuve la sensación de que una vez que la pantalla se volvió negra estos personajes se dirigirán hacia el proverbial felices para siempre, ni están obligados a hacerlo.
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