Dirección: Francesco Rosi
Duración: 150 minutos
País: Italia / Francia
Elenco: Gian Maria Volontè, Paolo Bonacelli, Alain Cuny, Lea Massari, Irene Papas, François Simon, Luigi Infantino, Accursio Di Leo, Francesco Callari, Enzo Vitale, Antonio Alloca, Vincenzo Licata, Muzzi Loffredo, Lidia Bavusi, Francesco Capotorto, Maria Antonia Capotorto, Antonio Jodice, Pasquale Tartaro, entre otros.
La historia sigue a un intelectual que estaba en contra del fascismo de nombre Carlo Levi, en su exilio forzoso en un pequeño y aislado pueblo de una remota región en el sur de Italia. Los habitantes del pueblo apenas sobreviven con la escasa cosecha de la inhóspita tierra. Éboli, la estación de tren más cercana, es el ultimo reducto de la civilización (tal como la conocemos) antes de entrar en un mundo que ha cambiado muy poco desde la Edad Media. El título de la pelicula, inspirado en el libro escrito por el citado Levi, expresa toda la sensación de abandono, negligencia, desolación y desesperación humana. Según los relatos locales, incluso Cristo en su viaje hacia el sur, no fue más allá de Éboli. Más allá, ni siquiera Dios se atrevió (o se molestó) en ir.
Esta es una historia que tenia que contarse. Francesco Rosi, cuyas películas destacan por su descripción de las desigualdades y las injusticias, ha plasmado con gran viveza sus memorias del año que paso allí, sin ideologías, sin sentimentalismos y con una gran capacidad de observación. Además el activismo político de Gian Maria Volonté, ha sido bien documentado, por lo que esta producción podría verse como una sublimación de las creencias tanto del actor como del director. El propio autor había fallecido algunos años antes, pero esta adaptación seguramente habría contado con su aprobación.
Por sus opiniones en contra del fascismo, el escritor, pintor, activista y médico Carlo Levi fue exiliado por Mussolini en 1935 a la hermosa pero escarpada y aislada ciudad de piedra de Aliano (que en aquel tiempo se conocía como Lucania) en la actual Basilicata a 90 kilómetros de Matera.
En aquella época era una zona conocida por no haber sufrido cambios a lo largo de los siglos y bastante atrasada para la gente del norte, y Levi la describe como un lugar que ni siquiera fue visitado por Cristo, de quien dice que no fue más allá de la estación de tren de Eboli.
En cierto sentido, la religión desempeña un papel importante en el relato del pueblo , ya que un devoto terrateniente afirma haber visto a un santo en un lugar religioso y un sepulturero afirma haber visto al diablo en una noche de tormenta, pero en otro sentido, parecen creer más en el folclore, ignoran al cura local y solo asisten a misa en época de vacaciones.
Desde el principio, Levi (interpretado por Gian Maria Volonté) se topa con costumbres conservadoras y supersticiones propias de gente ignorante; por ejemplo, hijas que tienen que pasar un año recluidas si se muere algún hermano suyo (tres si el muerto es el padre), mientras que un médico cree que las mujeres del pueblo usan sangre menstrual en las pociones de amor para conquistar y volver locos a los hombres, y la mujer en cuya casa se aloja el exiliado cree que su marido falleció porque una bruja campesina le echó mal de ojo antes de brindarle una poción mágica de tintes mortales.
Al final, Levi ocupa su propio lugar y contrata a una doméstica que le expresa la creencia que guardan los campesinos de que un arcoíris provoca cierta enfermedad, que no se puede tirar basura por la noche porque con ello puede haber la posibilidad de golpear al ángel que vigila la casa hasta el amanecer, y que los espíritus de los no bautizados pueden revelar a la gente en sueños la ubicación de tesoros propiedad de maleantes del pasado.
A pesar de estar en medio de la nada, Levi llegó a apreciar la dura vida que llevaban los campesinos pobres y vio la injusticia de que fueran gobernados desde lejos por el gobierno del norte, lo cual ponía de manifiesto prácticamente la existencia de una Italia separada que no los dejaba bien representados en absoluto. Es decir, el resto del país se olvidaba de ellos hasta que llegaba el momento de obtener algo de ellos, por ejemplo dinero para los impuestos o jóvenes para que participaran en la Guerra.
Se trataba de una región que el tiempo había olvidado y por la que nación no se preocupaba. Despreciada por el Norte rico e industrializado, económicamente deprimida, carente de lo básico para vivir y sin servicios, sus habitantes habían sucumbido a la superstición y el misticismo.
En cuanto a la religión, y su único representante es un cura borracho y desacreditado. Y el alcalde que de forma evidente esta a favor del fascismo, intenta que los habitantes se interesen por las emisiones radiofónicas de Mussolini, pero son totalmente indiferentes y simplemente no les importa nada la política. De modo irónico, fueron los jóvenes de esta región los que suministraron gran parte de la carne de cañón en las trincheras de la Primera Guerra Mundial que es el tema de otra de las cintas de Rosi llamada El asalto final de 1970.
