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The Crying Game (1992)


 

Director: Neil Jordan

Duración: 112 minutos

País: Reino Unido / Japón / Estados Unidos

Elenco: Forest Whitaker, Miranda Richardson, Stephen Rea, Adrian Dunbar, Breffni McKenna, Joe Savino, Birdy Sweeney, Jaye Davidson, Andrée Bernard, Jim Broadbent, Ralph Brown, Tony Slattery, Jack Carr, Josephine White, Shar Campbell, entre otros.

" Un soldado británico secuestrado por terroristas del IRA pronto se vuelve amigo de uno de sus captores, quien posteriormente se verá atraído por el singular mundo del soldado."

Sexo, raza, terrorismo, identidad de género. Mucho antes de que estos temas considerados tabúes se convirtieran en simples tendencias cuyo objetivo era que más adelante sirvieran como señuelo para atraer la atención de público y crítica y con ello, obtener toda clase de premios, existió esta cinta que abordó cada uno de ellos sin una pizca de intención de sermonear, al transformarse en una de las excepciones más fascinantes que haya proporcionado el cine británico. Se trata de una historia conmovedora, inquietante e inteligente sobre personas que se hallan atrapadas en nociones preconcebidas que creen que las definen por completo (una causa, una identidad, incluso un género) que de forma deliberada (¿o será de modo inconsciente?) se niegan a ver cual es la esencia y qué clase de sustancia se esconde debajo de un arma, un uniforme o un cuerpo desnudo. De tal forma que el descuidado factor humano es el héroe olvidado de la parábola de Neil Jordan sobre la naturaleza humana, la tolerancia y el amor.

Ahora mal sin bien, en los tiempos que vivimos todos los temas que he mencionado son objeto de una atención tan crucial, que de alguna forma se les ha desacreditado y por ende se han vuelto asuntos tan delicados como sensibles de abordar, tanto que hacerlo podría poner en peligro la carrera de cualquiera por un aparente desafortunado tuit. Sin embargo, este filme, que fue lanzado hace tantos años, se mantiene muy bien en términos generales y fundamentalmente en aquellos temas citados, tal vez mucho mejor que las cintas de la actualidad y creo que parte del secreto de su éxito está en su sinceridad. Es decir no se le puede acusar de navegar por las tendencias, ya que obviamente no existían en su momento, por lo que sus intenciones son tan puras como las relaciones que presenta. Por lo tanto vamos desde el punto en el que nace una hermosa amistad hasta alcanzar el lugar donde ocurre el enigmático romance cuyos mecanismos emocionales nos van preparando para un tema trascendental, luego nos transporta hacia el trasfondo de tesis más intrigantes, como aquella en la que comprendemos que el el amor puede llegar a ser la capacidad para trascender barreras que solemos dar por sentado. Lo cual en última instancia, debe ser el amor en su estado más puro.

Pero, en algún sentido estoy provocando que esta reseña suene demasiado abstracta, vayamos a la trama. Este juego de lágrimas comienza con una sencilla acción: Jody, un soldado británico interpretado por Forest Whitaker, es secuestrado por terroristas del IRA. Entonces, hace acto de aparición un tal Fergus (Stephen Rea) quien lo captura justo en el lugar al que fue atraído con engaños por una rubia de nombre Jude. Más tarde, ella admite que la parte de la seducción fue agradable mientras duró, no obstante para usar un eufemismo, Jody no era su tipo (y según él, ella tampoco lo era). Por lo que, incluso haciendo uso de conceptos erróneos o retorcidos, Judy está lista para comprometerse a la causa a la que ha decidido servir. En cuanto a Fergus, como descubriremos más adelante su naturaleza es bastante diferente.

De todos modos, Jody es mantenido como rehén hasta que lleguen a liberar a un prisionero del famoso IRA. Desde luego tres días son una eternidad para un semicondenado a ejecución, pero más que suficiente para simpatizar con su captor. Y la suerte de Jody (dentro de su desgracia) es que Fergus es un buen hombre y el vínculo que surgirá de modo casi instantáneo entre ambos gracias a algunas dulces conversaciones, en definitiva no se debe al síndrome de Estocolmo. De hecho, Jody desprecia la politica y puede ver que Fergus es demasiado humano para sacrificar su decencia por una supuesta buena causa, por lo que decide usar la alegoría de el alacrán y la rana para ilustrar su punto. Y aunque no puede expresar que está de acuerdo con él, Fergus no puede manifestar la evidente discrepancia: el también sabe mejor que nadie que si no fuese por aquella discutible causa, estos dos hombres hubieran sido grandes amigos.

