Dirección: Roger Donaldson
Duración: 107 minutos
País: Nueva Zelanda
Elenco: Sam Neill, Nevan Rowe, Ian Mune, Warren Oates, Ian Watkin, Clyde Scott, Donna Akersten, William Johnson, Don Selwyn, Davina Whitehouse, Melissa Donaldson, Dougal Stevenson, Bernard Kearns, Raf Irving, Cass Donaldson, Tommy Tinirau, Snuffles, Roger Oakley, entre otros.
Un recluso de nombre Smith se ve arrastrado a una lucha revolucionaria entre las guerrillas izquierdistas y el gobierno de Nueva Zelanda. Implicado en un asesinato e incriminado como si se tratase de un conspirador revolucionario, Smith intenta evitar la violencia mientras se encuentra atrapado entre bandos enfrentados.
Con Perros de presa, el director Roger Donaldson de origen australiano prácticamente consolidó por sí solo el lugar de Nueva Zelanda en el mapa cinematográfico. En su momento, fue la pelicula más taquillera del país, y supuso la segunda aparición en la gran pantalla de Sam Neill.
Con el llamado Ozploitation (aquel movimiento australiano originado en la década de los setenta) en pleno apogeo al otro lado del charco, este proyecto dio el pistolazo de salida a una Nueva Ola en Nueva Zelanda, a la que siguieron en los años posteriores obras como Smash Palace del propio Donaldson, y Vigil de Vincent Ward. Y para mi, la pelicula es chocante y disparatada, pero te mantiene con la vista en la pantalla.
Para mi el director se inspira de manera evidente en el ascenso al poder de Adolf Hitler en la Alemania posterior a la Primera Guerra Mundial, y describe una Nueva Zelanda de un futuro próximo que cae en las garras de una dictadura en ascenso, ansiosa por dar caza a cualquiera que considera que podría pertenecer a una creciente banda de luchadores por la libertad.
Todo comienza con la información televisiva sobre huelgas de combustible en todo el país, y a partir de ahí se descontrola de forma vertiginosa.
Entonces conocemos a Smith que observa el reportaje mientras sus hijos le escriben cartas de despedida y su mujer solloza en la cocina. Víctima de una infidelidad, decide hacer las maletas y vivir fuera de la civilización durante un tiempo, pero no antes de que el nuevo amante de su mujer, un tal Bullen llegue antes de que él haya salido de casa.
Más adelante el hombre localiza una isla en la península de Coromandel y se pone de acuerdo con los propietarios maoríes para vivir allí sin problemas, cambiando incluso su costoso auto por su vieja y oxidada barcaza. En ese lugar se dedica a pasar su tiempo pescando, suele escuchar la radio y entabla amistad con los lugareños, pero su idílica existencia se ve pronto interrumpida cuando el gobierno se pone en modo de represión y detiene a cualquier sospechoso de ayudar a la revolución.
De tal forma que la policía lo detiene para interrogarlo, torturarlo y de modo muy probable condenarlo a muerte. Es así que al no ver otra alternativa, Smith aprovecha la oportunidad y escapa de sus captores, huyendo a un tranquilo campamento donde conoce a una simpática chica local.
Esta más que claro que Smith no es un revolucionario guerrillero y se contenta con vivir en la ignorancia, pero cuando llega el coronel del ejercito estadounidense de nombre Willoughby, que tiene en mente algo más que vigilar el país, queda claro que el destino de Smith está en la sublevación, le guste o no.
Vale decir que Donaldson oculta de manera deliberada ciertos datos para que los acontecimientos no se conviertan en un misterio para Smith, lo que vuelve de esta cinta una experiencia bastante frustrante. Pero con esto quiero señalar que frustrante no siempre es negativo, y en este caso el argumento suelto y a la deriva confiere a la cinta un estilo y una atmosfera que podría calificar de únicos.
En cualquier caso nunca se sabe muy bien hacia donde va a ir la historia, y cuando aparece el coronel interpretado por Oates llega con una sonrisa y ganas de juerga, se produce una desorientadora sensación de inquietud cuando las gotas de sudor escurren de su bigote tembloroso.
Por cierto el director de fotografía Michael Seresin, que más tarde trabajaría en películas como Expreso de medianoche, Corazón satánico y la tercera entrega de Harry Potter, capta el país de forma maravillosa, impregnando el paisaje de una sensación de belleza y paz en un momento y de terror en el siguiente. Todo esto suena un poco a George Orwell, pero no lo es.
En realidad es mucho más extraño que eso, y tiene una rica veta de humor a lo largo de toda la película, generalmente derivada de la frustración de Smith a medida que se convierte, sin quererlo en un líder revolucionario.
Ópera prima de un director de larga trayectoria, con muchos años de carrera pero pocas obras en conformidad. Tal vez, en el momento de su aparición resultó impactante, pero vista en retrospectiva debe haber cientos de creaciones de factura similar, narrativa y producción.
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