He tratado de dejar a tu conciencia el que resuelvas tu robo de manera pronta y no te he molestado por teléfono todos los días y a todas horas como debería estarlo haciendo.
Te he considerado en demasía pese a haber demostrado que no te merecías ni la más mínima consideración, si no sabes responder a la lealtad, el aprecio, la devoción, el apego, la inclinación y el afecto que conlleva la amistad y mucho menos a eso, entonces efectivamente tengo que comportarme también como un patán, que no es algo que me agrade.
Por favor deposita lo que debes y resuelve tus asuntos, abusaste en todos los sentidos, pero tú lo sabes mejor que nadie; así que ni para que decírtelo. Sólo te recuerdo que si ya me habías metido en un conflicto, pues al comportarte pasivamente solo lo haces más y más grande, y mientras más grande se hace, mi enojo también crece y yo no soy de los que se olvidan o de los que dan por perdidas las cosas.
Así que te suplico, y esta vez de esta manera, que respondas, que me digas cuando o en cuanto tiempo podrás pagar lo que me robaste.
De todo el daño que causaste mejor ni te digo, esa es otra deuda de la que después hablaremos.
Comentarios