La muerte, tu sierva, está ante mi puerta. Ha atravesado el mar desconocido y ha traído tu llamada a mi casa.
La noche es oscura y mi corazón tiene miedo... no obstante cogeré la lámpara, abriré la puerta y me inclinaré para darle la bienvenida. Es tu mensajera la que está ante mi puerta.
La veneraré con las manos enlazadas, y con lágrimas en los ojos. La veneraré poniendo a sus pies el tesoro de mi corazón.
Ella volverá, cumplida su misión, dejando una sombra obscura en mi mañana; y en mi casa desolada sólo quedará mi yo desamparado: mi último ofrecimiento a ti.
TAGORE, de Gitanjali, LXXXVI
En estos últimos días he estado sufriendo bastante, como muchos de los que me conocen y se interesan por mi lo saben. La inquietud de seguir escribiendo no se ha terminado, es sólo que prefiero hablar mi dolor o en su defecto exteriorizarlo con el llanto; por el momento me parece más sano.
Quiero de la misma manera expresarles mi agradecimiento a tres personas, sin las cuales este proceso tan complicado lo sería mucho mas.
Gracias a mi mejor amiga Alejandra por escucharme, apoyarme y brindarme en todo momento su cariño de amiga que es recíproco. Gracias a mi padre por estar siempre ahi, por abrazarme, vivo muy agradecido con él por todo lo que se preocupa por mi y finalmente a ti que no estás fisicamente, pero que me brindas todo el consuelo que necesito sin pedirtelo, eres muy amable.
Les agradezco también a todas las personas que me han dado palabras de aliento y que han aparecido en estos días por primera vez en mi vida. No tengo con que pagarles lo que hacen por mi. Muchas gracias.
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