
Director: Akira Kurosawa
Duración: 143 minutos
País: Japón
Reparto: Takashi Shimura, Shinichi Himori, Haruo Tanaka, Minoru Chiaki, Miki Odagiri, Bokuzen Hidari, Minosuke Yamada, Kamatari Fujiwara, Makoto Kobori, Nobuo Kaneko, Nobuo Nakamura, Atsushi Watanabe, Isao Kimura, Masao Shimizu y Yûnosuke Itô.
" Kanji Watanabe es un veterano funcionario de la administración, de vida monótona y gris, que no es consciente de que su existencia es rutinaria y vacía hasta el momento en que conoce que está sentenciado a muerte por un cáncer gástrico. Con la certeza de la proximidad de que el fin de sus días se acerca, emerge en él la necesidad de buscar un sentido a su vida, por lo que ésta adquiere un nuevo valor y se produce un cambio radical en la actitud que hasta ahora había mantenido respecto de su trabajo y las personas que le rodean."
La historia de un burócrata que estuvo muerto más de treinta años mientras mataba el tiempo para seguir conservando su trabajo. La historia de muchos de nosotros y de la mayoría de funcionarios le sirve a Kurosawa para lanzarnos descargas de profundidad desde un nivel moral superior, para invitarnos a buscarle el sentido altruista a nuestro trabajo, a nuestra vida.
Ikiru es una de las llamadas "películas de culto" en la historia del cine. Penetra hasta el mismísimo corazón pensante de quien la contemple con atención. Un ejemplo, valga la redundancia de Cine Ejemplar, de cine que posee un mensaje trascendental y humano por excelencia. Con esta obra Akira Kurosawa representa el papel del maestro inolvidable que nos alecciona sobre la vida desaprovechada que suelen 'vivir' la mayoría de los seres humanos que habitan este planeta.
Un hombre que durante treinta años ha vivido como un completo zombie, en la rutina de un trabajo absurdo, burocrático y lánguido; un anciano que al enterarse de que padece un cáncer y pocos meses de vida por delante, a partir de ese preciso instante decide Vivir. Esto es, decide que su vida debe poseer un sentido en alguna medida para sí y para el mundo.
El cáncer estomacal de Watanabe es el vehículo que utiliza Kurosawa para mostrarnos primero cuando está vivo, la mediocridad en la que se había convertido su existencia y segundo, cuando está muerto, el mundo que fue su vida auxiliándose de sus compañeros de trabajo que se muestran tal como son.
En ese sentido, el funeral es la clave de esta cinta. Todos sus compañeros y jefes están reunidos mostrándole respeto, y al comienzo de esta larga secuencia (que para algunos es eterna, lo sé) disparan con lo que pueden hacia el difunto porque saben en su interior que él ha sido la única persona que ha realizado algo por y para la comunidad. Curiosamente, a medida que pasan los minutos y el alcohol va surtiendo sus relajadores efectos, las alabanzas hacia el occiso se van incrementando. Aunque claro, todo ello de manera moderada. Al fin y al cabo, todos saben perfectamente que elogiar a Kanji Watanabe muestra su propia mediocridad.
Takashi Shimura interpreta de forma magistral su personaje. Pocas veces he visto en pantalla a alguien que me pareciera tan honesto, real y mágico como ese hombre actuando. Y aunque lloré mientras cantaba la melodía títulada Gondola no Uta (La canción de la gondola), por momentos me provocaba unas enormes ganas de golpearlo cada que agachaba la cabeza, y es que esa actitud siempre me ha parecido condenable.
Sin embargo, esto no opaca a esta maravillosa película que toda persona debería de ver para su propio bien, satisfacción y ensanchamiento de la conciencia.
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