Hace algún tiempo que no escribía por diversos motivos y como se puede apreciar ya me están "reclamando" en cierto modo. Muchos de ellos (los motivos) han cambiado el rumbo de mi existencia de manera radical a lo que yo tenía pensado o planeado por llamarle así.
Me da miedo perder esta habilidad, dejar de practicar y desperdiciar el talento que creo poseer. Por eso estoy aquí, intentando contar lo que me está sucediendo.
Creo que todo lo acontecido ha gozado de ciertas características que lo convierte en increíble para mí: intenso, intempestivo, fugaz, extraordinario, peculiar, incongruente y muchas otras que no alcanzaría a nombrar por falta de espacio.
Por ejemplo, un día me encuentro siendo felicitado de mano por la presidenta del sistema; me congratula y me pide, ¡no! más bien me exige que siga por el mismo camino. ¡Enhorabuena!, dice. Yo únicamente sonrío como verdadero hipócrita e imbecil, sabedor de que si a principios de este año me hubieran cuestionado que estaría haciendo en noviembre del mismo, yo jamás hubiera respondido: "saludando a Doña Emilia".
Aunque si soy sincero, tampoco conocerla me ha cambiado la vida. Simplemente soy del pensamiento de que no me imaginé saludarla de mano e intercambiar palabras con ella cuando ingresé al sistema.
En fin, un día estoy saludando a la autora de los días del presidente municipal (sí, me vale madre y no lo escribí con mayúsculas) y al otro estoy dándole pláticas sobre enfermedades de transmisión sexual a muchachos que nada más piensan en escuchar música de Kudai, en llegar a casa y masturbarse; en ir a jugar a las maquinitas de la esquina, en tratar de ligarse a la niña de piel clara del salón o en escuchar digital, o si son muy "alternativos" pegar el oído junto a la radio para prestarle un poco de atención a lo que dicen los grandes locutores de neurótica: La estación creada para "grandes minorías".
Si soy completamente honesto, eso de las pláticas ya me tiene harto. No le veo sentido a pararme enfrente de esos adolescentes, de verles sus rostros repletos de dudas, llenos de acné y de poses para pertenecer a un grupo y cada vez estoy más convencido de que eso no es lo mío.
Los conozco, sé lo que sienten porque obviamente yo alguna vez fui como ellos, un puberto sin oficio ni beneficio. Nada más por respeto no me he burlado de su actitud estúpida que ellos nombran ingenuamente "anarquía". Y ganas no me faltaron. No me cansaría de reir de su rebeldía sin bases, sin argumentos, sin filosofía de ningún tipo. Hasta para llevar la contra hay que utilizar el intelecto, creo yo. Ojalá supieran que es eso de la Anarquía.
Como sea, para febrero que se vence el plazo, ya estaré buscando otro sitio para seguir laborando temporalmente o quien sabe, tal vez me quede en ese nuevo lugar un tiempo considerable.
También sigo asistiendo a la escuela, eso probablemente sea más engorroso que asistir a las preparatorias del estado, ¿por qué? muy simple: porque lo percibo como un mero trámite sin razón concreta de ser. Me aburre profundamente, a pesar de que ya casi ni voy. Algunos me preguntan en dónde me he metido y la verdad prefiero quedarme callado, después de que al decir la verdad nadie me la creía. Ahora miento, lo cual me ha redituado bastante puesto que de ese modo si quedan convencidos de mi palabra.
Y en general me siento tranquilo, satisfecho, feliz. Como ella lo expresó muy acertadamente: "Ahora que, nosotros los de entonces ya no somos los mismos, nos ha tocado coincidir, y una nueva brisa nos ha traido este segundo aire".
Comentarios