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Falso Romance (Cuarta Parte)

El 2009 sería un año que sepultaría aquellas viejas ilusiones de amor y aparentemente traería algunas más frescas e inéditas para mí.
Un dato relevante es que conocería a su hermana a finales del año anterior, quien por obra de la fatalidad decidiría estudiar la misma carrera que yo.
La tarde en que ocurrió mi acercamiento era una de esas típicas lluviosas de esta ciudad. Como en muchas otras ocasiones yo salía apresurado y desconcertado de la facultad, buscando algun lugar al cual poder acudir para llenarme de tranquilidad. Mi vista estaba perdida, hasta que se apresuró a irrumpir en mi campo visual una serie de rasgos que sabía eran conocidos.
Me acerqué para presentarme dejando de lado la indolencia y misantropía que me caracterizan. La charla fue más que insípida. Todo el tiempo se limitó a ser monosilábica en sus respuestas, sin olvidar la primera impresión que me dejó: su marcado carácter apagado.
Sin embargo, ella se convertiría en una especie de nexo para ambos. Si su pariente me llegaba a ver se lo contaba y si yo me topaba con ella alguna clase de mensaje me veía obligado a enviar, aunque casi siempre fuesen saludos de naturaleza farsante.
Debo manifestar abiertamente que no soporté por mucho tiempo toda aquella hipocresía y las conversaciones que en realidad fueron soliloquios mios. Así que como suelo hacerlo, me fui alejando paulatinamente de su soporífera hermana. Y para inicios del año que me compete, ya había dejado de existir para mí.
Por lo que fui descubriendo con el tiempo, la pariente suya y colega mía siempre me percibió como un psicótico insoportable y petulante. Buena observación, la cual no deja de ser la única cualidad como psicologa que yo le pude apreciar. Pero, ese es otro tema. No voy a ser yo quien estropee las vocaciones genuinas o no de la gente.
De ese año puedo contar que ha sido uno de los más improductivos de mi vida, sino el que más. Dejé de estudiar un semestre debido en gran parte a la desidia y carencias propias del sistema de la universidad, que mezclados me llevaron a una vida enteramente pobre en los aspectos incorpóreos tanto como en los materiales. Recuerdo todos esos meses como días interminables de aburrimiento. Uno tras otro, mientras transcurrían, me invadían de introspección, abatimiento, suciedad, ideas para rumiar hasta el cansancio, depresión, aturdimiento y muy pocas esperanzas para un futuro lleno de luz.
La única verdad es que durante todos esos meses me convertí en un despojo de carne y pelaje. Y contar a mi lado con una persona que me recordaba la piltrafa que era todos los días, no ayudaba en nada. Y mi pareja lo hacía.
No obstante, nada permanece estático y yo volví con muchas fuerzas a la escuela a mediados de aquel mes de agosto. Ya sin ella y convencido de la meta que tenía que conseguir, con un objetivo claro que alcanzar me volví a levantar de las cenizas. Allí para mi buena fortuna conocí a gente nueva que le brindó a mi siempre latosa travesía por la facultad, una flamante y original forma de convivir en su interior. Con un par de ellos construí relaciones de tipo amistoso, de un modo tan natural que aún hoy no me deja de sorprender. Ese es un aspecto que siempre me ha gustado de la vida, la capacidad que posee para asombrarme. Quizás muchas veces digo tan convencido que he perdido esa aptitud y no sea cierto, tal vez cuando suceda sea un buen momento para morir.
Y luego mi notoria convicción, debido a mi tendencia general a la inconsistencia se empezó a desvanecer con el paso de las clases. Me cansaban y ya no deseaba estar ahí. Seguía pensando en ella. Volvimos un mes después.
Posteriormente sobrevino una de las experiencias más dolorosas y mórbidas que he padecido, pero que se volvería un punto clave en este falso romance ya que sin querer lo erigiría como si de una nueva edificación se tratara, obsequiándole unos cimientos resistentes y enteros para que se mantuviera en pie.
En una noche de octubre como lo es ésta, acompañada de bajas temperaturas y una luna que lo iluminaba todo, ella, mi enamorada, me cambiaría por otro hombre. Uno peor que yo. La traición, la mentira y la alevosía volvían a aparecer en nuestra relación. Yo quedaría devastado. Todo se modificaría para siempre. Fue tanta mi sangre fría que para corroborarlo la seguiría y observaría desde la camioneta de mi padre; contemplaría todo ese espectáculo malsano mientras paradojicamente escuchaba en la radio consejos para avivar la "llama del amor" y me enojaría insultandola hasta quedarme dormido.
Así fue como la tristeza y el desaliento se apoderarían de mi vida otra vez. Caí directo en el abismo y no hice nada por detenerlo. Me sumí en la depresión. Para aminorar el dolor me volví más ensimismado y recurrí al alcohol para alcanzar la paz que tanto anhelaba. Quería simplemente dejarlo atrás y continuar viviendo.
Unas horas antes, cuando la duda me carcomía por dentro y esperaba con ansiedad el momento para confirmar el engaño le llamé. Cuando me contestó se escuchaba mucho ruido, mas reconoció mi voz. Me enteraría de que trabajaba en algun tribunal y estaba muy ocupada en ese instante. Yo lo tomaría como una derrota mas, una bofetada a mi ego. Tanto necesitaba de su auxilio, para que ella no quisiera atender mi llamada de condición urgente. Y me alejaría.
