Director: James Whale
Duración: 75 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Boris Karloff, Colin Clive, Valerie Hobson, Ernest Thesiger, Elsa Lanchester, Gavin Gordon, Douglas Walton, Una O'Connor, E.E. Clive, Lucien Prival, O.P. Heggie, Dwight Frye, Reginald Barlow, Mary Gordon, Anne Darling, entre otros.
" Mary Shelley revela que el protagonista de su novela sobrevivió: el doctor Frankenstein (incitado por un científico aún más loco) está construyendo para su monstruo una compañera."
Transcurría el año 1934 y los estudios Universal se dieron cuenta de que había mucha gente que deseaba ver nuevamente al 'monstruo' irrumpiendo en la pantalla. Así fue como se planteó realizar una secuela después del gran éxito que en 1931 había tenido la mítica Frankenstein.
Como dato curioso, está se convertiría en una de las primeras secuelas que se hacían en la historia del cine. Un año después, en 1935, se estrenó la tan esperada segunda parte de este relato de terror creado por la dramaturgo británica Mary Shelley.
Esta película fue dirigida por el mismo realizador de la primera entrega, James Whale, y Boris Karloff interpretó una vez más al monstruo. Whale Dotó a la cinta de un marcado toque de expresionismo alemán y gótico, utilizando para ello un tenebroso juego de luces y sombras. Fue el mismo quien basándose en los rasgos físicos del propio Karloff, diseñó el rostro del mítico Frankenstein para sus obras.
La acción tiene lugar en Suiza, en algún momento entre 1816 y 1817. El perverso Doctor Pretorius reclama la colaboración de Henry Frankenstein para crear la réplica femenina del monstruo. Ante la negativa de éste, decide aplicar métodos criminales enérgicos.
El guión comienza con la cámara dirigiendose a una casa que se divisa a lo lejos, entre truenos y mucha lluvia. Dentro del inmueble se encuentran Lord Byron, Percy Shelley y la joven Mary. Es la propia Mary quien va a contar una prolongación de la historia de Frankenstein para entretener a sus amigos en una noche como ésa: Es una noche perfecta para el misterio y el horror, el aire mismo está lleno de monstruos. Somos todo oídos, exclama entusiasmado Byron. Mientras el cielo hace estallar la noche ahí fuera, ábrenos los abismos del infierno.
El relato pone de manifiesto las limitaciones del género humano; la ambición del hombre de ser igual a Dios; la lucha ancestral contra la muerte y las consecuencias del avance científico. De igual manera, trata también de la intolerancia, la discriminación, la soledad, la amistad y la exclusión. Al amparo de la extravagancia y el terror, aporta referencias, no advertidas por la censura de la época, sobre la homosexualidad, la necrofilia y la blasfemia. Tanto que en algún plano la imagen del monstruo parece evocar la de aquel crucificado tan famoso.
Sin embargo, una de las verdaderas imágenes emblemáticas que generó esta obra para la historia del cine de terror es aquella en la que aparece la novia con el pelo electrizado y ligeramente encanecido. La actriz que interpreta ese papel era una tal Elsa Lanchester, quien destaca entre el reparto por su doble papel, siendo al principio de la cinta una bella y sensual Mary Shelley, coincidiendo por obvias razones con el nombre de la creadora literaria antes mencionada, quien falleció en 1851. Es decir, la autora de la novela es también la novia del monstruo: es su propia criatura. No es difícil deducir que, por extensión, el director es su criatura, el monstruo de Frankenstein.
Por eso ahora el Monstruo habla y por eso ahora es la víctima y no el asesino: Whale, homosexual en los Estados Unidos de los años 30, sabe lo que es ser perseguido, que lo intenten apedrear y quemar, que lo llamen monstruo y una aberración contraria a la naturaleza y a los designios de Dios.
Pero todo autor es todas sus creaciones, no solo una, y Whale es también el Doctor Pretorious, ese profesor loco, expulsado de la universidad por saber demasiado, nos dice, con una arrogancia a prueba de balas. Claro que Pretorious es más viejo que el Monstruo, y como el diablo sabe más por viejo que por diablo, él al contrario que el Monstruo, lleva mucho tiempo odiando a los vivos y amando a los muertos, ya se ha rebelado, y ha decidido desobedecer toda ley humana y la supuestamente divina y ponerse a engendrar monstruos con otro hombre, Victor Frankenstein.
En ese sentido, todo parece decir sigan tirando de ese hilo y entenderán por qué el monstruo derriba una estatua de un obispo en el cementerio, después de que no le dejan convivir en paz con otro hombre, el ciego, el único que le acepta como es, y por esa misma razón al final distintos personajes muy específicos deciden que es mejor y más agradable un mundo de dioses y monstruos.
La cinta funciona de maravilla como cuento fantástico lleno de sugerencias, sin necesidad de leer entre líneas. El director utiliza con toda intención una iconografía (religiosa, pero también de otro estilo) para crear momentos siniestros inolvidables y propios de una película de terror. Por eso no hay que olvidar ese banquete impío sobre un ataúd, o esa conversación en sombras sobre los cuentos bíblicos o la impresionante creación de la mujer.
Pero también la usa para contar la historia que le interesa, su historia, la historia de los supuestos raros y monstruos que en esta película aparentemente de terror, cuentan con toda la simpatía. Y por eso la película tiene tanto humor, ese que despista a los que acuden a esta película buscando un cuento expresionista de terror serio: porque James Whale, obligado por la productora a hacer una secuela que él no deseaba hacer, al parecer acabó dándose cuenta de que la podía utilizar para filtrar algunas cuestiones contra la productora, y lo que hace es reírse de todos nosotros y de toda sociedad e institución que le llame monstruo.
Como sea, esta obra superó todas las expectativas y para una gran cantidad de público es mucho mejor que la anterior. A mi me parece excesivo decir que supera a su predecesora. Se mantienen las mismas dosis de horror, y se incluyen también esas pequeñas aportaciones de humor para descargar la tensión, pero la historia no es novedosa y hasta cierto punto no trasciende, ya que no pasa absolutamente nada si te la pierdes.
Da igual, si algunos piensan todavía que dentro del catálogo de criaturas terroríficas, Frankenstein es poco interesante por su simpleza, es que no han visto esta película.
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