Dirección: Lou Adler / Tommy Chong
Duración: 86 minutos
País: Estados Unidos
Elenco: Cheech Marin, Tommy Chong, Strother Martin, Edie Adams, Harold Fong, Richard Novo, Jane Moder, Pam Bille, Arhur Roberts, Marian Beeler, Donald Hotton, John Ian Jacobs, Christipher Joy, Ray Vitte, Michael Caldwell, José Pulido, Ruben Guevara, Miguel Murillo, entre otros.
Cheech y Chong se encuentran por casualidad en la carretera en algún lugar de California. En su desesperación por volver a casa, aceptan conducir una camioneta de vuelta a Estados Unidos para llegar a tiempo a un concierto en el que tienen que actuar. Sin ser conscientes de las propiedades con las que está construida la camioneta, emprenden el camino de vuelta con un par de autoestopistas femeninas mientras evitan a la policía, que ni siquiera saben que les está siguiendo.
Admito de forma más que liberada que me senté a verla con unas expectativas que se hallaban en el nivel que hay entre mediano y bajo. De modo muy probable más que cualquier otra variedad existente de narración o arte, a mi entender la comedia es muy susceptible a los cambios de gustos y sensibilidades.
Con esto quiero decir que reconozco la importancia que Tommy Chong y Cheech Martin tienen en la cultura pop (en especial en el vecino del norte), y el papel que han desempeñado más allá de sus travesuras icónicas como dúo, pero ¿seguirá teniendo el mismo valor su primera pelicula (la cual es muy posible que sea su obra más significativa en la cultura en general) para alguien que no está impregnado de la cultura de las drogas, que probó un par de veces la marihuana y que no lo ha hecho con sustancias recreativas más duras, y que no tiene ningún interés en hacerlo? ¿Es posible que esta cinta sea el tipo de comedia que solo tiene gracia si el espectador está en pleno viaje inducido por sustancias?
No pasa mucho tiempo desde que uno pulsa play hasta que se revelan las respuestas a dichas interrogantes, y las cuales son en mi opinión en el caso de la segunda pregunta: por supuesto que no, y en la primera en esencia ninguno. Es decir, en lo que a mi respecta se trata de un fiasco que termina por resultar agotador.
La comedia de marihuanos original, del dúo que ayudó a sacar la hierba de los márgenes y llevarla al gran publico En humo se va presenta a Cheech y Chong como versiones ligeramente ficticias de sí mismos recorriendo de forma distraída las calles de Los Ángeles (y finalmente de Tijuana) en busca de un nuevo botín.
Allí se encuentran con una variedad cada vez más disparatada de chiflados y dementes, esquivan una docena de redadas policiales, se fuman o se tragan todo lo que se les pone por delante, y al final aparecen en el escenario para un evento principal de una batalla local de bandas que para mi gusto es un espectáculo lamentable.
Ahora bien, debo decir que había visto algunas escenas de la pelicula a lo largo de los años, pero como esta era mi primera experiencia con esta clase de personajes procuré estar en el animo adecuado (lo cual no significa que como dicen los españoles, estuviera bien colocado) antes de zambullirme. Y debo confesar que incluso con el estado de animo más conveniente no me pareció un acierto.
En otras palabras se deja ver durante la primera media hora, pero la novedad desaparece tan rápido como llega. Ver a los dos tarados relacionarse en torno a un porro colosal que Chong lleva en un bolsillo secreto en alguna parte, resulta poco menos que curioso. Sus expresiones vidriosas y sus vagas asociaciones con la realidad se vuelven oportunas, familiares para cualquiera que haya estado alguna vez colocado en una fiesta, o que haya visto a alguien así de comprometido con su viaje más persona e intimo.
Ambos protagonistas se deshacen en elogios el uno con el otro en cada escena, encantados de compartir sus estados de ánimo tan confusos y repletos de felicidad al mismo tiempo con un publico igualmente escorado, y durante un tiempo aquello puede ser suficiente. Con el avance de los minutos, hasta el más paciente de los espectadores (que suelo ser yo) empezó a anhelar algo más que chistes sobre hierba y chistes que no me causaban gracia.
Aunque hay algunos momentos (más bien pocos) que aparecen por aquí y por allá (la famosa camioneta construida a base de hierba es un buen ejemplo), pero la mayoría de esas ideas de modo más que probable funcionaban mejor cuando estaban sobre el papel que en la gran pantalla. Y es que, después de la tercera o cuarta vuelta, el chiste de un policía que se encuentra bien entrado en un viaje al que entró de manera accidental pierde su encanto.
En otras palabras esta obra debe haber sido toda una revelación en el 78, cuando las referencias a la hierba todavía eran atrevidas e incluso hasta rebeldes, además de que era un hecho que la cocaína en aquellos días fuese un tabú.
Ahora, más de cuarenta y cinco años después, momento de la historia en que el mentado polvo blanco ha pasado de moda y la hierba psicoactiva está disponible hasta en los elegantes y ostentosos entornos de venta de las tiendas de Apple, toda la experiencia no deja de ser más que una anécdota bastante simple sobre un par de zoquetes que se la viven flotando (envuelta de humor escatológico, chistes sexuales desesperantes, y cuando no escenas directamente sórdidas de índole sexual).
El fondo de toda esta edificante historia es que si nuestros héroes se colocan lo suficiente, todos sus problemas desaparecerán en una neblina púrpura de humo.
Ver esto fue como tener una experiencia astral con mi padre. No es realmente un mal momento, pero no deja de ser incomodo y lo peor es que seguro vas a escuchar las mismas historias una y otra vez.
Para mi, fue una pelicula que parecía que jamás iba a terminar, pero si eres fan de Cheech y Chong, adelante. ¿Quién soy yo para negarte una hora y media sin sentido en tu existencia?
Comentarios