Otro ejemplo de estas nuevas leyes disparatadas era el aumento de los impuestos sobre la propiedad de las cabras porque se creía que eran malas para la agricultura en el norte, pero esto era terrible para los campesinos del empobrecido sur que dependían de ellas y ahora se veían obligados a matarlas (de eso trata justo la fotografía que he elegido para la entrada, para que tengan cuidado con esas escenas de carnicería los seres de luz y las almas sensibles. Ah, y también existe otra escena gráfica que involucra a algunos cerdos).
Mientras tanto, un recaudador de impuestos malhumorado está amargado por cómo le tratan los lugareños, pero quién puede culparles cuando describe su trabajo como recolectar cualquier cosa que posean para cobrar lo que deben: una cabra, un conejo, una rueda de queso, o una botella de aceite de oliva.
Como advertencia para el espectador promedio, no se trata de una historia carga de sucesos impactantes, y Levi pronto se acomoda a los ritmos casi somnolientos del pueblo, por ese motivo dedica su tiempo entre otras cosas a deambular y observar a los niños hacer diversas travesuras, como acosar a una cabra golpeándola con un palo mientras es montada, o lanzar piedras al sacerdote local.
Cristo se detuvo en Éboli (como se le conoce en castellano) es una de las mejores películas de Francesco Rosi, fiel a su tradición neorrealista. La historia describe como se habrán dado cuenta la vida rural y campesina aislada a través del relato de un intelectual urbano, médico, pintor y activista político que ha sido exiliado a esta remota zona debido a su disidencia política durante el régimen fascista en Italia.
A diferencia de otras cintas similares en duración, esta obra absorbe de manera constante al publico, probablemente debido a su descripción realista y su representación selectiva de la vida campesina que se halla congelada en el tiempo. A la par, la pelicula incita al espectador a contemplar los aspectos filosóficos del concepto del tiempo y está muy impregnada de la exposición de problemas sociales y políticos de la época.
Rosi describe de forma maravillosa la indigencia de los colonos campesinos de esta tierra remota y aislada, su ignorancia y su vida apolítica, la profunda ruptura entre estas personas y el Estado, y la irrelevancia de las victorias casi cómicas de Il Duce para estas personas, entre otras muchas cuestiones sociales y políticas. Encima, como sucede en otras películas de Rosi, aquí también la representación neorrealista va de la mano de la combinación de técnicas documentales y contexto ficticio. Vale decir que Rosi permite que las imágenes hablen por sí mismas y no Gian Maria Volontè, protagonista del filme.
En la narrativa, la vida campesina y la urbanidad se presentan como dos civilizaciones ajenas y antítesis la una de la otra. Estos campesinos tienen su propio modo de vida, sus propias costumbres, sus propias aspiraciones y medios de alegría. Esto es, lo que ocurre en Roma o la guerra en Abisinia cuyo objetivo era recuperar la gloria de Roma no capta su interés. Conocen el Estado a través de los impuestos recaudados o de los hombres llamados al servicio militar. En su carta, Levi describe la civilización urbana como una contraposición de esta vida campesina que aspiró a lo largo de la historia a colonizarla.
Y el filme también incita al publico a reflexionar sobre el sentido filosófico de la historia, su naturaleza relevante y su significado. Describe esta vida campesina como congelada en la historia, aislada de la vida exterior y carente de la comprensión del tiempo que tenemos quienes vivimos en ciudades. En otras palabras: la historia tal como la entendemos es la historia de la civilización urbana.
Como los campesinos son ajenos a esta civilización, también son ajenos a este concepto del tiempo. En el pueblo se dejan de contar los días y las horas ya que cada vez son mas irrelevantes, allí vuelves y basas tu vida en el ciclo natural de la vida que se dirige por las estaciones. En este sentido, la pelicula desafía nuestra noción de la historia, que es la historia de la ciudad.
En otro orden de ideas el suave, matizado y discreto retrato que Volonté hizo de Levi, fue de manera lamentable pasado por alto en términos de premios, pero es de forma indiscutible uno de sus mejores trabajos. Fue la actuación de Lea Massari quien realiza un papel muy breve como su esposa la que fue reconocida, y también se destaca. También aparecen la gloriosa Irene Papas y Alain Cuny. Por supuesto, Rosi era famoso por su habilidad con los actores.
Realizada originalmente para la televisión, esta versión ligeramente truncada desmiente su longitud y personifica el objetivo de Rosi de convertir a su publico en algo más que espectadores pasivos.
Total, Carlo Levi escribió que toda la vida es una tragedia sin escenario, pero aquí Rosi no lo aplica con una espátula y esta interesante cinta se convierte, a pesar de las penurias que describe en una afirmación de la vida.
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