Dirección: Robert Redford
Duración: 124 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Donald Sutherland, Mary Tyler Moore, Judd Hirsch, Timothy Hutton, M. Emmet Walsh, Elizabeth McGovern, Dinah Manoff, Fredric Lehne, James Sikking, Basil Hoffman, Quinn K. Redeker, Mariclare Costello, Meg Mundy, Elizabeth Hubbard, Adam Baldwin, Richard Whiting, Scott Doebler, Carl DiTomasso, entre otros.
Dos hermanos adolescentes sufren un accidente en un bote que acaba con la vida de uno de ellos. Poco después, el que logro sobrevivir intenta suicidarse. Tras cuatro meses de hospitalización, Conrad ha vuelto a su casa de clase media alta de los suburbios de Chicago con sus padres. Mientras la familia intenta de forma publica seguir adelante con sus vidas, Conrad que ha vuelto a la escuela en su ultimo año, participa en sus actividades cotidianas, pero las cosas en su hogar no van bien. Aunque declara no estar seguro de por qué decide hacerlo, Conrad reinicia su terapia fuera del hospital. Esta terapia puede descubrir las razones de la infelicidad colectiva de la familia.
A mi juicio sería bastante aburrida, frágil, letárgica y anticuada para el publico actual, incluso en retrospectiva. Antes de evaluarla habría que tener en cuenta que los melodramas de la clase alta de los años setenta y principios de los ochenta dominaban el mercado en Hollywood. También era novedoso mostrarlos con tanto detalle como lo hace este filme.
En apariencia, esta película narra la desintegración de una familia de clase media-alta de Lake Forest Illinois tras la muerte del hijo mayor en un accidente de navegación. En realidad, en lo profundo narra el acentuado narcisismo de la madre Beth, que solo busca el éxito en la norma social de las apariencias y su aprobación escondiéndose tras su condición de madre, y que al ser ciega a la idiosincrasia y los sentimientos de su familia, ha instalado la frialdad de corazón, la superficialidad de las emociones y la ausencia de empatía como forma de vida estándar en su hogar.
Como se niega a cuestionarse a sí misma y a responder a la necesidad de amor que la rodea, finalmente su marido Calvin le pedirá que se marche. La historia se cuenta principalmente a través del hijo menor Conrad, que sufre de manera grave las consecuencias de la actitud de su madre y el ambiente en la familia, respondiendo con culpa, depresión y un intento de suicidio, porque como adolescente no tiene aun las herramientas para descifrar esta superficialidad manifiesta y realizar las conexiones apropiadas, hasta que es ayudado por comprometido psiquiatra y encuentra cierta salida con la compañía de su padre.
Este fue el primer intento como director del famoso actor Robert Redford que causó sensación en los premios de la Academia de 1980, con seis nominaciones y cuatro estatuillas ganadas, convirtiéndola en una de las cintas más aclamadas de aquel año, y una de las celebradas de toda la carrera como director del citado Redford.
En mi opinión, esta obra es probablemente una de las más sobrevaloradas de todos los tiempos. O mejor dicho es una de esas producciones creadas solo para ganar premios, y ser aplaudida hasta el hartazgo en una ceremonia como suelen ser los Premios de la Academia. A mi entender, esta cinta jamás se habría realizado si los protagonistas fueran los integrantes de una familia de la clase obrera que no pudiera permitirse una terapia prolongada y tuviera que arreglárselas como pudiera. Tampoco se habría hecho sobre una familia de inmigrantes o afroamericanos, no importando el estrato al cual pertenezcan.
En primer lugar, el argumento ofrecía a un hábil director (lo cual Redford está lejos de serlo) la oportunidad de explorar la profundidad de las emociones y pensamientos de cada personaje. Es decir, la complejidad de esas emociones que conlleva la pérdida de un ser querido ofrece una paleta de colores diferentes, que deberían pintar el cuadro de la confusión que provoca en un hombre una mujer afectados.
Esta pelicula no ofrece nada en ese sentido, ni en ningún otro. Los personajes son fríos como piedras y carentes de emociones, es imposible relacionarse con ellos, y eso no solo en el caso de la madre Beth, que se supone que no tiene emociones, y que vive lidiando con el dolor a su manera, aislando a todo el mundo, sino también con el resto de personajes principales incluido el más afectado de ellos, el hijo de nombre Conrad.
