Director: Zack Snyder
Duración: 143 minutos
País: Estados Unidos/ Canadá / Reino Unido
Elenco: Henry Cavill, Amy Adams, Michael Shannon, Diane Lane, Russell Crowe, Antje Traue, Harry Lennix, Richard Schiff, Christopher Meloni, Kevin Costner, Ayelet Zurer, Laurence Fishburne, Dylan Sprayberry, Cooper Timberline, Richard Cetrone, entre otros.
" Clark Kent, uno de los últimos seres de una raza que se ha extinguido y que permanece disfrazado como un ser humano común y corriente, se ve obligado a revelar su identidad cuando la Tierra es invadida por un ejército de sobrevivientes y que amenazan con llevar al planeta al borde de la destrucción."
Símbolo, poder, esperanza, protector, superhéroe. Son palabras y valores capaces de despertar de manera casi inmediata cálidos recuerdos que, en la mente del espectador, resguarda y protege el icónico traje de tonalidades azul y roja que conforma y da nombre e imagen al que probablemente sea, con permiso de arañas y murciélagos, el personaje de ficción superheroica más popular a nivel contemporáneo y mundial. Sin importar cuántas veces cambie el rostro que lo interpreta y define, la reconocida letra roja y amarilla de su disfraz y su capa ondeando al viento siempre devolverán su identidad a nuestras conciencias, y con ella la ilusión imperecedera al verlo enfrentarse una vez más al mal en busca de salvar nuestro mundo.
Así es, Superman había vuelto al cine siete años después de su última (y polémica) adaptación, comenzando nuevamente la saga en forma de un Reboot (reinicio o relanzamiento de una historia presentando un giro en la serie) que narrará los inicios de Clark Kent como héroe en la Tierra y su posterior enfrentamiento contra el temible General Zod, todo ello orquestado bajo la atenta batuta de uno de los directores más afamados de la época: Zack Snyder autor de obras de la talla de 300 o Watchmen.
Zack Snyder conoce a la perfección cuál es su campo de juego predilecto, domina sus ya más que reconocidas cualidades dentro del mismo y se explaya holgadamente con su acostumbrado pero siempre solvente talento, y para lo cual además consiguió financiarse para la presente ocasión con un enorme presupuesto superior a los 200 millones de dólares que dan pie al más espectacular tratamiento audiovisual que el hábil director pueda ofrecer al público.
Para asegurar un éxito predecible en taquilla respaldó su proyecto con la experiencia musical con la experiencia del renombrado compositor Hans Zimmer y con un grupo de actores que, sin destacar muchos nombres famosos entre sus filas, goza de un buen nivel en general. Aunque me parece que a Henry Cavill el traje de Superman le queda grande, al igual que su superheroico papel, y no sabe ni puede defenderse con solidez y carisma en su apagada interpretación. Amy Adams como Lois Lane y Michael Shannon como el General Zod completan junto a él un perfecto trío protagonista de actuaciones insulsas, y contando además con consagrados actores adicionales como Kevin Costner, Russell Crowe o Laurence Fishburne.
El guión de David S. Goyer (con la colaboración del mismísimo Chritopher Nolan) por otra parte, no supone uno de los pilares más importantes de su estructura. Tanto la historia como la forma de narrar la misma, sin llegar a ser en absoluto mediocres, se conforman con un nivel por encima del aceptable y por debajo del notable, consecuentes a su mérito más bien secundario en la temática a tratar. En ese sentido, la base sobre la que se sostiene toda la película a modo de cimiento principal es la propia especialidad de Zack Snyder y el origen de sus más valorados éxitos: el dominio de la exhibición en su vertiente más directa y llamativa.
El metraje, tanto escena a escena como en la suma de sus partes, es la perfecta definición de espectáculo audiovisual en su máximo exponente actual. El simple hecho de ver al Hombre de Acero volando alrededor del planeta consuma la sublimación del insuperable abismo tecnológico que separa de manera implacable en el tiempo aquella notable obra de 1978 dirigida por Richard Donner, que representara por primera vez con acierto al colorido y poderoso justiciero en la gran pantalla de este reciente proyecto que lejos de homenajear a su película antecesora, reinventa el concepto que retrata no sólo al héroe, sino al mundo que le rodea y del que procede, y lo lleva un grado más allá, adaptándolo a la actualidad y modernizándolo en no pocos sentidos. Los segmentos de batalla son demoledores en la más fiel y plena de las literalidades, derrochando efectos especiales en cada segundo de la palestra y rematando con dinámicos y absorbentes ángulos de cámara que someten incluso al propio espectador a la obligatoria contemplación de la titánica lucha de la que es testigo, mientras es probable que este perdiendo algún grado de audición.
Se mezclan y conjuntan en caótica armonía desde los destructivos golpes de héroe y enemigos hasta edificios que se derrumban unos sobre los otros, con ondas expansivas capaces de devastar barrios enteros e impresionantes explosiones que, lejos de conseguir amedrentar a los furiosos contendientes, no provocan más servir de adecuado telón de fondo para la violenta disputa.
Y aunque resulte difícil de creer diálogos también los hay, pero salvo honrosas excepciones sólo lucen verdaderamente acertados en su connotación más épica, lo que no significa que dejen de ser comunes y previsibles, cortados por el mismo patrón que el guión en el que se incluyen, si bien eso no impide ni por asomo que se disfruten de igual manera, siempre en conjunto con la protagonista absoluta de esta historia, la acción constante.
Luego entonces está cinta dirigida por Zack Snyder está dirigida para aquella clase de público que no va a compararla de forma casi sistemática y obsesiva con la obra original de la que inevitablemente ha de beber, para los que no esperen un largometraje tan profundo o cercano a la filmografía de Christopher Nolan como su colaboración podría sugerir, para los que no exploren en su guión queriendo hacer castillos de sus impurezas e imperfecciones, para los que no exijan una actriz más atractiva encarnando a Lois Lane, para los que sepan contraponer lo negativo a lo positivo y así poder valorar lo visto en consecuencia y en especial para los que simplemente gocen de una buena película acomodados en sus sillones con un generoso tazón de palomitas en la derecha y un refresco cualquiera en la zurda.
Es natural y previsible que esta película no sea una creación destinada a gustar a todos los públicos (utopía inalcanzable ni en el mejor de los supuestos), pero sabe complacer a los que conocen lo que pueden y deben buscar en su metraje: diversión directa y accesible, la voluntad de un héroe luchando por salvar al mundo y el bien venciendo al mal una vez más. Todo lo demás es pura anécdota.
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