Dirección: David Zucker
Duración: 85 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Leslie Nielsen, Priscilla Presley, O.J. Simpson, Ricardo Montalban, George Kennedy, Susan Beaubian, Nancy Marchand, Raye Birk, Jeannette Charles, Ed Williams, Tiny Ron, Weird Al' Rankovic, Leslie Maier, Winifred Freedman, Joe Grifasi, Tony Brafa, Lorali Hart, Nicholas Worth, entre otros.
" El incompetente detective de la policia Frank Drebin debe frustrar un intento de asesinato de la Reina Isabel II"
La verdadera pregunta que plantea esta película (la llamada pistola desnuda que se presta a doble sentido), no es por qué sigue siendo una de las parodias más divertidas que se hayan realizado en el cine, sino por qué prácticamente ninguna obra posterior en este género no ha sido buena, si por lo menos decente. Sería buen momento para confesar al arranque de esta breve reseña que solía adorar este tipo de cintas cuando era niño: en la lista podríamos agregar Airplane (que por acá se conoce con el irrisorio titulo de ¿Dónde está el piloto?) , Top Secret y el programa de seis episodios de Police Squad, que se convirtió en la base de la serie Naked Gun (de la que hoy toca hablar) que estaban entre las mejores de esta categoría, entre las películas más divertidas que conocí en aquel momento. Cuando vi por primera vez esta Pistola desnuda en algún canal de televisión cuando tenia alrededor de once años, me hallaba en una risa incontrolable durante los primeros minutos. Ese era mi estándar de gran humor en aquellos tiempos.
Sea como fuere, las siguientes década nos brindaron una variedad de producciones de parodia muy similares, algunas de las cuales involucraron en su creación a uno o más miembros del talentoso equipo integrado por Jerry Zucker, Jim Abrahams y Leslie Nielsen; y ninguna de estas obras estuvo ni remotamente cerca de habitar en la liga superior de sus predecesoras. Y en aquella infame lista podemos nombrar un sinfín de títulos como Hot Shots, Loaded Weapon e incluso hasta la indigna Scary Movie.
Aquellas películas por regla general presentaban algunas cuestiones divertidas, pero después de verlas cualquiera se alejaba de ellas con una sensación de indiferencia, y por lo menos en lo personal solía preguntarme cual era el propósito de su existencia, o cual era el sentido de tremendos disparates. Es decir, observar a Leslie Nielsen con cola de caballo imitando aquella memorable secuencia de baile de John Travolta en Pulp Fiction puede llegar a ser divertido por un momento, pero no hay nada perdurable en ese tipo de humor. Una cinta completa, sino es que repleta de esa misma clase de escenas no equivale mucho, ni merece ser recordada.
Luego entonces, ¿Cuál es el objetivo de tales bromas, si es que vale la pregunta? No hay nada en esencia que resulte ameno en hacer referencias a otras películas, incluso si lo haces de una manera que pudiera calificarse como tonta (algunos usarían el término chabacano). Siendo así las cosas, ¿En qué momento el género se fue al traste y se convirtió en un asunto tan triste y sin inspiración? ¿Es que en realidad me he transformado en un ser maduro y he conseguido superar ese tipo de humor tan burdo?
Pero esperen que tengo otra teoría al respecto. Cuando la vi por primera vez a mi corta edad, no había visto muchas de las películas a las que hacia referencia, como las primeras entregas de James Bond. Por lo tanto, estaba familiarizado de manera muy vaga con algunos de los clichés de los que se burlaba, pero muchos de los chistes de índole política y sexual los pase por alto. Además los cameos de algunas celebridades no significaron nada para mi. Entonces, ¿Qué fue lo que me atrajo tanto de la película, tanto que me hizo reír hasta que me dolieron los costados y otras partes de mi cuerpo que jamás me habían dolido?
Me temo que la respuesta es simple: fue la absoluta estupidez que es la sustancia misma de la película. Por ejemplo, hay que recordar la escena del principio cuando descubrimos que el Ayatola Jomeini luce en secreto una cresta debajo de su turbante. O los créditos iniciales (que son por cierto brillantes) en los que el coche de policía va por la acera, dentro de toda clase de edificios, en una montaña rusa, etcétera.
Por supuesto, nada de esto tiene sentido, por lo que es solo un ejercicio en el que todo es absurdo y por lo tanto todo se vale. En otras palabras, me encantaba la película casi por la misma razón por la que me encantaban los dibujos animados en los que aparecía Bugs Bunny. Incluso como adulto, aprecio el humor presente en las caricaturas que es poco sutil cuando se maneja de forma efectiva. Es decir, mientras me haga reír, ¿a quien le importa que no sea sofisticado? Por citar otro ejemplo de esto que comento, la escena donde el teniente Drebin irrumpe en un edificio y trata de ser lo más silencioso posible, pero luego sin darse cuenta, hace sonar una pianola, que está filmada de manera magistral.
Por lo tanto, La pistola desnuda es tanto una farsa como una sátira. A medida que he ido creciendo, apreciaba más las frases ingeniosas que suelen soltarse a lo largo del metraje, como Te arriesgas levantándote por la mañana, cruzando la calle o metiendo la cara en un abanico. Sin duda, muchos de estos chistes son tontos. Pero se supone que deben serlo. Ese es todo el punto.
Lo que entendí incluso a los once años fue que la película esencialmente estaba jugando con la audiencia. Por eso cuando el teniente Drebin busca en un cajón y expresa bingo, supe de inmediato que en el interior del cajón se revelaría un tablero de bingo. Estaba acostumbrado a este tipo de humor, porque lo había visto en las películas anteriores creados por la pareja Zucker-Abrahams, donde los chistes tenían una lógica definida y tratar de predecirlos de antemano era parte de la diversión. En algún sentido tienen mucho más que ver con esa anticipación de la audiencia que con tratar de hacernos reír con los malos juegos de palabras.
Ahora mal sin bien, las películas de parodia más recientes han olvidado todo esto. Se han olvidado de que hacer una buena parodia requiere una medida de invención, incluso si gran parte de la trama se extrae de otra parte. Es posible que las persecuciones de automóviles no sean originales, pero la pistola desnuda es, hasta donde sé, la primera cinta en la que la persecución la lleva a cabo una estudiante de conducción (que incluso se atreve a pintarle dedo a un trailero).
Este tipo de ingenio está ausente en gran medida de las parodias modernas, que asumen que no tienen motivos para ser creativos cuando sus ideas se basan en general en otras creaciones. Se han olvidado de que la forma más efectiva de burlarse de un cliché es idear un giro ingenioso al respecto. Es más, los personajes de historias como estas importan, y el teniente Drebin está diseñado en la gran tradición de otros agentes de la ley ineptos como el inspector Clousseau. Es justo este elemento lo que le da al filme un sello personal que la convierte en algo más que un mero ejercicio de referencias cinematográficas.
Y si, la volví a ver y he vuelto a reír muchísimo.
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