El jovenzuelo suda, llora, y se comporta de forma irracional, y durante la mayor parte de la historia actúa como si estuviera superando una adicción a las drogas, y no sufriendo la pérdida de un hermano. De hecho, me pareció increíble que Timothy Hutton quien encarna ese papel, sea el actor más joven en la historia en haber ganado ese premio como actor de reparto (en aquel instante tenia veinte años).
Sin embargo, creo que Donald Sutherland es el eslabón mas débil de esta cinta, y su personaje Calvin Jarret, el simpático pero de forma singular alienado padre, también brinda una actuación propia de la madera que se mezcla con toda la falta de atractivo que atesora este filme, desvaneciéndose hasta volverse gris de principio a fin. No sé, nunca me quedó claro cuál era su sentir; parece que le importa pero no le importa.
Luego aparece un buen medico judío que solo contribuye a la miseria de esta anécdota, con su personaje sin desarrollar por completo que cura de forma milagrosa al atribulado Conrad con varias escenas a medio cocinar (es más, creo que Judd Hirsch filmó todas sus escenas en ocho días), que parecen más como si le importaran sus problemas lo mismo que a sus anómalos padres: es decir poco o casi nada.
No obstante, hay que reconocer que esta obra saca a la luz un hecho poco discutido: la ruptura matrimonial es frecuente entre las parejas que pierden un hijo. Además retrata de modo muy gráfico el esmalte opaco que a menudo existe en familias en apariencia felices, cariñosas y bien adaptadas que ocultan (a veces con bastante éxito), sus conflictos internos al mundo exterior. Caray, estoy tan seguro de que eso sucede que al escribir esas líneas sentí que estaba describiendo a mi propia familia.
Sin embargo, esta cinta podría haber sido mas estimulante si la familia hubiera tenido una dimensión espiritual o de fe, y no simplemente una psicoterapia interminable. Y que quede claro que siento un gran respeto por la psiquiatría, pero no los veo como hacedores de milagros. Por supuesto, es mejor terapia que la que acontece en la historia original, en la que hasta donde me he enterado el muchacho se cura de manera milagrosa practicando el coito.
Tal vez estoy de acuerdo con otros que han comentado que esta pelicula es en términos muy elementales un largo anuncio de psicoanálisis. Para los acaudalados, por supuesto. Lo cual no deja de ser irónico porque su titulo original es Gente ordinaria o gente corriente, o como le pusieron por estos lares Gente como uno que suena a título de telenovela transmitida a la hora de la comida por el canal dos.
Enlistemos: la muerte accidental de un hijo, el proceso del duelo, las tensiones en la relación que existe entre padres e hijos, las enfermedades mentales que padecen los adolescentes, los intentos de suicidio y las rupturas matrimoniales. Se trata de situaciones que ocurren en la vida cotidiana de la gente corriente.
Sin embargo, de manera personal considero que estos temas deben ser abordados de una manera muy particular, y no como si fuera un telefilme. Al final de eso se trata: de una buena pelicula de estilo televisivo.
En cualquier caso, Gente corriente trata de modo explicito de hombres que hablan, expresan sus emociones y resuelven las cosas mediante la comunicación, ámbitos tradicionalmente femeninos, mientras que las mujeres adoptan la salida tradicionalmente masculina de reprimir las emociones y huir. Puede que la pelicula sea demasiado melodramática, demasiado obvia a veces, que se preocupe demasiado por ricachones llorones, pero también capta algunas verdades.
Pero bueno, por ultimo (esperando no ser muy repetitivo) mi principal problema con esta pelicula es que es monótona. No tiene ritmo ni compas que nos haga avanzar de una escena a otra. Es básicamente una serie de escenas incomodas encadenadas en una larga cadena de acontecimientos. Por ejemplo, el personaje de Conrad que arremete contra su padre, mientras se va a tomar una foto con su madre tiene un toque bastante improbable e inverosímil. Todo el mundo se queda boquiabierto y sin palabras.
Si estas son las neurosis de los gringos de clase alta, me quedo con una sensación de incredulidad y desanimo.
Resumiendo, las familias en crisis pueden ser un tema envolvente y conmovedor, pero esta pelicula no abraza a su publico, sino que nos deja con la fría y húmeda sensación de que la gente tiene problemas de comunicación y es incapaz de conectar o relacionarse por las razones que sean. Y después de ver esta cinta, esas razones siguen sin explicarse. Y eso que estamos hablando de una historia de hace 45 años, mira que no han visto el mundo actual tan conectado y desconectado al mismo tiempo y de forma auténtica.
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