Estoy aquí en el consultorio de atención psicológica, completamente solo. No hay nadie aquí, más que mi alma, mi cuerpo y mi mente.
Estoy aburrido porque en esta ocasión no ha habido mucho que hacer. Estuve leyendo completo un manual que me dejaron aquí sobre la Prevención de Riesgos Sociales en Adolescentes, que me pareció bastante moralista y no me sorprende si después de revisarlo me doy cuenta que la Presidencia de la República está inmiscuida en su realización.
Pero eso no es nada que me preocupe, la verdad es que la única dificultad que me tiene en tensión es que acabo de descomponer la cerradura de los cajones del escritorio de mi jefa inmediata en este departamento.
Supongo que me va a matar, después quizá me envie a conseguir un cerrajero, tarea harto complicada. Hace aproximadamente 10 minutos me avisó mediante un mensaje al celular, que estaba en una junta y salía de ahí a las 2 de la tarde. En este momento la hora es: 1:56 p.m.
Quien sabe que vaya a suceder. Más que reconocer mi responsabilidad en los hechos, me he ocupado en usar mi creatividad para inventar una historia lo suficientemente coherente o por lo menos una llena de artimañas que le lleve creer a mi interlocutor (en este caso, mi superior) que lo que realmente ocurrió fue un accidente, ya que realmente lo fue.
Mi jefa acaba de llegar, debo emprender la partida de estos, mis pensamientos plasmados en grafías. Adiu.
Hola, aquí estoy de nuevo. Mi mentora y algunos de sus compañeros colaboradores del mismo rango están en una reunión que preside "Chicho", por lo cual le doy las gracias infinitas al universo, de no estar allá y de tener la fortuna estar acá.
Ya falta poco para que me retire de esta construcción tan fresca, tan llena de tranquilidad, en la que la pereza reside.
Estoy escuchando a Ludwig Van,la sinfonía Nº5 en Do Menor para ser más precisos. Estoy deglutiendo galletas marías, que por cierto no son mías.
Hoy no hay mucho que relatar, dentro de las buenas noticias es que conseguí persuadir a una persona para que el viernes se me permitiera salir temprano, por lo que únicamente martes y jueves asistiré a mi tortura favorita.
Otra vez se aparece la niña alta, delgada, de finos cabellos teñidos del color del "astro rey". Quién sabe quien es, pero constantemente cruzamos miradas, cuando esto ocurre noto en su rostro unas ganas profundas de sonreir, de sonreirme.
No sé por qué no lo hace, yo le devolvería el gesto amablemente.
En fin,todo parece ir estabilizándose. Me gustaría tocar un tema que es trascendental ahora mismo, sin embargo, me parece que se ha estancado y no tengo idea de que hacer para sacarlo de ese estado. No obstante si acontece alguna modificacion se los haré saber.
Ahora si me despido. Mientras tanto suena "Allegro".
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