Avanzarían los días y con ellos los meses. Gracias al acercamiento conseguido con uno de mis antes mencionados recientes compañeros (quien para ese instante yo proclamaba como mi amigo) pude continuar con mi alcoholismo y la eterna melancolía. Para mi suerte el es un tipo que gusta de las fiestas, de tal modo que yo cada fin de semana aparecía en algún bar de la ciudad bebiendo hasta quedarme sin conciencia y codearme con alguna fémina urgida de amor.
Pero hasta la perdición cansa. Una de esas noches de insuficiencia, harto ya de beber, fumar y rodearme de personas estúpidas, me escapé de la reunión en la que permanecía en el preciso instante en que planeaban huir de ahí para irse a un lugar donde las mujeres se desnudan por unos cuantos billetes.
Tomé un taxi, en el camino mi celular no paraba de sonar. Mi inseparable, leal y lozano amigo me llamaba con insistencia. Sólo le contestaría para dedicar una mentira a su salud. Por supuesto no me creyó, sin embargo yo ya estaba en casa.
Por el efecto somnifero del alcohol me sentía muy cansado, pero yo no deseaba dormir, me hallaba triste y decepcionado de todo. Me dispuse a escuchar melodías tristes hasta la madrugada y justo estaba en ese proceso de sublimación y catarsis cuando ella me devolvío la llamada. Ya era diciembre, meses habían pasado para que se acordara otra vez de mí. Supongo que era una velada solitaria para ella también. Nos hicimos compañía hablando a través del teléfono durante varias horas y luego pude ir a descansar con tranquilidad.
Se volvería a repetir todo ese extraño proceso fundamentado en un auricular durante los días siguientes. Nos pusimos al corriente en nuestras vidas. Le conté como me había estado destruyendo todos esos días, ella me contó de su empleo, disculpándose de aquella grosería que yo ya había extraviado de mi memoria. Y una noche de domingo por medio de mensajes acordaríamos volver a vernos a mitad de la semana. Ahora yo podía percibir (no sé como) lo decidida que estaba de andar conmigo, era la oportunidad idonea y yo pretendía que esa extraña sensación se volviera realidad.
Un anochecer de diciembre yo aguardaba en el estacionamiento del café al que iríamos. Me tomaría por sorpresa que arribara al sitio en un auto. Al bajarse de el gritaría mi nombre a lo lejos y luego sellaríamos el saludo con un abrazo muy cálido.
Como el lugar estaba completamente lleno, no nos quedaría otra opción que sentarnos en el asiento del rincón, junto a otra pareja. Por acto de la sensatez partirían rápido, dejándonos solos por el resto de la cita.
Como gran parte de nuestros encuentros este también se saldría de lo que podría denominar "normal". No fue malo, ni aburrido en general, pero lo que más evoca mi mente cuando pienso en aquel acercamiento son los dobles mensajes que me enviaría durante todo nuestro noviazgo y estoy casi seguro que iniciaron en aquella cafetería y aquella noche.
Los famosos dobles mensajes consistían en lo siguiente: yo me acercaba, ella me dejaba entrar (lo cual no era sencillo de obtener) después me alejaba y me preguntaba por qué lo hacía (alejarme), para concluir invirtiendo los papeles. Esto me desconcertaría profundamente. No obstante, me la pasaría muy entretenido, hasta ese momento todo era calma en su compañía.
Jamás se me cruzó por la cabeza que toda esa conducta fuera parte de su inestable temperamento. Lo único que yo necesitaba era una ilusión y para mí no habia nadie ni inmaterial ni real que pudiese saciar esa carencia, ese deseo de amor y cariño.
Vendrían las festividades tipicas navideñas y eso provocaría cierto alejamiento obligado entre nosotros, aunque nunca perdimos el contacto. Ella comenzaba a adjetivarme como "mi amor" por cualquier medio en el que nos comunicaramos.
En navidad yo me pondría una borrachera que estuvo a nada de ser una intoxicación etilica o quizás si lo fue. De esa manera cerraría mi cercana relación con el alcohol. Recuerdo contarle aquel bochornoso asunto y su gran preocupación por mi salud.
Lo que no recuerdo es si volvimos a salir a finales de ese innoble año, puede ser que si o puede ser que no. El punto importante es que ya no hubo nada más que sucediera que pudiese relatarles, ya que llegaría este bendito 2010 y sus deseos de año nuevo serían "verte mucho más de lo que te he visto en estos días", lo cual sabemos se cumpliría cabalmente y sin reproches.
Y gracias a que suena Balmorhea recuerdo, porque seguro que te evocan suculentos sueños en abstracción.

Comentarios

Azul dijo…
Esta es una entrada llena de tu dolor, un dolor muy bien plasmado, por cierto.
Algo que me ha parecido muy admirable, fue que dejaras el alcohol. cualquier persona hubiera tomado esa sucesión de hechos para dejarse envolver por la comodidad del estado etílico, sin embargo, tu no. Lo que demuestra que eres una persona muy valiosa, valiente y fuerte, aunque a veces la vida te ponga en momentos muy difíciles y no te lo creas.

Un beso bomboncello!!!

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