¿De qué se trata la vida? constantemente me lo pregunto en estos días de asueto. Pienso que ya ha sido suficiente de descanso, de salir de la rutina un poco, de olvidarse parcialmente de las preocupaciones de todos los días. Esa pregunta me asaltó hoy al mediodía cuando al despertar después de las celebraciones y un sueño que me alteró demasiado, abrí mis benditos ojos, y encontré solo obscuridad. La falta de luz no era absoluta, alcanzaba a distinguir claramente los objetos a mi alrededor. Estaba solo.
Me levanté un poco abatido, sin poder llegar a ninguna conclusión sobre mi estado de ánimo durante el día. Ni siquiera cuando acostado sobre mi cama, con la ventana despejada miraba hacia afuera y los árboles se movían con agilidad por la fuerza del viento. ¿Qué hacía? escuchaba música, melodías tristes y llenas de melancolía que acentuaron mi aflicción. Fue un día que cambió de un momento a otro de clima: primero había un sol resplandeciente, después un cielo plomizo y un viento que arreciaba a diesta y siniestra las calles de la ciudad.
No obtuve respuesta hasta que llamaste tú. Fue una linda sorpresa aunque el motivo inicial de la llamada tal vez no fuera saber cómo me encontraba, sin embargo fue conmedor enterarme que te hallabas igual que yo, y a pesar de que no quisiste contarme que te sucedía yo lo respeté, quedándome con la inmensa duda.
No me gusta saber que te encuentras así, no es sano para ninguno de los dos. No obstante, sin conocer tus razones me imagino que son las más lógicas, las más razonables para sentirse de tal manera. Lo sé porque las mías también lo son. Quizá para otros, para muchos no sean mas que estragos de lo que estas fiestas dejaron a su paso, pero yo no lo veo así.
Hasta cierto punto no tiene sentido estar triste cuando todos a tu alrededor están celebrando, luego inquieres ¡pero, ¿qué estamos celebrando? ¿cuál es el poderoso motivo que nos lleva a realizar actos tan ridículos? ¿el consumismo? Puede ser.
Recluirse no es la solución para todo esto. Yo lo he tenido que hacer obligado por las circunstancias, uno tiene la obligación de pertenecer a la prosapia de este lugar. Una genealogía en la que no creo, y que conlleva obligaciones que van desde lo moral hasta lo emocional.
No puedo encontrar las palabras que expliquen lo que siento ahora, me siento atrapado y sin rumbo fijo. ¿A dónde va todo esto? me pregunto y no se escucha nada.
Pronto todo esto concluirá, para pasar después a otro tipo de cuestionamientos sin sentido, sólo con ganas de confundir al espectador, sin que necesariamente exista o haya alguno presente.
Me construí una atmósfera para poder tener la posibilidad de expresarme, creo que no fue una buena idea. Lo artificial y lo preparado nunca salen bien.
Me voy, mañana después de unos días de no vernos, nos volveremos a encontrar por la mañana en los pasillos de una clínica ajena a mi voluntad.
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