Por lo tanto, Jody se transforma en quien le abre los ojos al deficiente terrorista, y Whitaker lo interpreta con aquella amabilidad generalmente imperturbable, como si fuese el tipo de amigo que te lleva a querer relajarte y ser tu mismo; y aquel momento íntimo que comparten juntos (debido a una emergencia fisiológica) sirve como preparación de un divertido chiste que permitirá a Jode sentirse lo suficientemente cerca de Fergus como para atreverse a pedirle un favor.  Como resultado, la otra cara de estos tiernos momentos es que los espectadores se darán cuenta muy pronto de que la historia necesita que Jody desaparezca para que Fergus pueda cumplir su promesa de conocer a la misteriosa novia Dil.

Y todo es mérito del guion ganador del Oscar creado por Neil Jordan, al sorprendernos incluso con esa inevitabilidad en nuestra mente. Con esto quiero decir que la muerte de Jody es inminente, pero la forma en que sucede es a la vez tanto irónica como significativa. Irónico porque no hay ningún intención de que aquello acontezca, y significativo porque la búsqueda de Dil tiene que basarse en un poco más que curiosidad o amistad póstuma, debe de existir alguna obligación de tipo moral para nuestro protagonista y alguna clase de conexión con la muerte de su amigo de cualquier modo. Como sea, el arco se queda incompleto, ya que un hombre tan compasivo necesitaba una autentica redención que requería algo más que dejar la organización y simplemente cambiar su identidad.

Mientras tanto, la historia tiene una peculiar forma de saltar de un género a otro, por lo que la política se toma un breve respiro por un rato, permitiendo con ello seguir el chocante romance que crece entre Fergus y Dil. Sus interacciones son ingeniosas, divertidas y llenas de insinuaciones, hasta que viene la célebre y comentada vuelta de tuerca, la cual no afecta el disfrute en su totalidad, no importando si lo sabes o no. En otras palabras al igual que saber que el niño ve gente muerta en The Sixth Sense, la grandeza de esta cinta se ubica en otra parte. Aún así, entiendo como el filme no podría haber funcionado sin esa dosis de misterio, y cualquiera hubiera podido ser engañado por los carteles que mostraban a Miranda Richardson con apariencia de mujer fatal y a Rea sosteniendo una pistola, lo que en consecuencia lleva a comprar la película como un neo-triller de cine negro. Sin embargo, me alegro de que se vendiera de esa manera para impugnar mis expectativas, aunque para ser honesto la primera vez no sabía qué esperar. Obviamente, aquella primera vez aconteció hace ya algunos años.

Desde otro punto de vista, lo que se vuelve notable es la forma en que se desarrollan las situaciones y nos dejan con ciertas interrogantes al conocer cómo reaccionan los personajes. Podría decirse que no importan los motivos, pero que Fergus no dejará a Dil tal vez porque sabe que le debe la verdad. Y en otro golpe maestro de ironía (sí, la película está llena de ellos), cuando el pasado resurja, Fergus necesitara tomar las decisiones apropiadas para proteger a Dil , y al actuar así no solo fortalecerá su relación sino que la enfrentará a un nudo emocional, bastante parecido al que se enfrentó con Jody, pero con el pequeño giro de que esta vez, dependerá de Dill soltarlo o simplemente apretar el gatillo.

En cuanto a los actores Rea se encuentra absolutamente fenomenal con una personificación bastante discreta, haciendo uso de una expresión cansada y despreocupada, dando la impresión de ser un hombre que está mucho más confundido que cualquier otro personaje de la película. Un hombre que  aprenderá a través de Dil a dejar que su instinto lo guíe, en lugar de sus creencias, y con ello no volver a cometer el mismo error dos veces. Y sobre Davidson se vuelve simplemente irresistible como Dil, tanto antes como después del pequeño cambio que se ve obligada a realizar por amor a Fergus. E incluso por su ausencia, el fantasma de Whitaker brilla a lo largo de la historia como el alma reencarnada a través de la pasión que nace entre Dil y Fergus.

Tuve la suerte de haberla visto sin saber nada al respecto la primera vez. En una película tan sorprendente como en este caso, cuanto menos sabes, más terminas por disfrutar la experiencia. En pocas palabras, la sigo considerando como un soplo de aire fresco. Esto se debe principalmente a que la mayoría de las historias comienzan en una pista y permanecen allí a lo largo del metraje, pero esta obra toma tantos cambios de sentido que cualquiera se empieza a preguntar a dónde irá con el siguiente movimiento. Es una cinta difícil de revisar porque contiene muchos aspectos que impactan. Así que, me quedaré callado al respecto.

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