Dirección: Werner Herzog
Duración: 107 minutos
País: Alemania Occidental / Francia
Elenco: Klaus Kinski, Isabelle Adjani, Bruno Ganz, Roland Topor, Walter Ladengast, Dan van Husen, Jan Groth, Carsten Bodinus, Martje Grohmann, Rijk de Gooyer, Clemens Scheitz, Lo van Hensbergen, John Leddy, Margiet van Hartingsveld, Tim Beekman, Jacques Dufilho, Michael Edols, Werner Herzog, y algunos más.
Jonathan Harker es enviado al castillo del Conde Drácula para venderle una casa en Wismar, donde vive Jonathan. Pero el conde Drácula es un vampiro, un engendro que no ha muerto que vive de la sangre de los hombres. Inspirado por una fotografía de Lucy Harker (la esposa de Jonathan), Drácula se traslada a Wismar trayendo consigo la muerte y la peste. Estamos ante una versión inusualmente contemplativa de Drácula, en la que el vampiro carga con la maldición de no poder envejecer ni morir.
En general se suelen celebrar mucho los remakes y usamos esa palabra para describir como si se tratara de un cariñoso homenaje a los cineastas que realizan sus propias versiones de historias que como obra original son mucho más conocidas.
Uno de los remakes más famosos de todos los tiempos es Nosferatu dirigida por F. W. Murnau que modificó partes menores y nombres de personajes de Drácula para evitar los derechos de autor que poseían en aquel momento los herederos de Bram Stoker. Sin embargo, una detuvo la filmación y se ordenó que todas las copias debían ser destruidas. Por suerte, no todos los duplicados desaparecieron y las restantes fueron restauradas tras la expiración de los derechos de autor.
En el ya lejano año de 1979, aquella pelicula muda original era considerada un clásico por derecho propio. De hecho, el propio Werner Herzog la consideraba la mejor pelicula jamás realizada en la historia de su país: Alemania. Pero, como la historia de Drácula en aquel momento ya era de dominio publico, decidió rehacer la cinta con los nombres intactos de la historia original de Stoker.
Ahora bien, para mi gusto la razón principal para darle un visionado a esta cinta es por supuesto Klaus Kinski que encarna al famoso vampiro. Maquillado como si fuese una imitación estupenda del actor original Max Schreck llevada a cabo por la artista japonesa Reiko Kruk (en sesiones que duraron alrededor de cuatro horas, de las cuales me asombra el hecho de que Kinski no acabara con el personal a su alrededor) es una maravilla en esta historia, adueñándose de cada fotograma que puede atrapar, sostener y robar.
Y según veo, lo fundamental de su interpretación es que su versión de Drácula no es el amante romántico que presentan tantos otros filmes. En esta oportunidad se trata de un ser trágico, sin capacidad para el amor y condenado a vivir por toda la eternidad.
En esta versión, Drácula no es ni un caballero culto, ni un monstruo sádico, ni un protagonista romántico. En cambio, es un cadáver en descomposición, una retorcida parodia de la masculinidad, cuya hambre de sangre, sexo y la monótona letanía de las comidas nocturnas chocan con su nobleza, riqueza y modales refinados. Es un desgraciado atrapado entre la civilización y algo más primario. Un elemento que tema está integrado en lo más profundo de su ser.
Figura triste y trágica, el Drácula de Herzog anhela los placeres de la muerte. En especifico, quiere matar al deseo. El deseo como maquina insaciable, desea su propia desaparición que por supuesto es la pulsión de muerte a gran escala.
En lo que respecta a Isabelle Adjani (cuyo papel en Posesión demuestra que está a la altura del propio Kinski en aquella teoría de la interpretación centrada en qué tan lejos puedas llegar) también brilla como Lucy Harker, que en esta historia demuestra ser más que la media naranja de Jonathan. La cuestión es que son sus mañas y su mente los que condenan al vampiro más que cualquier maquinación de todos los personajes masculinos de este relato, aunque al final haga falta un autentico sacrificio determinante para acabar con el reinado del conde.
Como dato curioso me he enterado que al igual que aquellas cintas original de la Universal centradas en sus monstruos que se rodaban tanto en inglés como en español, Herzog realizó una versión en inglés y otra en alemán. Aunque debe haber sido una labor digna de elogio, no soy un entusiasta de algunas de las cosas que ocurrieron durante la filmación de esta obra.
Pero veamos, la secuencia inicial se filmó en el Museo de las Momias de Guanajuato muy reconocido en este país, Allí se exponen al publico los cuerpos momificados de las victimas de lo que fue una epidemia de cólera. Y claro que fue el mismísimo director quien rodó esta secuencia, y para ello fue sacando los cadáveres de las vitrinas en las que normalmente se guardan y colocándolos contra una pared por orden de edades, es decir desde la infancia hasta la vejez.
No sé, enterarme de toda esa extraña situación me parece un acto de mal gusto (en el mejor de los casos). Dicho de otra forma, utilizar a esos seres humanos reales para una escena que en términos generales me parece desechable.
Herzog también se equivocó en el trato a los animales durante el rodaje. Contrató por su experiencia en el trato con ratas a un biólogo conductista holandés que abandonó la pelicula disgustado tras ver lo mal que se trataba a los animales.
Aun así, el director ha declarado que las ratas se comportaron mejor que Kinski. El realizador alemán quería una interpretación más comedida que la que Kinski pretendía ofrecer, así que tuvo que darle cuerda al actor y provocar que enloqueciera antes de las escenas importantes. De ese modo, estaría demasiado agotado para interpretar el papel de otro modo.
Pero volvamos a lo importante. A mi parecer, los remakes rara vez llegan a satisfacer y ampliar el horizonte de un publico que ha experimentado la obra original. Y para la mala fortuna de esta cinta, esta no es una excepción. Esta historia sobre el memorable vampiro ofrece hermosas escenas, atmosferas apasionantes y la aludida impresionante actuación de Kinski.
Sin embargo, la obra está condenada al fracaso desde el principio porque será comparada con la original en todos los aspectos. Para mi, en definitiva no puede igualar las exquisitas imágenes del Nosferatu de Murnau. Con esto quiero decir que las bellas imágenes de este filme son impresionantes y espeluznantes en algunos casos, pero quedan eclipsadas si son comparadas con aquellas imágenes que se han vuelto casi retratos de la creación original.
Cualquiera que llegue a este filme con una experiencia previa en el estilo de Herzog se dará cuenta de que el realizador alemán tan polémico hizo del material un asunto de manera inequívoca muy suyo. Este Nosferatu es como una pelicula sobre un sueño sobre un documental que muestra a personajes excéntricos haciendo cosas por el estilo.
Al filmar una ciudad medieval alemana arrasada por una plaga como si fuese un carnaval grotesco con gente bailando con cabras en las mesas y dándose un festín en medio de una abundancia de ratones, el director continua coreografiando a su protagonista muy maquillado (que también parece un roedor y representa una versión teatral de su verdadero yo) a través de los pasos que dio el personaje de Max Schreck en la cubierta del barco, como si quisiera demostrar que puede conseguir que se vea tan espeluznante como lo hizo Murnau.
Sin nada que agregar, este Nosferatu es poco convencional como pelicula de horror y contiene escenas que pretenden generar miedo cuyo ritmo es lento, momentos mágicos o de humor negro en vez de acción o por lo menos argumento. Aunque el Nosferatu original sigue siendo la más aterradora de las versiones cinematográficas de Drácula, este replanteamiento transformador en mi experiencia dejó más dudas que certezas.
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