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Idi i smotri (1985)



Director: Elem Klimov

Duración: 142 minutos

País: Unión Soviética

Elenco: Aleksey Kravchenko, Olga Mironova, Liubomiras Laucevicius, Vladas Bagdonas, Jüri Lumiste, Viktor Lorents, Kazimir Rabetsky, Evgeniy Tilicheev, Aleksandr Berda, G. Velts, V. Vasilyev, Igor Gnevashev, Vasiliy Domrachyov, G. Yelkin, Evgeniy Kryzhanovskiy, entre otros.

" Después de encontrar un viejo rifle, un muchacho decide unirse al movimiento de resistencia sovietico creado para defenderse contra las despiadadas fuerzas alemanas. Es entonces cuando experimenta todos los horrores posibles de la Segunda Guerra Mundial."


Lo primero que habría que expresar es sin duda, que estamos ante una de las películas de guerra más extraordinarias de todos los tiempos. La impresionante obra de Klimov se encuentra en la categoría en la que aparecen esas creaciones cinematográficas que son una mezcla entre el horror y el desconsuelo, una peculiar amalgama que provoca que la situación que vemos en pantalla no haya perdido vigencia, por lo que sus imágenes y el legado que nos brinda permanecerá, estoy seguro, para siempre.

Una película que fue realizada para conmemorar el cuarenta aniversario del triunfo de Rusia contra los alemanes invasores en la Segunda Guerra Mundial, y que está basada en la novela de un escritor partisano que precisamente era un adolescente durante la guerra. Sin embargo después se le dio un uso de propaganda cuando la República Democrática Alemana todavía pertenecía al Bloque Oriental y los ciudadanos eran obligados a observarla para advertirles lo que podría ocurrir si se daba un nuevo alzamiento del fascismo. No obstante a todo ello, su impacto permanece intacto al día de hoy.
Suele decirse que la misma intensidad que se refleja en esta obra, puede hallarse en otro trabajo del director; el corto titulado Larisa que fue dedicado a su esposa y que es una especie de lamentación colmada de remordimiento. Aquella creación poética y muy personal, anticipaba la misma sensación de conmoción y la angustia intensificada que en última instancia resplandece en la cinta de la que hoy escribo.
A través de sus imágenes, el director permanece de pie y observa sin comprender un mundo donde las vidas se eliminan cruelmente y sin razón, aunque tal vez debería manifestar que en esa oportunidad no fue solo una, sino miles.
En el corazón del relato está Floyra, espectador y víctima de los terribles acontecimientos que componen la narrativa de la película, su historia es simplemente la horrible crónica de un muchacho que está punto de cumplir la mayoría de edad, de volverse un adulto. La cinta comienza con el excavando de manera laboriosa para conseguir un arma y usarla; sin embargo solo lo realiza hasta el final cuando se ha convertido en un ser totalmente distinto. A medida que se desplaza de la inocencia del inicio, pasa después por la experiencia devastadora de la muerte y la guerra, hasta alcanzar un odio sordo, en un proceso impactante que lo lleva a envejecer ante nuestros ojos, tanto en el interior como físicamente. Su rostro que aparece fresco y añiñado al comienzo, se vuelve claramente más ojeroso a medida que avanza la película, mientras de manera frecuenta mira hacia la cámara, como si nos estuviera desafiando a seguir observando todas esas atrocidades; incluso cuando mantiene inerte su cabeza, aparentemente cerca del colapso mental.
Filmada de manera constante desde el punto de vista del muchacho o mostrándolo directamente en un primer plano, la calidad formal de la cinta de Klimov le debo algo al uso de la cámara en la cinta de Tarkovsky Ivánovo detstvo, aunque está claro que el contexto es completamente diferente.
El título de la película proviene del Libro de las Revelaciones (mejor conocido como el Apocalipsis), refiriéndose a los testigos que son congregados para mirar la devastación provocada por los Cuatro Jinetes del Apocalipsis. En ese sentido, la película es una invitación para que el joven protagonista construya e investigue la guerra, pero también para que el espectador se atreva a recorrer un sendero igualmente terrible, presenciando así con viva inmediatez el holocausto bielorruso muy de cerca.
Aquí, la intensidad de lo que se ofrece en imágenes se da a través del uso de cámaras en travelling, tomas subjetivas y algunos efectos surrealistas muy sorprendentes que apuntan a hechos antinaturales. Por ejemplo, el pequeño animal que se aferra de modo nervioso al brazo del comandante alemán, o las distorsiones en la banda sonora o el muñeco que se construye a modo de burla contra Hitler esculpido en arcilla sobre un cráneo humano.
El personaje principal es el testigo que usa el director para mostrar los eventos, un horrorizado visitante obligado como nosotros a ver, incluso si lo que estamos apreciando no se comprende del todo, ya que ella, la comprensión se va quedando atrás, porque nos sigue más lentamente. Por ejemplo, durante su regreso a la aldea, existe alguna duda sobre Floyra es capaz o en algún momento lo será, capaz de reconocer plenamente la naturaleza de los acontecimientos a su alrededor. En una de las escenas mas inquietantes de una cinta que esta repleta de ellos, la reacción de Glasha a los olores y las imágenes que la rodean es profundamente alegre e inquietante. De tal manera, que nos preguntamos por un instante si los jóvenes realmente se dan cuenta de lo que esta sucediendo. Es una linea divisoria sobre la inocencia: una mirada en retrospectiva sobre como ambos la abandonan y lo que la abrumadora realidad provoca en ellos, al igual que más tarde lo generan en el espectador los horrores más explícitos que se pueden presenciar.
Alucinante, desgarradora, traumática e inflexible, una película como esta estoy convencido no debe ser para todos los gustos. Ciertamente no está hecha para provocar alguna clase de relajación, de hecho es todo lo contrario, ya que quienes la han visto a menudo señalan que permanece con ellos durante muchos años después de su visionado. Esta fue la ultima película de Klimov quien declararía después de confeccionarla : Perdí el interés en hacer películas, todo aquello que era posible realizar, siento que ya había sido hecho. 
Supongo que con su declaración se refiere a la intensidad emocional de su obra maestra, que seria difícil de superar.
Al final, en su propia visión de lo ocurrido, cualquier audiencia debería estar lo suficientemente conmocionada y sacudida como para recoger un rifle y unirse al ejercito de la casa para lucha en nombre de la Patria. Una respuesta razonable y firme, sin limite de participación, simbolizada por el director que lleva la cámara a través del denso bosque para finalmente reunirse con un grupo de soldados que se dirigen al frente de ataque. Si usted siente, como yo, que cualquier película de guerra debería tener éxito al transmitir el poder y alguna clase de vergüenza por ello, entonces esta película merece ser vista y apreciada en su totalidad.

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