Intenté ser valiente y dirigirme hacia ese lugar al que tantas ganas tengo de ir, pero que no he podido pisar, ni volver a ver gracias a mis temores fundamentados en el pasado. Al contrario, me dispuse a caminar disfrutando lo templado del clima de la tarde, una tarde gris, pero sin frío. Y así caminé, recorrí varias calles sintiendo la libertad en mi interior.
Terminé sentándome en una banca para descansar, cuando de repente un mensaje suyo me tomó por sorpresa. Me pedía que le llamara. Lo hice y nos encontramos en otra banca, en un paseo que está impregnado de melancolía, por su esencia y por lo que me transmite el lugar. No supe que decir, quise ser sensato, quise ser educado, deseaba decir las palabras correctas. No fue así.
Cruzamos pocas palabras, fue un diálogo más bien insípido diría yo. Y se fue. Por dentro, me sentí aliviado, pero triste.
Después de su partida, me quede como ensimismado, mirando hacia ningún lugar. Pensaba cosas sin sentido, hasta que me decidí a levantarme, ¿para qué? sí, para caminar más...
Hasta que llegué aquí, antes de que la lluvia comenzara a causar sus habituales estragos.
Sigo sintiéndome vacío, pienso por momentos que hice mal, que me equivoqué, que esa no fue la mejor decisión para los dos. No obstante, lo único cierto es que todo iba hacia la misma dirección y que yo iba a ser despreciado, humillado. Juré no volver a permitirlo. Eso me consuela, aunque las lágrimas sigan atoradas en el fondo de mi pecho. Algún día saldrán.
Terminé sentándome en una banca para descansar, cuando de repente un mensaje suyo me tomó por sorpresa. Me pedía que le llamara. Lo hice y nos encontramos en otra banca, en un paseo que está impregnado de melancolía, por su esencia y por lo que me transmite el lugar. No supe que decir, quise ser sensato, quise ser educado, deseaba decir las palabras correctas. No fue así.
Cruzamos pocas palabras, fue un diálogo más bien insípido diría yo. Y se fue. Por dentro, me sentí aliviado, pero triste.
Después de su partida, me quede como ensimismado, mirando hacia ningún lugar. Pensaba cosas sin sentido, hasta que me decidí a levantarme, ¿para qué? sí, para caminar más...
Hasta que llegué aquí, antes de que la lluvia comenzara a causar sus habituales estragos.
Sigo sintiéndome vacío, pienso por momentos que hice mal, que me equivoqué, que esa no fue la mejor decisión para los dos. No obstante, lo único cierto es que todo iba hacia la misma dirección y que yo iba a ser despreciado, humillado. Juré no volver a permitirlo. Eso me consuela, aunque las lágrimas sigan atoradas en el fondo de mi pecho. Algún día saldrán.
Comentarios