¿Tienes frío? ¿Está lloviendo afuera y no puedes hacer nada? ¿Cansado del Facebook? Esta película es una buena alternativa para divertirse y olvidarse del tedio de estar encerrado en casa y el cansancio de estar frente a una computadora.
Este es uno de los mejores musicales que haya dado hasta hoy el séptimo arte. Esto a mi entender se debe a varias razones: en primer lugar, el dinamismo de la cinta es constante, atractivo; en segundo lugar un proyecto al formar parte de ese género que se nombra "musicales" debería ser sin duda en cuanto a melodías se refiere un proyecto magnífico y esto lo cumple cabalmente; y en último sitio pero no menos importante es que alegra el corazón, tocando fibras sensibles respecto a las emociones relacionadas con el amor, complementado con bailes estupendamente originales.
Los protagonistas están espléndidos. Para empezar un Howard Kee que interpreta sus canciones a un nivel de obra operística, y Jane Powell, que no sólo enamora con su personaje a Adam y a los hermanos de nombres bíblicos, sino también a los espectadores de distintas edades que observan su actuación, su rostro resplandeciente, su gracia y sus hermosos cantos.
Para mi es una obra que nunca aburre, porque desde el inicio emocionan sus canciones, sus rítmicas escenas y las esplendorosas caras de los actores que participan. Un ejercicio imperecedero que conquista los corazones o les recuerda sus mejores latidos de ilusión amorosa. Les puedo asegurar que quien la vea no podrá dejar de gozarla numerosas veces más. Por un momento me sentí rejuvenecido en el alma al contemplarla y eso que la cursilería no se me da para nada. Una película de culto musical a los enamorados.
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