He tenido no pocas veces la impresión de que lo más creativo y original de Javier, aparece más en sus momentos de sufrimiento que en los de felicidad. Es una exageración, por supuesto, pero basta recordar la colección de padecimientos que le aquejaban a mediados del año 2004, entre los que se encontraban: insomnio crónico, gastritis, depresión y ansiedad. Algunos de ellos no han desaparecido y tal vez hasta el final de sus dias no lo hagan. Por ello, últimamente ha tenido que remontarse a aquellos días, para tomarlos como un antecedente de lo que le está sucediendo ahora; y es que, como parte de una conversación o de una confrontación ya no se siente cómodo, fenómeno que le ocurría también en el año antes mencionado.
Tiene la enorme ventaja de poseer la agilidad mental necesaria para poder solucionar las dificultades que a cada segundo se le presentan; lo cual dudo que muchas personas puedan realizar. A veces nada más por vanidad. Es una habilidad extraordinaria y que por obvias razones no se puede reconocer a simple vista. No quiero decir que sea el único que la posea, pero por el simple hecho de ser él, la convierte en una fortaleza muy particular. De hecho, estamos ante uno de los sujetos que mayor cantidad de pensamientos parásitos cuenta en su historial, ni más ni menos; nadie puede gastarse tal cantidad de tiempo en darle vueltas a lo mismo y no llegar a nada, que es lo que se esperaría de una actividad semejante.
Como lo mencioné anteriormente, esta cualidad no se puede apreciar con los ojos del 'soma', pero este pequeño texto (les presumo) nos acercará aún mas hacia ese individuo tan particular, ofreciendonos una excelente panorámica del pensamiento de López expresado en sus propias palabras.
Otra virtud de este texto es que nos acerca a las contradiciones de López, especialmente en materia emocional. Una persona muy cercana (de la cual no mencionaré su nombre), explicaba recientemente como habían cambiado las ideas sobre la gente a lo largo de su vida. En mayo de 1996 era un modesto adolescente que no se atrevía a hablarle a las compañeras del salón, ni siquiera a la menos agraciada, motivo por el cual se autocastigaba nombrándose un "marica", adjetivo muy común entre los varones por aquellos días. Despreciaba profundamente a sus padres, creyendo firmemente que ellos eran los culpables directos de aquella situación tan vergonzosa, nada más cercano a la realidad. Pero al final de su camino por el bachillerato comprendió que no solo podía odiarles, sino al mismo tiempo también amarles con la misma intensidad y de esa manera se convirtió en un eslabón intelectual activo de la familia. Esto es, cuando tiene que estar del lado de alguno de sus padres lo hace, si es que así lo considera necesario o puede mantenerse al margen con la misma dureza que siempre lo ha caracterizado. Todo depende de que color del arcoiris brille más, y si ese brillo es capaz de cegarle los ojos.
Lo interesante de esta evolución, en mi punto de vista, es que está correlacionada con el desarrollo de su pensamiento teórico sobre el mundo y la vida. En él, estos dos aspectos siempre crecen a la misma velocidad, ninguno se queda atrás. Como él bien lo manifestó en alguno punto de su existencia: "sin sarcasmo, no hay Javier". Y es muy cierto, quizá esa es su principal aportación al mundo, esa incansable agresión volcada sobre sí mismo y sobre los demás de tal forma que puede demostrar su rapidez intelectual con algunos simples enunciados.
Tal vez el sarcasmo sea la primera de sus características de personalidad, esa agresión encubierta que en ocasiones se voltea contra él, no obstante su dominio del mismo. Pero ese es otro tema.
Gran parte de la energia que suele usar, la concentra en el análisis. Le encanta descomponer en todas sus partes las relaciones en las que se ve envuelto, sobre todo las que se refieren a la dominación, ese control que fue aplicando al igual que en el amor a la educación, a las artes y a muy diversos campos de la vida humana, hasta mostrarnos la complejidad existente que trae consigo en sus entrañas: la violencia.
Desde luego, sus ideas están empapadas de la cultura de su época. No es lo mismo crecer en los años sesenta con esas ganas inmensas de liberarse de todos los yugos a hacerlo en los años noventa, aquellos años 90 donde se dió la globalización por medio del internet, la del descubrimiento del cine, de la música, de la incapacidad de los líderes mundiales para tomar buenas decisiones; la década de la marcada desigualdad social, entre otros tantos acontecimientos que cambiaron y siguen modificando la dinámica del planeta.
Pudiera seguir, pero ya me cansé.
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